LA No se separa ni un minuto de la valla de el mirador de El Paso. Desde este punto, en el que aguardan otros vecinos, Inés ve su casa. De momento sigue en pie. Pero no sabe hasta cuándo. Todas las de su alrededor, las de sus vecinos de toda la vida, ya no están. La colada de lava se las ha llevado por delante dejado un paisaje desolador en el barrio de El Paso.
Inés atiende a OKDIARIO a escasos dos kilómetros de la zona de la erupción. Se resigna a marcharse a uno de los lugares habilitados por Protección Civil para acoger a los más de 5.000 desalojados. Ha pasado la noche entre la vivienda de su hija y este punto. «Quiero estar aquí pendiente de lo que pasa, son muchos años de trabajo empleados aquí» relataba.
«Mi vivienda todavía está en pie, la veo desde aquí, pero parte del barrio ya se ha ido» explica entre lágrimas. Inés reconoce que «hasta que no acabe no puedes dormir, no comes, no puedes estar tranquila». Espera que «lo que queda del barrio no se vaya» ya que «es toda una vida, yo toda la vida he sido de El Paraíso». La impotencia que vive esta palmera es difícil de describir.
Con la frustración de una situación de estas características Inés asume que «ha tocado mi barrio». No se lo esperaban. Las autoridades y los expertos apuntaban que la zona más peligrosa era la de Jedey, a unos tres kilómetros del lugar dónde vive ella, y que de haber erupcionado por ahí no habría provocado los destrozos que el río de lava ha dejado a su paso.
Como la mayoría de los 5.000 desalojados, si la suerte de que su casa siga en pie le acompaña, Inés no sabe cuándo podrá volver a la vivienda familiar. El volcán podría seguir erupcionando días o semanas, y eso provoca que nadie sea capaz de predecir el día en el que los desalojados que no han perdido su vivienda pueden volver a sus casas.