Satélites de EEUU e Israel monitorizan las tropas de Putin para informar a Ucrania de su posición
Cada movimiento de tropas, cada ruta de un convoy de blindados o cada refuerzo de un aeródromo militar con aeronaves rusas es seguido al milímetro y en directo por satélites militares y de uso privado de Estados Unidos e Israel. Si una batería de misiles tierra-tierra rusa se prepara para atacar una ciudad ucraniana, el Ejército ucraniano lo sabe con antelación. Prácticamente en directo. Una capacidad operativa que está siendo clave para ponerle las cosas muy difíciles a las tropas de Vladímir Putin.
El uso del espacio exterior es clave para la inteligencia militar de cualquier conflicto. La capacidad de poder observar con gran detalle y en directo cualquier movimiento del enemigo, sin peligro de ser atacado y sólo con las restricciones que impone una mala meteorología, puede ganar guerras.
Desde el inicio de la invasión rusa, satélites de países de la OTAN escudriñan al milímetro el terreno ucraniano para conocer el avance de las operaciones militares. Y entre ellos están los satélites militares que tienen a su disposición las principales agencias de inteligencia estadounidense, así como varios ingenios que operan firmas privadas como Planet Labs, Black Sky, Maxar o la israelí ImageSat Intelligence (ISI).
En el caso de Estados Unidos, su no participación directa en el conflicto no le ha impedido poner su potente maquinaria de obtención de inteligencia y análisis a favor del gobierno de Volodímir Zelenski. Pese a que no hay dudas sobre su involucración, lo cierto es que se desconoce el alcance de las labores que está realizando estos días la Agencia de Inteligencia de la Defensa (DIA), la Agencia Nacional de Inteligencia Geoespacial (NGA) o la Oficina Nacional de Reconocimiento (NRO). Los principales organismos públicos de la defensa estadounidense cuando se trata de obtener imágenes por satélite e interpretarlas. Además, claro está, del papel que esté jugando la CIA o la NSA.
El ‘convoy de la muerte’
A ello se le han sumado compañías privadas, cuya extensa red de satélites de observación obtienen imágenes de alta resolución del terreno. Por ejemplo, la tecnología de la estadounidense Maxar (fundada en 2017) obtuvo las imágenes de la larga columna de blindados rusos, de más de 60 kilómetros y bautizada como ‘el convoy de la muerte’, que se dirigía hacia Kiev tras entrar en suelo ucraniano por la zona de Chernóbil. Desde entonces, su cotización en bolsa se ha disparado.
Image collected over #Vasylkiv Air Base, #Ukraine 10:44 hrs local (UTC+2) today. $BKSY rapid revisit capability & #analytics show a #crater marking a parking lot centered on the #airfield as an industrial complex smolders southwest of the main #runway. pic.twitter.com/OC0sMFBcaL
— BlackSky (@BlackSky_Inc) March 1, 2022
Con la información obtenida en esas imágenes, obtenidas discretamente durante el paso de los satélites por encima del territorio ruso, el ejército ucraniano y sus unidades de defensa pueden tener conocimiento por adelantado de los movimientos de tropas y blindados rusos. De esa forma, pueden adelantarse y tenderles emboscadas, tal y como está ocurriendo. Esos ataques están provocando una sangría entre los convoyes de Putin.
La firma israelí ISI, por ejemplo, está empleando su satélite privado EROS B para fotografiar amplias zonas y aeródromos de Bielorrusia. Han descubierto, por ejemplo, la acumulación y refuerzo de cazabombarderos en esas áreas, que podría indicar que Moscú prepara importantes operaciones aéreas en los próximos días.
Su enemigo: las nubes
Estos satélites tan sólo tiene un enemigo: las nubes. Si la meteorología es adversa, los cielos están cubiertos y los satélites no pueden ver con sus ópticas a través de las nubes. Es la única cobertura que puede ayudar al avance ruso… y ni siquiera.
Los satélites militares de Estados Unidos -al igual que el PAZ español- van equipados con la tecnología de Radar de Apertura Simétrica. La longitud de sus ondas son más largas, por lo que pueden penetrar entre las nubes, las cortinas de lluvia o incluso, en ciertas ocasiones, el suelo.