Los agentes secretos de los Mossos diseñaron la operación de las urnas el 1-O

Mossos
Mossos d'Esquadra. (Foto: EFE)
Manuel Cerdán

Los agentes de la Unidad Central de Recursos Operativos (UCRO), los servicios de información de la Generalitat, potenciados por Artur Mas en 2012, dirigieron la operación de la compra y distribución de las urnas del 1-O. Los conocidos popularmente como mortadelos de los Mossos se encargaron de coordinar y monitorizar todo el plan que, finalmente, resultó crucial para los intereses independentistas.

El operativo de los pata negras de los Mossos, calificado de brillante a OKDIARIO por un alto cargo policial del Ministerio del Interior, respondía a un medido y minucioso plan de inteligencia que en ningún momento fue detectado por las Fuerzas de Seguridad del Estado ni por los espías del CNI afincados en Barcelona.

Los servicios de información del Estado han informado ya a La Moncloa de la participación de la policía autonómica en todo ese montaje, lo que supone un nuevo gesto de infidelidad de los Mossos. El mayor Josep Lluis Trapero está citado este viernes a declarar en la Audiencia Nacional en calidad de investigado por la inacción de su cuerpo policial ante el acoso a la Guardia Civil de los seguidores de ANC y Omnium Cultural.

Durante meses representantes del Gobierno y del Ministerio del Interior venían destacando en privado a los periodistas de que el referéndum quedaría abortado si antes del 1-O se impedía que las urnas llegaran a los colegios electorales designados por la Generalitat. Finalmente, las fuerzas policiales del Estado ni localizaron las urnas ni tomaron los centros de votación antes de la jornada electoral ilegal.

Según ha podido saber OKDIARIO de fuentes internas de los Mossos de Esquadra, la operación tupper, como ya la llaman algunos observadores policiales, por la semejanza de las urnas de plástico con los tupperware para guardar alimentos, cogió desprevenidos a los servicios secretos estatales.

«El CNI lleva años negándose a investigar a los independentistas en Cataluña»

«El CNI lleva varios años negándose a participar en las investigaciones sobre los independentistas en Cataluña, alegando que no podían interferir en las actividades de los partidos políticos catalanes y ese posicionamiento de neutralidad ha culminado en una de las mayores pifias históricas de la Policía y la Guardia Civil», manifestó un comisario del CNP.

Además, se da la circunstancia de que las relaciones del CNI con el mayor Trapero siempre han sido muy estrechas. El espionaje español ha colaborado con los mossos en multitud de operaciones y le ha proporcionado todo tipo de medios y equipos electrónicos para sus operaciones. Por ejemplo, el agente encubierto que los mossos lograron introducir en una red yihadista, que fue desarticulada en Tarrasa en 2015, disponía de una documentación falsa facilitada por el CNI.

Esas excelentes relaciones no fueron tenidas en cuenta por los agentes de la UCRO que participaran a su espaldas en la operación de la compra de las urnas en China.

Una versión oficial almibarada

A través de los diarios Ara y La Vanguardia la Generalitat filtró los datos sobre el misterio que rodeaba la obtención de las urnas. Según la versión oficial, 10.000 habían sido compradas desde Francia al fabricante chino con sede en Hong Kong, Smart Dragon Ballot Expert, e introducidas en territorio español por una red de colaboradores independentistas, miembros de ANC y Omnium Cultural. Según la el Gobierno de Puigdemont, los jóvenes independentistas catalanes, que durante semanas hicieron de mulas, transportaron las urnas en los maleteros de sus vehículos particulares y las escondieron en sus domicilios familiares hasta el día del referéndum.

Según la versión particular de los medios amigos del Gobierno catalán, las mulas tenían prohibido utilizar sus móviles personales y comunicarse por whasap. Sólo estaban autorizados a contactar con los intermediarios por medio de teléfonos con tarjeta pre pago.

Tal versión, idealizada por el independentismo catalán, es una pieza más de la propaganda de los golpistas catalanes. Según una fuente acreditada de los Mossos, contrastada por otra del Cuerpo Nacional de Policía (CNP), el montaje de la adquisición de las urnas habría sido imposible de articular sin la supervisión de los pata negras de UCRO de la policía autonómica.

«Con este golpe de inteligencia, la Policía, la Guardia Civil y el CNI van a tener que retirar de su diccionario la palabra mortadelo para dirigirse de manera despectiva a los espías catalanes porque quienes aparecen en el comic son todos ellos», señaló a OKDIARIO un mosso en activo.

En el argot policial se conocen como mortadelos a los 40 agentes de los mossos que forman parte de la UCRO, la Unidad Central de Recursos Operativos, una especie de servicio secreto de la policía autonómica catalana que se dedica a realizar los trabajos sucios de la Generalitat, como seguimientos al ex ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz y a dirigentes del PP y Ciudadanos.

Los mortadelos forman parte de una unidad especial de los mossos, con credencial propia y sede en Sabadell. Sus agentes encubiertos trabajan de paisano y se infiltran en partidos de la oposición, aunque también en ERC. En teoría, sus funcionarios dependen del comisario de Información de los Mossos y su jefe directo es Miquel Bertrán.

El CNI, a verlas venir

Algunos ministros del Gobierno han manifestado en privado su malestar por el comportamiento del CNI en la verdadera operación Cataluña contra el secesionismo. El propio Mariano Rajoy se arrepiente ahora de no haber relevado al director del CNI, Félix Sanz Roldán, en el inicio de la legislatura como tenía previsto.

El presidente defendía entonces que el general no había estado a la altura en la bautizada por los independentistas como operación Cataluña, la fantasmagórica operación inventada por los medios de Roures y los partidos separatistas que provocó la salida de Jorge Fernández Díaz del Ministerio del Interior. Entonces, Rajoy fue persuadido por uno de sus más estrechos colaboradores para que no hiciera cambios en los servicios secretos. Curiosamente, uno de sus argumentos era la derivada del procés catalán.

La guerra entre comisarios y la filtración de la cinta con la conversación entre Fernández Díaz y De Alfonso, el jefe Antifraude de Cataluña, proporcionó munición a los independentistas que lograron apartar a los agentes de la Policía del Estado de sus investigaciones en suelo catalán. Meses después, el entorno del ex ministro del Interior sigue manteniendo que ambas campañas fueron alimentadas por agentes de los servicios secretos españoles. El resultado final, según las mismas fuentes, es el que todos conocemos.

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