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Yolanda Díaz impondrá «el derecho a la alegría y el jolgorio sin consumos ni tutelas del mercado»

Los documentos internos de Sumar, el partido por el que Yolanda Díaz se presenta como candidata a presidenta del Gobierno, incluyen la promesa de establecer «el derecho a la alegría y el jolgorio sin consumos». La izquierda se quiere sacudir su imagen de estar permanentemente enfadada y apuesta por regular por decreto la norma por la que hay que estar contento, eso sí, alejados del capitalismo y la adquisición de bienes y servicios.

En la hoja de ruta titulada Sumar para una Transición Ecológica Justa en España, los expertos de Yolanda Díaz fijan como prioridad «la reducción de la esfera material del sistema económico para compatibilizar la cobertura de las necesidades sociales con las biocapacidades nacionales y globales». Bajo ese epígrafe se apuesta por «un modelo de ocio atractivo que permita el derecho a la alegría».

Se trata de impulsar, exponen, «un consumo cultural basado en valores de solidaridad, sostenibilidad, igualdad y respeto que genere nuevas tradiciones alejadas del hiperconsumismo y de la explotación habitual en empleos del sector (turismo, hostelería, etc.)».

Hipermercados

Sumar declara la guerra a las grandes superficies. «Un ocio desligado de grandes centros comerciales, privatizado e impactante, para construir ocio y cultura basado en el disfrute de la naturaleza, el deporte, el encuentro, la fiesta, la cultura y de cercanía».

Como telón de fondo está el gran objetivo de recorrer el camino de una «transición ecológica justa». «La puesta en marcha de un proyecto centrado en la construcción de una sociedad de la suficiencia, igualitaria y democrática, en la que las personas se sientan a salvo, es estimulante y motivador. La transición ecológica justa es una reivindicación del buen vivir y de la alegría, de la cooperación y del apoyo mutuo, del freno a la explotación y al abuso capitalistas, del sentido de pertenencia a la comunidad y a la tierra de la que dependemos colectivamente», recogen en el informe.

«Quienes tienen más de lo que les corresponde han de aprender a vivir con menos energía, minerales o bienes materiales, pero si pensamos en vidas con derechos básicos cubiertos, con tiempo disponible, derecho al descanso, cuidados compartidos y riqueza relacional, la vida de la mayoría será, sin duda, mejor. Siempre habrá quien prefiera seguir conservando e incrementando ganancias por encima del bien de los demás, incluso del de sus propios hijos. De estas personas, una sociedad que aspire a vivir con dignidad tendrá que aprender a defenderse», relatan para dejar claro que no tienen especial cariño a las grandes fortunas.

Otros puntos del plan de Sumar pasan por: estimular iniciativas de democracia económica y de economía social y solidaria, reducción drástica del despilfarro, uso de materiales reutilizables, planificar una transición energética con decrecimiento, una transición del modelo de producción, distribución de los alimentos justa con territorios y personas y ética con la vida animal (agroecología), una reconversión industrial ecológica, reconversión del sector de la construcción, apuesta decidida por la economía circular, una política estatal de cuidados y, entre otros, un sector cultural que ayude a imaginar la Transición Ecológica Justa desde abajo y descentralizadamente con una red de laboratorios ciudadanos.

Del mismo modo, «será también necesario rehacer la estructura de gasto en los Presupuestos Generales del Estado. Inevitablemente hay que dejar de pagar algunas cosas para insuflar dinero en otras. La reducción del gasto militar y la reconversión de la industria armamentista hacia usos civiles de interés social, la reducción de la aviación o la reversión de las privatizaciones son asuntos clave».

También, a lo largo del plan de 39 páginas, se plasma su aspiración al «abandono progresivo de los acuerdos comerciales que impiden la aplicación de las políticas de Transición Ecológica Justa». En su lugar, se trabajará en «fortalecer una cooperación política en materia de derechos humanos y ambientales como instrumentos separados de los tratados de comercio e inversión para resolver en otros foros más adecuados y vinculantes». Sumar promete firmar «un tratado internacional jurídicamente vinculante sobre derechos humanos y empresas transnacionales».