Los garantes del alto al fuego en Siria vuelven a reunirse en la ciudad rusa de Sochi
El llamado proceso de Astaná, que nació en 2016 cuando Rusia, Turquía e Irán lograron un alto al fuego entre el Gobierno sirio y las facciones opositoras, continua después de más de un año sin reunirse debido a la pandemia.
Las negociaciones comenzaron este martes con reuniones bilaterales y prosiguen el miércoles con un plenario al que asistirá el enviado especial de Naciones Unidas para Siria, Geir Pedersen.
En las consultas de Sochi también participan observadores de otros países como Jordania, Irak, Líbano y Kazajistán. Este último fue precisamente el promotor del proceso de Astaná, capital del país y que desde 2019 cambió su nombre a Nursultán en honor al presidente que gobernó el país durante 30 años.
«Todos entendemos que la situación es muy alarmante. Hay que hacer todo lo posible por impedir una escalada de la violencia y una nueva espiral de la confrontación armada», declaró el enviado especial de Rusia para Siria, Alexandr Lavréntiev, a la agencia TASS.
Lavréntiev también ha declarado que esperan “impulsar” el fin del conflicto y defiende el proceso de Astaná como “el único mecanismo que permite encontrar soluciones a la crisis siria”. Asimismo, aseguró que están siguiendo de cerca el trabajo del Comité Constitucional en Ginebra, encargado de redactar una nueva carta magna.
El diplomático subrayó que el Comité Constitucional es “el único foro internacional que puede llegar a resultados de peso” y se lamentó de que Estados Unidos no participe a pesar de la invitación. “Actualmente, los estadounidenses están ocupados en sus asuntos internos y, por lo visto, aún no han definido su postura”, dijo Lavréntiev.
La negociación para la Constitución siria está fracasando
El enviado de la ONU recientemente se mostraba pesimista ante la quinta reunión del Comité celebrada a finales de enero, que calificó de “oportunidad perdida” al no haber un “plan claro de acciones”.
Geir Pedersen, reconoció que las conversaciones en torno a la redacción de una nueva Constitución, que considera la única herramienta para construir un nuevo horizonte político de reconciliación, estaban resultando fallidas.
Un grupo reducido del Comité Constituyente, conformado por representantes del Gobierno, oposición y sociedad civil, se reunió la última semana del pasado mes sin conseguir ningún avance en el proceso, que fue lanzado hace más de un año.
“Establecí objetivos para conseguir antes de empezar esta reunión y no los hemos conseguido”, se quejó Pedersen. Y es que el Comité sigue discutiendo cuestiones sobre procedimientos y principios, por lo que todavía no ha entrado a debatir temas de fondo.
El enviado de la ONU culpó a la delegación del gobierno sirio de ser la que más obstáculos están poniendo, rechazando todas las propuestas presentadas e impidiendo de esta manera cualquier avance, por mínimo que sea, dando lugar a que las reuniones sigan en el mismo punto muerto que en las últimas cuatro.
“No podemos continuar reuniéndonos si no se produce un cambio”, advirtió Pedersen, que no dio fecha para la próxima reunión y espera ir próximamente a Damasco para reunirse con el Gobierno sirio.
El jefe de la delegación opositora, Hadi Albahra, también culpó al gobierno del bloqueo. “Cientos de miles de desplazados y refugiados han estado en campamentos durante más de 10 años. Creemos que los sirios merecen justicia y dignidad, y la única solución es implementar las resoluciones internacionales”, dijo.
Por un lado, Albahra, reclamó un calendario con plazos mientras el jefe de la delegación gubernamental, Ahmad Kuzbari, defiende que no exista un cronograma de trabajo para “no forzar el proceso”. Kuzbari acusa a la oposición de querer saltarse el proceso de preparación y pasar directamente a la redacción de la nueva ley fundamental.
En 2015 el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución cuyo principal objetivo era la redacción de una nueva Constitución y la celebración de elecciones libres. Ninguna de las dos cosas se ha cumplido hasta ahora, y, de hecho, en los grupos opositores temen que el Gobierno sirio esté retrasando la adopción de una nueva constitución para que Bachar al-Asad pueda volver a ser elegido en las elecciones presidenciales de este año.
Dentro de dos meses, en abril, se cumplirá una década desde el inicio de la guerra civil. Hasta el año pasado se calcula que el conflicto ha dejado aproximadamente 387.118, siendo 2014 el año más mortífero, cuando murieron 67.000 personas.