El médico de Posadas (Córdoba) asesinado por una checa socialista y olvidado por la «memoria» sanchista
La plataforma de Girauta, Esperanza Aguirre y Marcos de Quinto le homenajeó en 2023
OKDIARIO pone rostro a Simón Serrano Benavides, apresado por los secuaces de Agapito García Atadell
El de Simón Serrano Benavides, médico natural de Posadas (Córdoba), es uno de los crímenes del terror rojo más olvidados por la «memoria» sanchista. Precisamente por ello, la plataforma Pie En Pared de Juan Carlos Girauta, Esperanza Aguirre y Marcos de Quinto, entre otros comprometidos con la batalla cultural, le rindieron homenaje en 2023 justo en el lugar de Madrid donde se encontraba la checa socialista en la que estuvo recluido aquel septiembre de 1936. A partir de una tarea de investigación y tras acceder a documentación oficial, OKDIARIO pone rostro a esta víctima, objeto de una falsa acusación lejos de su tierra, y relata los pormenores del asesinato de este hombre de 28 años. Para que no caiga en el olvido.
«Durante la Guerra Civil, Madrid albergó una red formada por 345 checas, muchas más de las que los estudios al respecto recopilan. Cerca de 3.000 de las personas que pasaron por ellas acabaron asesinadas. Nadie recuerda a Simón Serrano Benavides, que sólo salió de aquí para ser fusilado en Moncloa», dijo Girauta en abril del año pasado, recordando a este médico cordobés junto a otras víctimas de la barbarie republicana en la Guerra Civil. El acto en plena calle se celebró en el número 42 del Paseo de la Castellana, justo donde estaba la checa socialista del sanguinario Agapito García Atadell tras ser requisado el palacete de los Condes del Rincón, en la esquina con la desaparecida calle Martínez de la Rosa o calle de la «S».
Pero, ¿quién fue el aludido? ¿Cuál es su historia? Simón Serrano Benavides nació en Posadas (Córdoba) en 1908 fruto del matrimonio de Ildefonso Serrano Guzmán y Patrocinio Benavides Serrano. Tuvo tres hermanos menores que él, María Luisa, Alfonso y Luis. Cursó sus primeros estudios en esta localidad de la Vega del Guadalquivir e hizo después la carrera de Medicina y Cirugía en Sevilla. Una vez titulado, se casó en 1933 con Elvira Vilela Benavides, una prima lejana, y acabaron estableciendo su domicilio en la capital de España, donde Simón preparó oposiciones. Quería ingresar en el Cuerpo Médico del Ejército.
Sin embargo, no consiguió este objetivo, pues el 17 de septiembre de 1936 fue asesinado por la checa socialista de Agapito García Atadell, tipógrafo del PSOE y UGT y activista bien relacionado con miembros del Gobierno republicano. Por ejemplo, hay constancia de que Anastasio de Gracia, presidente de UGT, ministro de Industria y luego de Trabajo en el 36, visitaba la checa liderada por García Atadell. Lo cuenta así el historiador José María Zavala en Los gánsters de la Guerra Civil (Plaza & Janés, 2006): «Para la realización de sus fechorías, los chequistas de Atadell contaban con el respaldo de la autoridad oficial y de la Agrupación Socialista Madrileña, así como de la minoría parlamentaria del Partido Socialista, cuyos representantes, incluido algún ministro como Anastasio de Gracia, visitaban la checa y alentaban a sus miembros».
Al médico Simón Serrano Benavides lo apresaron el 14 de septiembre en el número 47 de la calle Lista (ahora Ortega y Gasset), según puede leerse en las declaraciones de dos testigos (su mujer y su tío Bartolomé Benavides Páez) a las que ha accedido este periódico. El aparato socialista y la prensa afín difundieron entonces un gran bulo sobre el trágico episodio. «También han sido detenidos Ramón Serrano Benavides y Rafael Calvo de León, ambos jefes de Falange Española en Posadas y Palma del Río (Córdoba), respectivamente. Los dos se encontraban refugiados en una casa de la calle de Los Madrazo. Habían venido a Madrid para recibir instrucciones de los cabecillas rebeldes, pero como el movimiento estalló antes de la fecha para la cual estaba fijado, se quedaron en la capital», pudo leerse entonces en la propaganda republicana.
Una mentira tras otra. Ni Simón era jefe de Falange en su pueblo natal, ni había llegado a la capital en recientes fechas desde dicha localidad de Andalucía, fundamentalmente porque ya residía en Madrid desde hacía tiempo, ni se dedicaba a la política. Eso sí, era de familia conservadora, un «derechista», por lo que esta pertenencia ideológica fue el móvil de un chivatazo que acabó dando con su paradero, según declaró su mujer. Una delación en la que incluso pudieron participar elementos del Comité Revolucionario de Posadas que encabezó José Martínez Santiago, El Mellizo, alcalde republicano. La capital en ese momento era un hervidero de quintacolumnistas y análogos, como el sindicato de porteros de UGT, cancerberos que pasaban información a los brazos ejecutores de la ignominia marxista.
Prueba de que Simón y su mujer Elvira ya vivían en Madrid desde tiempo atrás es, por ejemplo, la declaración ante la autoridad judicial que prestó la esposa del médico en el Consejo de Guerra de Manuel Fernández Fernández, alias Manolito El Carnicero, un escopetero republicano de Posadas. Aquí figura que su hija Dolores Fernández Pedrajas sirvió de «doméstica» en la casa del matrimonio en la capital «desde febrero de 1936». Es decir, al menos desde cinco meses antes de que estallara la guerra, por lo que en absoluto Simón Serrano se había desplazado de Posadas a Madrid para recibir instrucciones, y menos como jefe local de Falange, porque no lo era. La propia Elvira subraya esta mentira de la prensa oficialista en un pasaje de su declaración, donde lanza además una sospecha: la posible participación de Manolito El Carnicero, vinculado al Comité Revolucionario de Posadas, en la delación de su marido, pero este extremo nunca se confirmó.
El 17 de septiembre de 1936, según la fecha que constaba en la Dirección General de Seguridad, Simón Serrano Benavides fue conducido desde la checa socialista de Agapito García Atadell hasta las inmediaciones de la Moncloa, donde los escopeteros le descerrajaron dos tiros: uno en «la sien izquierda» y otro «junto al corazón». Su cadáver fue enterrado en el Cementerio del Este, pero después sus allegados trasladaron sus restos al panteón familiar de Posadas. «En Madrid vilmente asesinado por los enemigos de Dios y de España», reza en su lápida. La otra memoria histórica.