Sánchez deja sin voz a las empresas españolas en la crisis turca: bloquea al embajador por venir del PP
Pedro Sánchez ha dejado sin voz ante el Gobierno de Recep Tayyip Erdogan a las empresas españolas en plena crisis turca. El presidente del Gobierno ha bloqueado el nombramiento del nuevo embajador ya pactado con Turquía en el peor momento que han vivido en años las compañías españolas. Y lo ha hecho simplemente porque el nuevo embajador había sido negociado por el PP y es un hombre que trabajó para el Gobierno de José María Aznar.
La persona que tenía que haber estado ya en activo en su plaza diplomática en Turquía es un diplomático de acreditada carrera. Su nombre es José María Robles Fraga, fue diputado del PP y desde 2009 ha ocupado el cargo de director de Relaciones Institucionales del Banco Santander.
Robles Fraga había solicitado ya el reingreso en la carrera diplomática tras solicitárselo el Gobierno de Mariano Rajoy y tras haber aceptado Turquía su nombre. Pero en medio se cruzó la moción de censura, la llegada al Gobierno de Sánchez, y el deseo del nuevo presidente de retocar todo lo que llegase de la época del PP. El candidato de Sánchez pasó de este modo a ser Juan González-Barba. Y se tomó la decisión oficial de bloquear a Robles Fraga.
Pero el cambio ha chocado con un problema que Sánchez y sus improvisaciones no previeron: que el nombre de José María Robles Fraga había sido ya negociado y aceptado por Turquía. Y un cambio tras ese trámite ni sienta bien a la diplomacia turca ni suele ser atendido con gusto ni celeridad.
El resultado ha sido que el anterior embajador en Turquía cesó el 12 de junio. Y que, por lo tanto, la crisis de la lira turca ha llegado sin embajador al que el Gobierno español y las empresas españolas puedan recurrir para tener un mínimo cauce de interlocución en un momento que ha provocado, sólo a BBVA, un coste en bolsa a estas alturas de más de 3.000 millones de euros.
La explicación oficial alude a que Exteriores decidió frenar no sólo este cargo, sino también la renovación de un total de más de 40 embajadores de España para pensárselo mejor. Y es que se trataba de las renovaciones diplomáticas pactadas por el Gobierno de Rajoy en un momento en el que ni se pensaba en la posibilidad de que llegase el PSOE al poder.
El problema es que en medio de ese bloqueo generalizado, las prisas políticas impidieron analizar caso por caso y darse cuenta de que, por ejemplo, en el supuesto de Turquía se contaba ya con el plácet del Gobierno de Erdogan para sentar a Robles Fraga como nuevo embajador. Y ahora, dar la vuelta a esa decisión será una tarea complicada.
El diplomático y exdirigente del PP José María Robles Fraga ya tenía el visto bueno del Gobierno turco desde antes de la moción de censura que llevó al poder a Sánchez. Y Robles Fraga, que llevaba 17 años fuera de la diplomacia y estaba en un puesto ejecutivo del Banco de Santander, había renunciado y a su cargo para asumir el reto de una de las plazas más emblemáticas de la representación exterior española.
Ahora habrá que recomponer ese rompecabezas. Pero con un problema: durante todo este tiempo las empresas españolas pueden seguir perdiendo dinero en Turquía. Y esas compañías no tienen nadie a quien recurrir por la improvisación política.