‘Pesadilla en la cocina’: Chicote sufre nuevas acusaciones por parte de un restaurante
La dueña de un restaurante se muestra descontenta
Alberto Chicote y su equipo de ‘Pesadilla en la cocina’ se trasladó a Gijón en la última entrega del programa, para intentar remontar un negocio familiar que estaba a punto de hundirse. Se trata de un restaurante situado en la ciudad asturiana, llamado ‘La Habana’ y dirigido por Juan y su hija Gemma.
Tiempo después de la grabación del programa, la polémica vuelve por parte de la dirección del local. Según los afectados, todo se trataba de un montaje para conseguir más audiencia en televisión. En cambio, las opiniones del restaurante en plataformas como Tripadvisor afirman que la ayuda de Chicote era necesaria.
En la rocambolesca historia de Gemma, hija del dueño, aseguraba que su verdadera intención era participar en ‘Pekin Express’, pero que finalmente les ofrecieron rodar un programa de ‘Pesadilla en la cocina’. De ser cierta su versión, habrían llegado al espacio del chef de rebote, ellos no lo buscaron.
La propia Gemma, realizó unas declaraciones a diario digital ‘Huffington Post’ en las que reveló lo que según ella había sucedido en el programa. Según su versión, la dirección del programa ordenaba realizar algunos cambios para que el servicio fuese mucho peor de lo habitual.
Así ha sido el paso de @albertochicote por #pesadillahabana donde se ha visto las caras con Gemma https://t.co/ZxWXEEOrgx
— pesadillaenlacocina (@pesadillacocina) February 7, 2020
No es la primera vez que ‘Pesadilla en la cocina’ recibe críticas por parte de los restaurantes a los que acudió en su ayuda. Generalmente se trata de locales a los que, tiempo después de la visita de Alberto Chicote, les ha ido mal. Quizá no siguieron los consejos del cocinero más mediático de la televisión.
Las últimas opiniones recibidas por el local demuestran que la clientela no salía satisfecha del establecimiento. «Un trato horrible al cliente», comienza un usuario de ‘TripAdvisor’. «Jamás me hicieron sentir tan incomodo en un sitio donde estoy pagando, echando en cara que por una sidra todas las servilletas que habíamos cogido… Dice mucho lo vacío que está el local, ni mi pareja ni yo volvemos jamás».