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Ni salchicha ni fuet: es uno de los embutidos más típicos de Valencia pero en el resto de España apenas lo conocen

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Variedad de longanizas de Pascua. Imagen: Juan Emilio Prades Bel.
  • Sofía Narváez
  • Periodista multimedia graduada en la Universidad Francisco de Vitoria, con un Máster en Multiplataforma por la Universidad Loyola. Editora en Lisa News con experiencia en CNN y ABC.

En España, los embutidos son parte esencial en las mesas. Sirven para una picada, para la merienda improvisada o para acompañar una celebración. Desde el lomo embuchado, pasando por el jamón ibérico o el chorizo, cada uno destaca por un sabor concreto.

En Valencia, esa importancia la tiene un embutido sabroso que forma parte de la Semana Santa desde hace siglos. Es sencillo, contundente y se ha convertido en tradición durante las meriendas de Pascua. Sin embargo, fuera de la Comunidad Valenciana apenas suena su nombre.

El embutido que se come en Valencia y que apenas conocen en el resto del país

El embutido que se come en Valencia y que apenas conocen fuera es la longaniza de Pascua, un curado de cerdo típico de la Comunidad Valenciana, Murcia y el Maestrazgo aragonés. Su nombre proviene del consumo ligado a Semana Santa, cuando la abstinencia de carne llegaba a su fin. Hoy se puede disfrutar en cualquier momento del año, pero su vínculo con la Pascua sigue muy vivo.

Se elabora con carne magra de cerdo y tocino, mezclados con sal, pimienta y un toque de nuez moscada. Esa masa se embute en una tripa estrecha de cordero y se deja secar colgada durante varios días. El resultado es una ristra fina, de unos 20 o 30 centímetros, firme, de color rosado y con un sabor característico.

Su atractivo está en la sencillez, se come en crudo, directamente a mordiscos o en rodajas. Tradicionalmente, se llevaba en las meriendas campestres de Pascua, acompañada de la mona, huevos duros o pan rústico. Hoy sigue presente en esas celebraciones, pero también ha encontrado hueco como tentempié durante todo el año.

Cómo se hace la longaniza de Pascua

La preparación es muy tradicional. La carne y el tocino se pican, se aderezan con las especias y se introducen en la tripa natural. Después se ata en ristras y se deja colgar al aire para que adquiera consistencia y sabor durante unos días.

Antiguamente se elaboraba en las casas, antes de la Semana Santa, y se protegía con telas mosquiteras para evitar las moscas mientras se curaba con la brisa.

En la actualidad, la mayoría de las piezas que se consumen provienen de charcuterías o productores locales. La versión artesanal mantiene un sabor más auténtico, mientras que las industriales suelen incluir conservantes.

Cómo acompañar y disfrutar este embutido valenciano

La longaniza de Pascua encaja en diferentes momentos. Es habitual comerla sola, cortada en rodajas, con pan de pueblo y un buen aceite de oliva. También funciona en bocadillos sencillos, perfecta para un almuerzo rápido. En las mesas familiares puede formar parte de una tabla de embutidos junto a quesos curados y vino.

En Valencia se ha convertido en inseparable de la mona de Pascua, un dulce típico de estas fechas, formando una pareja clásica en las meriendas al aire libre. Igualmente acompaña bien a un vermut o a una cerveza fresca, y no falta en romerías y excursiones, porque resiste varias horas sin perder calidad.

Si bien en el resto de España aún es poco conocida, cada vez se prueba más y suele gustar a quien la descubre por primera vez.

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