En Córdoba

Las Seis Laicas de Posadas ignoradas por la memoria histórica de Sánchez son recordadas en una capilla

La iglesia de esta localidad andaluza abre la Capilla de las Beatas con los restos de estas mujeres mártires

No pertenecían a ningún partido político ni a ninguna orden religiosa cuando fueron asesinadas por milicianos

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Segundo Sanz

Las Seis Laicas de Posadas (Córdoba) asesinadas por la «canalla marxista» durante la persecución religiosa del 36 ya cuentan con una capilla en la Iglesia parroquial de Santa María de las Flores, donde serán recordadas. OKDIARIO informó en agosto de 2021 del caso de estas mujeres mártires, poco antes de su beatificación en octubre del mismo año, por ser parte de esa otra memoria histórica que ignora el Gobierno de Pedro Sánchez.

La Diócesis de Córdoba celebró el sábado 13 de diciembre en dicha iglesia parroquial una misa de acción de gracias, y el Obispo, monseñor Jesús Fernández, bendijo la nueva capilla, denominada Capilla de las Beatas.

Sus nombres son Josefa Bonilla Benavides (murió con 34 años); María Luisa Bonilla Benavides (con 39 años); Antonia Durán Palacios (con 26 años); Julia Durán Palacios (con 31 años); Antonia Palacios Bonilla (con 59 años); y María Brígida Toledano Osa (con 77 años), según el trabajo de investigación –con declaraciones de testigos y consulta de registros oficiales– realizado por la Diócesis de Córdoba.

Fue con motivo de su proceso de beatificación, en la causa –iniciada en 2010– del sacerdote Juan Elías Medina y otros 126 mártires cordobeses de la persecución religiosa durante la Guerra Civil, cuando un equipo integrado por forenses y antropólogos, bajo supervisión de la Diócesis de Córdoba, exhumó los restos de estas seis mujeres, que fueron inhumadas en nichos separados en el Cementerio de Posadas en 1936 tras su martirio.

Unos trabajos en los que sorprendió el estado de conservación de los cuerpos momificados, a diferencia de otros casos en la provincia. OKDIARIO publicó en 2021 imágenes de los féretros de madera donde se encontraban los restos de las Seis Laicas de Posadas, y las lápidas de sus nichos.

No ocurrió lo mismo con los otros dos beatos de esta localidad andaluza, el párroco Mariano Fernández-Tenllado Roldán y su coadjutor Leovigildo Ávalos González, que también murieron a manos de milicianos republicanos, pero fueron arrojados a una fosa común y no resultó posible su exhumación. Por estos ocho mártires, se encendieron ocho velas el sábado en la nueva Capilla de las Beatas.

«Concordia»

El párroco de Posadas, José Miguel Bracero, subrayó que estos ocho mártires de la persecución religiosa del siglo XX son «patrimonio espiritual para el pueblo» y destacó que se les puede pedir intercesión después de su beatificación. Asimismo, Bracero resaltó que la Capilla de las Beatas es «un lugar para la oración, la concordia, el perdón y la paz», según informó la Diócesis de Córdoba.

La «emotiva» ceremonia celebrada el pasado sábado contó, además, con la presencia de Demetrio Fernández, obispo emérito de Córdoba, y de familiares de los mártires. También hubo representantes de las hermandades de este municipio cordobés y de asociaciones sociales y civiles. En la capilla también hay un relicario con el rosario encontrado en el bolsillo de una de las beatas.

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Imagen con las lápidas de dos de las Seis Laicas de Posadas publicada por OKDIARIO en 2021.

En aquellos trágicos sucesos del 36, una vez tomado el cuartel de la Guardia Civil de Posadas por los milicianos, con apoyo de anarquistas y las Juventudes Socialistas Unificadas (JSU), se desataron las persecuciones y las ejecuciones. «Las llevaron todas juntas en la noche del 27 de agosto de 1936 a una finca próxima a la localidad. Las mataron después de sufrir los mismos tormentos y no pocas vejaciones. Los asesinos abusaron de las dos hermanas Durán Palacios ante su madre, ésta atada a un árbol (su cadáver tenía huellas de ataduras en los brazos y las muñecas). Luego dispararon sobre las seis mujeres, quedando algunas aún vivas y malheridas, y todas fueron arrojadas a un pozo lleno de agua». Así relata los hechos el libro Testigos de Cristo (2021) elaborado por Miguel Varona Villar, sacerdote y director del Secretariado diocesano para las Causas de los Santos, uno de los impulsores de este proceso de beatificación.

Estas mujeres pertenecían a ningún partido político ni tampoco habían militado en sus juventudes. Y no empuñaron bayonetas ni fusiles. Su única arma frente al terror rojo, la más poderosa, era la fe católica y por eso las mataron. Lo hicieron los republicanos un 27 de agosto de 1936, como rezaba en sus lápidas: vilmente asesinadas por la «canalla marxista».

Tampoco formaban parte de ninguna orden religiosa. Eran mujeres que dedicaban su tiempo a la Iglesia como laicas, bien dando clases de catequesis, participando activamente en la vida cofrade o cuidando una ermita. Esa entrega a la comunidad cristiana las llevó a la muerte, pero no al olvido, aunque el actual Gobierno de Pedro Sánchez, tan aficionado a la propaganda frentepopulista, silencie estos crímenes.

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