El fracaso del CNI: ni encontró las urnas ni el 95% de los Mossos ha cumplido la orden del juez
La jornada del referéndum ilegal del 1-O ha constituido, entre otras cosas, un estrepitoso fracaso del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Los servicios secretos remitieron a la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría un informe en el que garantizaban que el 95% de los Mossos d’Esquadra iban a mantenerse fieles a su juramente constitucional, frente a las pretensiones de Carles Puigdemont que, en la práctica, ha derogado la legalidad española en Cataluña.
Está claro que no ha sido así, aunque no cabe atribuir la responsabilidad a los agentes sino a sus responsables políticos: el mayor Josep Lluís Trapero; el director de los Mossos, Pere Soler (un auténtico talibán independentista), y el conseller de Interior, Joaquim Forn.
El Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC) ordenó el miércoles a los Mossos precintar los más de 2.000 centros electorales, requisar urnas y papeletas, antes de las 6 de la mañana del domingo 1-O.
Luego Trapero matizó la orden dirigida a los agentes: no se intervendría en los colegios electorales si se registraba una «negativa reiterada y manifiesta a desalojar el local», si a los agentes les resultaba imposible acceder al lugar o si en éste se encontraban «personas vulnerables», como niños o ancianos.
Guardaban las urnas en casa
El resultado es que los Mossos se han limitado a cubrir las apariencias: durante todo el fin de semana, han realizado visitas de cortesía a los colegios electorales ocupados por independentistas, para saludar y levantar acta de la situación. La Policía autonómica ha vulnerado flagrantemente la orden del TSJC.
Esta pasividad de los Mossos obligó luego a la Guardia Civil y a la Policía Nacional a irrumpir en varios colegios, cuando ya se estaba celebrando la votación, para retirar las urnas: tuvieron que enfrentarse entonces a la presencia de cientos de independentistas, que se habían movilizado siguiendo las directrices del presidente Carles Puigdemont y de sus cómplices de la Asamblea Nacional Catalana (ANC).
Y entre escenas de tensión, se han producido incluso enfrentamientos violentos entre guardias civiles (que intentaban retirar las urnas) y agentes de los Mossos (que protegían a los independentistas). Algo que ya entraba en los planes de la ANC, tal como desveló OKDIARIO el pasado jueves.
Tampoco el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) ha mostrado una gran destreza a la hora de desmantelar el aparato logístico del referéndum ilegal. Aunque la Guardia Civil ha logrado dar varios golpes certeros, durante las semanas previas, requisando una gran cantidad de papeletas, envíos postales del referéndum y algunas partidas de urnas.
Tal como informó OKDIARIO, el CNI planteó la sospecha de que la Generalitat podía tener ocultas las urnas en alguna nave de la Zona Franca del puerto de Barcelona, donde escaparían al control ordinario del tráfico de mercancías.
Arriben les urnes al Moisès Broggi pic.twitter.com/TkTvBSdV31
— Lluís Bartra #Si (@LluisBartra) October 1, 2017
Al final el secreto de las urnas era bastante simple: en la mayoría de los casos, las guardaban en sus propias casas voluntarios de la CUP, ERC y la ANC. A partir de las 5 de la mañana del domingo, en medio de la absoluta pasividad de los Mossos, este material comenzaba a llegar a los centros electorales entre aplausos de los independentistas que resguardaban el recinto.
Ahora corresponderá a los tribunales esclarecer el presunto delito de desobediencia cometido por los jefes políticos de los Mossos y si la actuación del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, puede tipificarse como un delito de sedición. A la espera de que el Gobierno de Rajoy decida si interviene la autonomía de Cataluña, aplicando el artículo 155 de la Constitución.