GUARDIA CIVIL

Marlaska mantiene averiadas 13 de las 22 patrulleras del Estrecho 2 meses después del crimen de Barbate

Ni refuerzo de medios humanos, ni declaración de profesión de riesgo: siguen sin embarcaciones contra el narcotráfico

Guardia Civil patrulleras
Pelayo Barro

En la Guardia Civil no dan crédito al hecho de que, dos meses después del asesinato de dos compañeros por una narcolancha en Barbate (Cádiz), más de la mitad de su flota de patrulleras en el Estrecho siguen inoperativas. De 22 totales, sólo 9 están listas para ser usadas hoy en día en misiones contra el narcotráfico o la inmigración ilegal. Es prácticamente la misma situación que se encontraron los agentes el 10 de febrero, cuando a falta de embarcaciones rígidas para hacer su trabajo tuvieron que hacerse al agua con una zódiac y enfrentarse a una potente narcolancha que les superaba, y mucho, en tamaño y potencia.

Pocas horas después del asesinato de Miguel Ángel GonzálezDavid Pérez, los dos agentes que perdieron la vida en aquella fatídica noche en el puerto de Barbate, entre parte de sus compañeros se extendió la creencia de que sus muertes no serían en vano. Vista la atención mediática y la presión política generada por el incidente, algunos pensaron que era la gota que colmaría el vaso, que el Gobierno echaría el resto en la lucha contra el narco y comenzarían a fluir los medios técnicos y humanos que venían reclamando desde hace años para su misión.

Ahora, más de dos meses después, en conversación con OKDIARIO, estos mismos agentes reconocen que su esperanza era errónea: «No ha cambiado nada y no va a cambiar nada». Así lo asumen agentes que llevan años dedicados a la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico en el Campo de Gibraltar, la que definen como «sin duda, la zona más peligrosa e insegura de España ahora mismo para ser guardia civil».

El balance, dicen, es «desolador» y «desmotivante». No ha habido refuerzos humanos, más allá del relevo hombre por hombre de los fallecidos en Barbate, tal y como reveló OKDIARIO. Tampoco se han dado pasos para reconocer el Estrecho como Zona de Especial Singularidad (ZES), y por el camino el Gobierno se ha opuesto en Bruselas a que la labor de los guardias civiles sea protegida como profesión de riesgo. De medios materiales tampoco ha habido grandes novedades, en un periodo en el que el Ejecutivo sí ha firmado la compra de 200 visores nocturnos para la lucha contra el narcotráfico y la inmigración en el Estrecho. Pero desde la otra orilla, ya que esos visores se han ido directos a equipar a la Gendarmería de Marruecos.

Según denuncian fuentes de la Guardia Civil, no hay mayor prueba de la inacción por parte del Ministerio del Interior que el estado actual de la flota de patrulleras y lanchas rígidas del Servicio Marítimo de Cádiz y Algeciras: de 22 embarcaciones, sólo funcionan a día de hoy 9, según datos recopilados por la Asociación Unificada de la Guardia Civil (AUGC). Un 40%. Hay otras trece con problemas en los motores, en el casco o en sus sistemas de navegación. Una «grave carencia de patrulleras», denuncian. 

Alerta sobre Algeciras

Pese a todo, el Gobierno y el ministerio que dirige Grande-Marlaska aseguran que España está «ganando» su guerra al narcotráfico. Y mientras, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas (Frontex), el organismo encargado de coordinar el control de los límites geográficos de la Unión Europea, constata en un informe que España ya es la segunda ruta utilizada por el narcotráfico mundial para introducir droga en el continente. Lo es, concretamente, por el auge de las entradas de cocaína a través de los puertos de Algeciras y Valencia. Mientras, el Gobierno sigue insistiendo en que su plan para contener al narcotráfico funciona.

«Somos nosotros quienes estamos ganando la batalla al narcotráfico y quien quiera lanzar unas ideas distintas a éstas, que sólo atienda a los resultados». La frase pertenece al número 2 de Interior, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez. Unas declaraciones que han soliviantado a los guardias civiles que luchan contra el narcotráfico en el Estrecho, que ven cómo la situación se va de control mientras siguen reclamando más medios técnicos y humanos para realizar su trabajo.

Los agentes dedicados a estas tareas desmienten ese desmedido optimismo por parte de Interior, y dibujan un escenario mucho más preocupante. No están solos en su análisis: Frontex, en un informe sobre riesgos para las fronteras de la UE en 2023 y 2024, señala claramente a los puertos de Algeciras y Valencia como la ruta secundaria del narco en Europa. Ambos puertos recibieron la mayor parte de las 34 toneladas de cocaína que entraron por la península Ibérica (Setúbal, en Portugal, es el tercer puerto de entrada).

«Las nuevas rutas marítimas desde América Latina a puertos del Mediterráneo incrementan el riesgo de tráfico de cocaína en el sur de Europa, convirtiendo la región en un centro de distribución de cocaína entre Europa y Oriente Medio», advierte Frontex.

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