Nuevo paso de la UE en la contra narrativa frente al yihadismo
Vivimos el momento de “mayor movilización del yihadismo en la historia”, teniendo eso en cuenta se ha celebrado en Bruselas el foro Creando una narrativa contra el extremismo violento organizado por el grupo de los liberales. Una de las reflexiones más relevantes es precisamente poner en cuestión el título del seminario. Varios especialistas han concluido que la contra narrativa conlleva una polarización de los argumentos. Es todo un error.
Fundamental es entender el fenómeno, las causas y las formas en las que jóvenes europeos se transforman en verdaderos “monstruos” capaces de perpetrar auténticas masacres. Vivimos un tiempo en el que la autofanatizacion es una amenaza real con multitud de material en Internet (videotutoriales, foros, redes sociales…).
No es fácil trazar un perfil común de los radicales ya que los hay que vienen de zonas marginales, económicamente deprimidas, y también los hay que vienen de familias de bien. Es cierto que mayoritariamente eran hombres pero ahora empiezan a surgir las primeras mujeres que realizan labores relevantes. A pesar de todo ello, se puede concluir que comparten una manipulación de la evolución histórica y religiosa, en la comunidad llevar a cabo estas conductas les sirve para reivindicarse con un discurso ultrasentimental.
El profesor invitado Fernando Reinares de la Universidad Rey Juan Carlos ha mostrado el paralelismo con las experiencias de terrorismo en España. Ha resaltado que en lugar de proceder de comunidades pobres (Andalucía o Extremadura) los focos de radicales provenían de las zonas más desarrolladas (País Vasco y Cataluña), en este caso la mayoría eran hombres que no llegaban a casarse, con motivaciones variables y en muy pocos casos se daban patologías mentales. Ha destacado que hay que aprender que la actividad de ETA no cesó por moralidad sino porque comprobaron que sus acciones no tenían una utilidad real.
Precisamente a este respecto hay que aprender, tal como ha apuntado la investigadora de la Universidad de Lancaster en Reino Unido Linda Woodhead, que lo que quieren los radicales son acciones directas y es algo “en lo que no debemos caer”. La profesora ha apostado por seguir una agenda democrática predefinida, con más y mejor inteligencia, más investigación académica y periodística y en lugar de una contranarrativa optar por impulsar los valores nacionales y europeos.
Como representantes de la política local han asistido el alcalde de la localidad belga de Mechelen y una responsable de la Maison de la Prevención y Familia de Saint-Denis en París. Ambos han coincidido en que es fundamental que se actúe de forma local. “Es necesario que encuentren referencias cercanas: un profesor de boxeo, un compañero de clase, un jugador de fútbol…”. Hay que reconocer que actualmente existen en espacios públicos lugares donde las normas occidentales no se aplican y para ello es primordial contar en los grupos policiales con miembros árabes, por cuestiones funcionales y simbólicas.
“Lo barato, sale caro”, ha mencionado la eurodiputada española Maite Pagazaurtundúa, cree que no se puede ahorrar en esta materia. También ha reconocido que hay que evitar la polarización y la superioridad moral. Piensa que “es fácil caer en el fanatismo luchando contra él”. También se requiere un punto de creatividad y trabajar en películas, discos, actividades culturales en línea con nuestros valores y acabar con los espacios de impunidad.
Entre algunos de los factores destacados que hacen que se cree el caldo de cultivo ideal para la aparición de la violencia radical se han enumerado: el fracaso de estados fallidos, el individuo que quiere involucrarse en la vida política, la interiorización de la violencia, la religión que cae en el fundamentalismo, la mala consideración hacia algunas personas de la comunidad y nuevos medios y redes sociales que propagan odio. Algunos de los ponentes han llegado a decir que la religión, contra lo que se puede pensar, no tiende a ser algo pacífico. Su dinámica natural es la radicalización violenta. Tras la Segunda Guerra Mundial en parte parece que hemos olvidado controlarlo.
El investigador holandés Maurits Berger ha mostrado a los eurodiputados y el resto de la audiencia presente varios fragmentos de la propaganda audiovisual del Estado Islámico. Ha resaltado que impulsan una imagen romántica, hombres guapos y orgullosos. Sorprendentemente solo el 2% de los vídeos analizados hablan de la religión y el 15% incluye contenidos violentos. Se inventan sus tradiciones ya que el concepto de ISIS no aparece en escrituras históricas.
“Cuando preguntas en que se basa su proyecto, te dicen que es lo contrario a lo actual pero no concretan”, dice Berger. Cree que impulsan una utopía que convence los jóvenes que comparten su enfado, chavales que no encuentran su nacionalidad a caballo entre Occidente y Oriente. El objetivo final que se ha fijado tras el debate: “que lo que es ya un verdadero cáncer no se extienda de células pequeñas y se convierta en una subcultura”.
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