Juicio al 'procés'

Lo que abunda no daña: más violencia contra los policías en los colegios el 1-O

Día tras día, en las últimas dos semanas, se suceden los testimonios de guardias civiles y policías citados por la Fiscalía para demostrar que la violencia existió y que formó parte de un plan específicamente diseñado para emplearla contra ellos y a favor del referéndum.

policias voto
Policía Nacional abandonando los hoteles de Cataluña tras el fin de la Operación Copérnico

Lo que abunda no daña. La máxima latina quod abundat non nocet es un principio jurídico que suele citarse, vulgarmente, para hacer referencia a cómo los tribunales al dictar sentencias reiterativas -soluciones análogas a discusiones parecidas- conforman jurisprudencia. Es decir, ante lo que se repite, la manera más justa de resolver es ésa y no otra. Y a ello parece haberse aferrado literalmente el Ministerio Fiscal en su petición de testigos. Comparecen cada día en la Sala guardias civiles y policías nacionales que narran, una y otra vez, hechos, actitudes y escenas idénticas sobre lo que ocurrió en los centros de votación de Cataluña, durante el referéndum ilegal del 1 de octubre.

Formar la convicción de un tribunal requiere su tiempo. Así que los fiscales interrogan a cada uno de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado llamados a declarar, como si fueran el primero en hacerlo. Son conscientes de que cuantas más pruebas coincidan sobre una misma cuestión, mejor se pondrá ésta de manifiesto y, por tanto, quedará más rotundamente demostrada. Ergo, lo que abunda, no daña.

Así desfilan los testigos policiales, a una media de quince por jornada, en las últimas dos semanas. Gracias a ellos se han revelado datos inquietantes y «episodios gravísimos» como los ‘presuntos’ mossos de paisano -con armas cortas «bajo la chaqueta», pinganillos ocultos, botas tácticas y una defensa extensible- detectados el 1-O en los alrededores de la escuela Pau Romeva de Barcelona por los equipos de ‘contravigilancia’ del CNP. Finalizada la intervención de sus compañeros de antidisturbios, aquellos dos individuos salieron rápidamente tras ellos para perseguirlos en un coche, no ‘logotipado’, cuya matrícula estaba a nombre del departamento de Presidencia de la Generalitat.

Los testigos policiales citados por Fiscalía narran los mismos hechos, insultos y acciones violentas. Buscan formar la convicción del tribunal

O los tres agentes que han declarado cómo poco después de la escena descrita, su jefe de equipo recibía una llamada avisando de que, en aquel mismo centro, los ciudadanos habían hecho un cerco de defensa y dos coches de mossos bloqueaban el acceso, tras ser advertidos de la llegada de efectivos policiales. Por tanto, era recomendable ‘abortar’ cualquiera de las intervenciones previstas.

La violencia específica contra los agentes fue la triste ironía de un proceso que se declaraba pacífico pero donde las actuaciones, autorizadas judicialmente, de los policías y guardias civiles que trabajaban en Cataluña, en otoño de 2017, fueron la punta de lanza de los ataques contra el Estado español al que representaban. Aquel ambiente hostil y sistematizado, que se mascaba los días previos al referéndum ilegal, quedó reflejado en tantos centros de votación, de tantas demarcaciones diferentes, que, una vez más, resulta imposible creer que fueran el resultado de decisiones espontáneas e inconexas. Ahí está la Fiscalía con sus interrogatorios, cual ‘martillo pilón’, para acreditarlo.

Los agentes de las comisiones judiciales y las unidades de intervención de orden público fueron tratados como enemigos. Los colegios electorales se convirtieron en el escaparate perfecto para acreditar cómo la inacción manifiesta de la Administración Central y su desaparición progresiva-en una región donde el Govern, hoy por hoy, gestiona todo menos el ejército, la emisión de moneda y el sistema de Justicia- no debió ser únicamente repuesta a costa del sacrificio personal y la integridad física de quienes están obligados, y entregados, a su defensa.

La seguridad ciudadana transferida a los Mossos, en Cataluña. El 1-O esto jugó en contra de los guardias civiles y policías que actuaron para impedirlo

Las competencias en materia de seguridad ciudadana fueron cedidas en bloque, hace demasiado tiempo, a los Mossos. Debieron actuar pero evitaron hacerlo. Hoy ha sido puesto en evidencia por una de ellos. La primera agente, destinada a un colegio de Cardedeu en Barcelona, que da explicaciones en el Tribunal Supremo sobre la actuación de su Cuerpo:  «¿Incautó usted material?», pregunta el abogado de la acusación popular. «No», responde. «¿Impidió que votasen?», insiste el letrado. «No, no nos era posible», se escurre ella. «¿Pidieron ayuda?», continúa el abogado. «Las comunicaciones las llevaba mi compañero… pero me consta que sí», asegura la agente. Prosigue la acusación popular con el hilo: «¿Comparecieron unidades de ARRO o de BRIMO?».»No», tajante. «¿Pidieron entonces ayuda a Guardia Civil o Policía Nacional?». Una vez más: «No».

«¿Entonces qué hicieron?», espeta el abogado. «Estábamos en las cercanías del centro observando la gente que había y al ser imposible acceder al mismo nos mantuvimos en vigilancia en el exterior», balbucea la testigo. «La gente estaba en situación de espera en las inmediaciones. Conglomerados en la entrada», comenta. Una forma sutil de explicar que la puerta principal, la bloqueaban. «Se veía movimiento, unos entraban y otros salían pero por la cantidad que circulaba y desde nuestra posición no se podía ver la entrada», luego debían estar a una prudencial distancia para no interferir demasiado. «Eran ciudadanos de a pie en actitud pacífica», eso sí lo certifica.

Lo último en España

Últimas noticias