Tribunales

La Fiscalía pide 27 años de cárcel para la etarra más sanguinaria por el atentado frustrado a Juan Carlos I

Anboto
Soledad Iparraguirre miembro de ETA

María Soledad Iparraguirre Genetxea, ‘Anboto’, tiene un triste récord, ser la mujer que más alto escalafón ha alcanzado dentro de ETA, con permiso de la asesinada por traidora Dolores González Katarain, ‘Yoyes’, y una de las más sanguinarias. En su haber, nada más y nada menos que 11 juicios pendientes, 15 muertos y más de 20 heridos. Uno de esos juicios ya tiene fecha el próximo enero, y es por el que la Fiscalía de la Audiencia Nacional le pide 27 años de cárcel como autora intelectual del atentado frustrado contra el entonces Rey de España Juan Carlos I, en el museo Guggenheim.

El fiscal pide una pena de 19 años por un delito contra la Corona con finalidad terrorista en su modalidad de conspiración para matar al Rey, y otros ocho por un delito de depósito de armas de guerra en el seno de organización terrorista.

Atentado

Según el escrito de calificación, al que ha tenido acceso OKDIARIO, en el año 1996 se conformó el ‘comando Katu’, integrado por los ya condenados por estos hechos Eneko Gogeaskoetxea y Kepa Arronategi, «los cuales recibieron el pertinente adiestramiento en el uso de armas y explosivos y en la fabricación de éstos».

Explica el fiscal que, una vez conformado dicho comando, la acusada, conocida como ‘Anboto’, como responsable del ‘comando Katu’, ordenó a  Eneko Gogeaskoetxea y Kepa Arronategi que mataran al Rey de España con ocasión de su presencia en la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao, siempre y cuando ello no implicara el riesgo de afectar a personas ajenas al aparato del Estado, en cuyo caso se limitarían a atacar el museo con la finalidad de destruirlo por medio del lanzamiento de granadas.

Para la ejecución de la orden dada por ‘Anboto’, sobre septiembre de 1997, ésta proporcionó a los integrantes del ‘comando Katu’, 12 granadas autopropulsadas Mecar de calibre 83 (10 anticarro y dos antipersona), cuya carga inflamadora estaba constituida por pólvora negra. Dada las características de estas granadas, habrían perforado las paredes del museo, accediendo a su interior y provocando su destrucción y la muerte de cuantas personas se encontraran en su interior o aledaños”.

Sin embargo, el atentado no se llegó a producir porque el 13 de octubre del 97 pese a que el comando cargó las granadas ocultas en unas jardineras, que transportaron en una furgoneta a la que le habían cambiado la matrícula. Sobre las cuatro de la tarde y, mientras las descargaban, fueron sorprendidos por dos agentes de la Ertzaintza por lo que huyeron, “no sin antes disparar contra uno de los agentes y causarle la muerte”.

‘Anboto’, la más sanguinaria

Una frase muy castiza dice: de casta le viene al galgo. Pues algo parecido le pasó a María Soledad Iparraguirre Genetxea, ‘Anboto’, cuyo apodo viene por un monte de Vizcaya donde se supone que vive la dama Mari de Anboto, que se puede convertir en aire o fuego. Esta mujer, de cara aniñada y ojos desafiantes según los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, es la fémina que más lejos ha llegado dentro de ETA, con permiso de la malograda Dolores González Katarain, ‘Yoyes’.

‘Anboto’ nació y se crió en el seno de ETA, pues su padre, José Manuel Aristimuño, era militante de la banda terrorista. Marisol, como la conocen en su pueblo, tenía solo 20 años cuando la Policía entró en el caserío de su familia y, en la cuadra, encontraron un zulo con 8.000 kilos de dinamita que había llegado desde Francia.

En aquella redada policial murió tiroteado su entonces novio José Manuel Aristimuño ‘Pana’, miembro del ‘comando Araba’, mientras que su padre tuvo que huir a Francia hacia la clandestinidad.

Aquella redada fue un punto de inflexión en su carrera criminal, que se completó con el ametrallamiento de una unidad móvil de RTVE en Vitoria. No tardó ni un año en cometer su primer asesinato en Amurrio (Álava), donde asesinó a un cartero, Estanislao Galíndez. Fue en 1985 cuando entró a formar parte de ‘comando Araba’ y participó en diferentes atentados junto a los terroristas Juan Carlos Arruti, Eusebio Arzalluz y José Javier Arizcuren.

Más tarde también formó parte del ‘comando Madrid’, del que fue miembro hasta el año 1992. Durante su etapa en dicho comando mató a ocho personas. Entre los asesinados se encuentran el subteniente Miguel Mirando, y los siete fallecidos con la explosión de un coche bomba contra un autobús de militares del Estado Mayor de la Defensa en la glorieta de López Hoyos en Madrid.

Ascenso en ETA

Tras estos atentados, Ánboto’ fue ascendida a jefa de los comandos legales de ETA en 1992, donde tenía mando en plaza junto a su pareja y líder de la banda terrorista, Mikel Antza.

De hecho, durante una redada policial se encontró documentación relacionada con la banda terrorista que demostraba que ella era la jefa de dichos comandos. Una ficha policial de la época la llega a describir como una mujer “elegante y con buena presencia que frecuentaba los ambientes selectos de la capital”.

Pero otro informe de la Guardia Civil de 1992 asegura que pese a que su pareja sentimental, Mikel Antza, propició una tregua en junio con la que se iniciaron negociaciones con el Gobierno, para los agentes ‘Anboto’ era “la terrorista más dura de la banda” junto a José Javier Arizcuren ‘Kantauri’, Iñaki de Rentería y Ignacio Gracia Arregui.

Fue durante su época como jefa de los comandos legales cuando ordenó el asesinato del Rey. Finalmente fue detenida en 2004 junto a Mikel Antza en Salies de Béarn, cerca de Pau (Francia), en la casa en la que ambos vivían desde 1999. El Estado Francés juzgó a Iparraguirre junto a otras ocho personas en París. Pese a que la Fiscalía solicitaba 30 años de cárcel, finalmente ‘Anboto’ fue condenada a 20 años como jefa de la administración de ETA.

Voz de ETA

Marisol Iparraguirre, nunca se ha acogido a la vía Nanclares de arrepentimiento. Es más, en el primer juicio celebrado es España tras su extradición su letrado solicitó que fuera absuelta y alegó que «es más valiosa en libertad», al tiempo que recordaba que «leyó la declaración del fin de ETA y es parte activa y responsable de que no se repita lo mismo».

Ahora, en enero, Iparraguirre se enfrentará a su segundo juicio en España. Aun le quedan once juicios más.

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