Maíllo o Alonso, posibles relevos al frente de la Secretaría General del PP
La más que previsible marcha de María Dolores de Cospedal al nuevo Ejecutivo –podría ocupar la cartera de Interior o la de Defensa– deja abierto el relevo al frente de la Secretaría General del partido a partir del próximo congreso del PP.
Las posibilidades para hacerse con las riendas de Génova 13 son esencialmente dos: bien Fernando Martínez Maíllo, actual vicesecretario de Organización y uno de los nombres al alza en la cúpula del partido, o bien Alfonso Alonso, un “hombre de Rajoy” en el que el presidente ya confió para contener el incendio en el País Vasco tras la marcha de Arantza Quiroga, en octubre del año pasado, y que encabezó las listas populares en las elecciones vascas del pasado septiembre. De ser nombrado responsable del partido, Alonso tendría que estar “a caballo” entre Madrid y Bilbao.
Ambos son candidatos de peso para suceder a Cospedal en una legislatura sin duda compleja, como asume todo el PP. De hecho, el propio Maíllo recordó este miércoles que la decisión compete en exclusiva al jefe del Ejecutivo y asumió la necesidad de contar con un partido “fuerte” en un momento de inestabilidad parlamentaria. «Es importante tener un Gobierno fuerte y también, cuando se gobierna, tener un partido fuerte que dé apoyo al Gobierno. Creo que ésas son dos claves importantes y en eso está el presidente del Gobierno», aseguró sin despejar ninguna incógnita.
Maíllo es, sin duda, una de las personas mejor situadas para ocupar ese puesto, ya que como ‘número tres’ ha ganado gran experiencia estos casi dos años en la vicesecretaría de Organización. Designado directamente por Rajoy, en junio de 2015, el ex presidente de la Diputación de Zamora ha adquirido en este tiempo un peso creciente en el partido, incluso al nivel de la propia Cospedal.
De perfil discreto, quienes le conocen hablan de él como un auténtico “hombre de partido” que, sin hacer ruido, destaca especialmente por mantener una relación con los cuadros intermedios en los distintos territorios.
Él mismo asume que su función es la de mantener la cohesión en el PP y también tratar de evitar que las crisis territoriales repercutan en el Gobierno. No en vano, a él le tocó lidiar con una de las últimas y más graves, la de Rita Barberá, imputada por presunto blanqueo de capitales en el ‘caso Imelsa’.
El vicesecretario de Organización admitió que su actuación –nada más conocerse el caso, anunció la apertura de un expediente informativo y su intención de depurar responsabilidades– le valió mensajes “poco agradables” por parte de Barberá.
Quienes en el PP y en el equipo de Rajoy sugieren a Alfonso Alonso como el candidato de mayor peso destacan que fue ya uno de los más valorados por el presidente del Gobierno en su etapa como ministro de Sanidad.
Con grandes habilidades para la comunicación –fue portavoz del grupo parlamentario popular desde 2008 y hasta ocupar la cartera–, Alonso supo ganarse pronto la confianza de Rajoy. Tanto así, que el año pasado el jefe del Ejecutivo le confió la difícil tarea de contener una crisis en el PP vasco después de que Arantza Quiroga anunciase su marcha tras el incendio provocado en el partido por su propuesta de incluir en el diálogo para el acuerdo de convivencia a representantes de la izquierda abertzale.
La llegada de Alonso logró evitar la fractura en uno de los territorios más complejos para los populares. Y aunque los resultados electorales del pasado 25S fueron tibios –un diputado menos que en 2012–, sí lograron evitar un descalabro aún mayor en un escenario amenazado por la entrada de Podemos.
Rajoy ha alabado en numerosas ocasiones el trabajo de Alonso, con quien le une una estrecha y reconocida relación personal. Muestra de ese afecto son los calificativos con los que, recientemente, el presidente se refería a él: “Un compañero, un amigo, un político de altura y una persona de bien”. Según decía Rajoy entonces, Alonso cuenta con “una rara mezcla de juventud y de experiencia y una ejecutoria de éxito tanto en el Pais Vasco como en toda España».