Crónica de campaña

Iván Redondo prometió a los ‘barones’ del PSOE una victoria clara

Guillermo Álvarez Vara e Ivan Redondo el 22 de septiembre en el Teatro Romano de Mérida
Vara y Redondo

A los pocos días de que su patrón, el aún presidente Sánchez, disolviera las Cortes, el gurucillo Redondo citó en el campo de operaciones socialista de Ferraz a los denominados “barones regionales”, presidentes de comunidades, secretarios y vicesecretarios generales del partido. Allí en una sala preparada al efecto, Redondo desplegó las mejores galas de seducción: pizarra para dibujar los escenarios políticos que a partir de entonces se abrían ante el electorado español y, sobre todo, una facundia de pastor evangélico latino, trufada, claro está, de términos abstrusos con los que asentar su pericia prospectiva. Redondo, entre pintadas alusivas a su representación, rayas confluyentes y fórmulas que parecían de la más elevada trigonometría, explicó que todo estaba bajo control, que en todos los escenarios diseñados el PSOE era el favorito y que, en consecuencia, la victoria estaba más que asegurada, siempre y cuando los presentes se ajustaran a los dictados de Moncloa.

Alguno de estos periféricos llamados a rebato confesaron luego a ciertos periodistas que salieron de la antigua casa del fundador Pablo Iglesias, el impresor, con la conciencia de que Redondo les había tratado como púberes políticos, como si ellos no hubieran ganado nunca una elección. Así que fíjense cómo se quedaron Page o Fernández Vara, éste además especialmente crítico con el jefe de Gabinete de Sánchez que una vez electoral articuló toda serie de martingalas tóxicas para impedir que el PSOE ganara en Extremadura en beneficio de Monago. Los dos, Page y Vara, estarán ahora, vistas las encuestas, volcando piropos sin duda sobre el gurucillo enredador.

La suficiencia de Redondo fue similar a la que otro socialista visionario, Zapatero, utilizó hace también  unas fechas para instruir a los periodistas que le aguantaban en que lo de Cataluña no era delito -como suena- que era sólo un ejercicio de libertad de expresión. Los periodistas con los que este cronista ha podido hablar aún no se han repuesto del espasmo. Este Zapatero es el mismo -al tipo no le cambia ni la edad-  que hace unos años en el Congreso de los Diputados y en un rifirrafe dialéctico durísimo con Rajoy a cuenta del Estatuto de Cataluña que él mismo había patrocinado, llegó a amenazarle con esta sentencia profética: “El Estatuto durará cien  años y cuando se vean sus efectos benéficos, vendré aquí a las Cortes para recordarle que usted se lo quiso cargar”. Nada menos: un visionario alienado según se está desgraciadamente demostrando.

Tribu de irresponsables

Sánchez, la verdad, está superando su antecesor. Tras enterarse de que Casado se marchaba a Barcelona improvisó un viaje pero se guardó con corazas, armado,  como si no acudiera a esa ciudad donde, en opinión de su ministro Marlaska, “se puede pasear con toda normalidad”. Las fotos de un escolta empuñando un subfusil y de otro portando una maleta repleta de artilugios para que al jefe no le llegue nunca una bala perdida, confundió en principio a los cronistas de España: todos creyeron, también el firmante, que esa foto tenía origen en Chile donde, ya se sabe, también la insurrección, bolivariana en este caso, está levantando las calles para impedir que un presidente “de derechas” pueda seguir gobernando.

Pero a los policías que no son de la escolta presidencial aquí en España les cae Sánchez como un auténtico tiro en el tafanario; peor que mal. El sindicato mayoritario de estos funcionarios, JUPOL, ha puesto una denuncia a su ministro para que todo el país sepa que éste directamente éste, ordenó la pasada semana a los efectivos que estaban combatiendo contra los terroristas del independentismo, que en absoluto utilizaran medios contundentes para alejar a los facciosos, que estaban prohibidas los armas disuasorias más terminantes y que, además, no podían reclamar la presencia de la Guardia Civil que, a doscientos metros de los agitadores, permanecía atada de pies y manos y sin poder sofocar ni siquiera los incendios. La JUPOL le va a amargar la vida a Marlaska antes que éste se vuelva a la Judicatura donde antaño era un buen profesional. ¿Qué hacer con esta tribu de irresponsables?

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