El pasado 23 de abril, la ministra de Asuntos Exteriores, UE y Cooperación, Arancha González Laya, confirmó la presencia del líder del Frente Polisario, Brahim Ghali, en España para su atención sanitaria. La ministra del Gobierno de Pedro Sánchez descartó totalmente que este hecho pudiera tener consecuencias o afectar a las «excelentes relaciones» de España con Marruecos. Tres semanas después de esas declaraciones, un salto masivo de más de 5.000 inmigrantes desde Marruecos, y bajo la permisividad de las autoridades marroquíes, ha provocado una crisis en Ceuta sin precedentes.
La jefa de la diplomacia confirmó que el también presidente de la autoproclamada República Árabe Saharui Democrática (RASD) estaba en España «para recibir tratamiento médico» y se le permitió viajar «por razones estrictamente humanitarias», si bien optó por «guardar discreción respecto a los detalles». Preguntada por los periodistas sobre el eventual impacto que la presencia en España del líder del Polisario pudiera ocasionar en la relación con Marruecos, González Laya declaró sin dudas que «para nada esta cuestión ni impide ni perturba las excelentes relaciones que España tiene con Marruecos».