Cuando el arte y la sostenibilidad se unen: esculturas submarinas para salvar los arrecifes
La cobertura de los arrecifes de coral ha disminuido más de un 50%
El material empleado es hormigón con PH neutro para evitar daños a los arrecifes
También podemos disfrutar de estas esculturas en suelo español

Alrededor de una cuarta parte de toda la vida marina depende de los arrecifes de coral, que constituyen uno de los ecosistemas más valiosos y amenazados de nuestro planeta. En los últimos 40 años, la cobertura de corales ha disminuido más de un 50% debido a diferentes causas, como el cambio climático, la acidificación de los océanos, la sobrepesca y el turismo.
Proteger estos arrecifes coralinos resulta una obligación ineludible no sólo por toda la inmensa biodiversidad que atesoran, sino porque también son una barrera natural que protege las costas de la erosión y de las tormentas, además de suponer un recurso económico imprescindible para las comunidades costeras.
Por todos estos motivos es tan reseñable la labor del escultor y fotógrafo submarino Jason DeCaires Taylor. Este artista británico es conocido por sus espectaculares esculturas submarinas que, con el paso del tiempo, se acaban convirtiendo en arrecifes artificiales, contribuyendo así a la conservación de estos ecosistemas.
Arte público
Taylor ha sido uno de los primeros autores en apostar por el medio acuático como un espacio de arte público. En el año 2006, puso en marcha el primer parque de esculturas submarinas del mundo, situado frente a la costa de la isla caribeña de Granada. Dichas esculturas sólo se pueden ver buceando o desde barcos especiales con suelo de vidrio transparente.
«El Parque de Esculturas Submarinas de la Bahía de Molinere está ahora catalogado como una de las 25 mejores maravillas del mundo por National Geographic», se explica en la página web del escultor.
Esta obra jugó además un papel decisivo, asegura el artista, «para que el gobierno declarara el sitio como Área Marina Protegida nacional». Taylor ha producido más de 1.200 esculturas públicas terrestres y submarinas en todo el mundo, que son visitadas por miles de personas cada semana.
PH neutro
Las esculturas de Taylor están ideadas para integrarse en el ecosistema marino y estimular el crecimiento de los corales. Para ello, utiliza hormigón marino de PH neutro, a fin de evitar la alteración de la química del agua, una cuestión clave para impedir su acidificación.
Dicho material favorece, al mismo tiempo, que los corales se adhieran y crezcan sobre las propias esculturas, las cuales además están diseñadas con una textura rugosa que facilita la colonización por parte de estos organismos.
Otra de las claves es el empleo de una técnica conocida como lifecasting, que utiliza moldes de personas reales elaborados en escayola. Una vez creado el molde, se rellena con hormigón marino para formar la escultura.
Escenas cotidianas
Las estatuas, de un evidente realismo, suelen representar a personas en escenas típicas de la vida cotidiana, pero dándoles un giro ecológico. Son obras que abordan la relación entre los seres humanos y el medioambiente con el propósito de invitar a la reflexión.
Un individuo absorto en la contemplación de una televisión desde su sofá, otro tumbado sobre el capó de un coche, un círculo de personas cogidas de la mano, banqueros en posición orante y con la cabeza oculta en el suelo… El simbolismo siempre está presente en este arte submarino al servicio de los arrecifes de coral.
Regeneración
Las esculturas submarinas de Taylor suelen ser ubicadas en lugares en los que los arrecifes naturales han sufrido importantes daños. El propósito es contribuir así a la regeneración de los corales, y de la propia vida marina que albergan estos arrecifes.
Por ejemplo, en la Bahía de Molinere, las obras escultóricas han servido como base para la expansión de los corales y el refugio de multitud de especies marinas en un enclave particularmente afectado por el huracán Iván en 2004.
En otros casos, como el Museo Subacuático de Arte (MUSA), del cual Taylor fue cofundador en el año 2009, convirtiéndose en el primer museo subacuático del mundo, el objetivo de las esculturas es desviar la presión del turismo de los arrecifes naturales. En este caso, el MUSA se encuentra frente a la costa de Cancún (México).
Homenaje a la ciencia
Taylor también ha colaborado con el Museo de Arte Subacuático (MOUA), un museo submarino ubicado en la Gran Barrera de Coral, en Australia. Para el MOUA se diseñó un conjunto de esculturas que tratan de homenajear a los científicos e investigadores encargados, precisamente, de preservar la naturaleza marina.
Otra pieza para esta misma institución fue la conocida como la sirena del océano, cuya particularidad es que cambia de color según la temperatura del agua. Con ello se quiere alertar sobre el impacto del cambio climático.
Lanzarote
En España también podemos encontrar obras de Taylor, en concreto en Canarias, donde el escultor creó el Museo Atlántico de Lanzarote en 2017. Hablamos del primer museo submarino de Europa, iniciativa que cuenta con el apoyo del Cabildo de Lanzarote y el Gobierno de Canarias.
Dichas esculturas también ha contribuido al crecimiento de corales y a la atracción de vida marina en la costa sur de la isla, cerca de la localidad de Playa Blanca, ayudando así a incrementar y preservar la biodiversidad de este entorno.
En estos momentos, el museo se encuentra cerrado y las figuras fueron retiradas, si bien es cierto que a principios del pasado año, el Cabildo de Lanzarote anunció su intención de reabrirlo, cuestión en la que se sigue trabajando actualmente.