De los Cobos también dijo “no” a Roldán cuando le pidió que le identificara a un chivato etarra

El que fuera número 1 del Instituto Armado amenazó a un joven Pérez de los Cobos con abrirle expediente porque se negó a facilitarle la identidad de un infiltrado en ETA que quería cobrar 180.000 euros

Roldán Cobos
El ex director de la Guardia Civil Luis Roldán y el coronel Diego Pérez de los Cobos.

El ministro Fernando Grande-Marlaska ha destituido al coronel Diego Pérez de los Cobos como jefe de la Comandancia de la Guardia Civil en Madrid, por negarse a facilitarle un informe confidencial dirigido al Juzgado de Instrucción número 51 sobre la decisión del Gobierno de autorizar las manifestaciones del 8-M en plena pandemia.

Genio y figura. En su larga trayectoria en el Instituto armando, jalonada de reconocimientos, no es la primera vez que Pérez de los Cobos se expone a graves consecuencias disciplinarias por desafiar la orden de un superior que consideraba injusta o que chocaba con sus férreas convicciones.

Ocurrió en los años 90, bajo la presidencia de Felipe González, cuando Luis Roldán era el todopoderoso director general de la Guardia Civil y un joven teniente Diego Pérez de los Cobos desarrollaba su labor en el servicio de Información del Instituto armado, en tareas de lucha contra el terrorismo de ETA.

El teniente coronel Ángel González, entonces responsable de la Unidad Central de Información de la Guardia Civil, acudió al despacho de Roldán para comunicarle que sus hombres se habían ganado la confianza de un confidente que podía facilitar información sobre los movimientos políticos de ETA.

El ‘topo’ pedía 30 millones de pesetas

No obstante, el informador quería cobrar 30 millones de pesetas de la época (180.000 euros), una cantidad que Luis Roldán consideró excesiva. En ocasiones, el CESID había llegado a pagar esta cantidad, con cargo a los fondos reservados, por información vital que permitiera desarticular a un comando de ETA y detener a varios miembros de su cúpula. Pero el director general no estaba seguro que este fuera el caso.

«¿Treinta millones? Eso es mucho dinero», objetó Luis Roldán, «¿quién es el confidente? ¿Nos va a entregar algún comando? ¿Qué clase de información nos puede a facilitar?». Su interlocutor no supo darle más detalles: «No sé quien es el confidente, ha contactado con él el teniente Pérez de los Cobos».

«Pues que suba, y veamos si realmente la información que puede conseguir vale 30 millones», ordenó el máximo responsable de la Guardia Civil. Poco después se presentó en su despacho el teniente Diego Pérez de los Cobos. Pero cuando el director general le pidió el nombre del confidente, el oficial se negó a dárselo porque se había comprometido a proteger su identidad.

«Teniente, le recuerdo que está hablando con el director general de la Guardia Civil. Si no acata mis órdenes tendrá que asumir las consecuencias», le espetó Luis Roldán, que no estaba dispuesto a tolerar ninguna insubordinación. Pero el joven teniente se mantuvo es sus trece: se negó a desvelar el nombre ante el máximo responsable de la Guardia Civil, por temor a que cualquier fuga de información pusiera el peligro el trabajo que había desarrollado durante meses para captar al topo.

La caja fuerte de Luis Roldán

Su actitud agotó la paciencia de Luis Roldán: «¡Póngase en pie y firmes! ¡Le ordeno que me dé el nombre de ese informante!». Sobresaltado, Pérez de los Cobos se puso en pie, intentó disculparse pero se mantuvo su negativa con la misma firmeza. Malhumorado, Roldán zanjó la cuestión: «Muy bien, retírese».

El director general llamó de nuevo a su despacho al responsable del servicio de Información: le dio instrucciones de que destituyera inmediatamente a Pérez de los Cobos y le abriera un expediente disciplinario por desobediencia. Roldán sentía que el joven teniente había desafiado su autoridad por ser un mando civil: si se encontrara ante un general de la Guardia Civil, no se habría atrevido a desobedecer sus órdenes.

El servicio de Información de la Guardia Civil protegía la identidad de sus confidentes con un nombre en clave. El propio Luis Roldán guardaba en la caja fuerte de su despacho un libro con la identidad real de cada uno de los informadores del Cuerpo, clasificados según su nivel de fiabilidad y su proximidad a los objetivos operativos: A1, A2…

Al día siguiente, el teniente coronel Ángel González regresó al despacho de Roldán, para interceder por su subordinado: «Debería usted disculparle, es un chico muy joven, con poco experiencia, todavía no sabe cómo funciona esto… pero hasta ahora ha hecho un gran trabajo». El jefe del servicio de Información reveló entonces el nombre del confidente, que Pérez de los Cobos había accedido a darle. Se trataba de un personaje del mundo abertzale, próximo al diario Egin, que durante años actuó como el brazo mediático de la banda terrorista ETA.

La liberación de Ortega Lara

El topo captado por Pérez de los Cobos podía facilitar información sobre los movimientos políticos de la banda, pero no sobre la identidad de sus comandos ni sobre los atentados que preparaba. Luis Roldán descartó entonces el pago de 30 millones de pesetas, una cifra considerable para la época. El servicio de Información de la Guardia Civil contaba con confidentes de mucho mayor nivel, que habían permitido adelantarse a los movimientos de la cúpula de ETA, colocar micrófonos en sus lugares de reunión y descabezar varias veces a la banda.

Pero ya en aquel momento, el director general de la Guardia Civil tuvo constancia de la tenacidad del joven teniente Diego Pérez de los Cobos que, pocos años después, en 1997, participó en la liberación del funcionario de prisiones José Antonio Ortega Lara, al que ETA mantuvo encerrado en un zulo durante 532 días.

No obstante, aquel enfrentamiento con Luis Roldán poco tuvo que ver con el que ahora ha provocado su destitución como jefe de la Comandancia de Madrid. En aquella ocasión, el exceso de celo llevó a Pérez de los Cobos a desobedecer la orden del máximo responsable de la Guardia Civil, quizá porque la condición de civil de Roldán le restaba a su juicio autoridad.

Por el contrario, ahora el coronel Pérez de los Cobos ha sido destituido fulminantemente por negarse a violar el secreto de sumario dictado por la la titular del Juzgado de Instrucción 51 de Madrid, Carmen Rodríguez-Medel, que investiga la responsabilidad del delegado del Gobierno en Madrid, José Manuel Franco, por autorizar las manifestaciones del 8-M en plena pandemia.

Ha sido asesor de Rubalcaba

A través de sus superiores, el ministro Grande-Marlaska exigió a Pérez de los Cobos que le facilitara el informe confidencial elaborado por la Policía Judicial –cuyo único destinatario legal era la juez instructora– para conocer cómo puede afectar esta causa al Gobierno de Pedro Sánchez.

El coronel Diego Pérez de los Cobos fue asesor personal del ministro socialista de Interior Alfredo Pérez Rubalcaba durante cinco años, desde 2006 a 2011. Ya bajo el Gobierno de Mariano Rajoy, fue el encargado de coordinar el dispositivo policial para impedir el referéndum ilegal de independencia del 1-O, bajo las órdenes de la Fiscalía Superior de Cataluña.

Su hermano, Francisco de Asís Pérez de los Cobos, ha sido presidente del Tribunal Constitucional entre 2013 y 2017. Durante el juicio contra los golpistas del 1-O, el coronel Pérez de los Cobos señaló la responsabilidad del mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero y afirmó que el dispositivo diseñado por la Policía autonómica estaba destinado, en realidad, a facilitar la celebración del referéndum ilegal. Por este motivo, ERC había reclamado a Pedro Sánchez varias veces la cabeza de Pérez de los Cobos.

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