El turismo de sequía vuelve en verano: repuntan las visitas a los pueblos sumergidos de España
Decenas de pueblos quedaron 'enterrados' bajo el agua tras la construcción de miles de presas en España. Con la aparición de la sequía y el calor del verano, las ruinas de algunas aldeas reaparecen para deleitar a miles de turistas.
La sequía asoma la cabeza en España. Según los últimos datos de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET), estamos ante el tercer año hidrológico más seco del siglo XXI y prevé un verano más caluroso de lo normal. Los datos son alarmantes, sin embargo, algunas iniciativas privadas y públicas ven en este fenómeno una oportunidad para el turismo. Con la llegada de la época estival, resucita una nueva alternativa para el sector turístico: las rutas por los pueblos escondidos bajo el agua en nuestro país.
Y es que, actualmente, España cuenta con más de 1.200 presas -450 anteriores a 1960 y más de 100 ya existían en 1915-. Estas cifras sitúan a nuestro país a la cabeza de la Unión Europea y en quinta posición a nivel mundial. Muchos de estos embalses engulleron decenas de pueblos hace casi 60 años y, con la sequía de 2017, algunos volvieron a ver la luz del sol. Las altas temperaturas y la escasez de precipitaciones han resucitado algunas reliquias históricas como los restos de Cenera de Zalima (Palencia), a las orillas del embalse de Aguilar de Campoo.
«Este año la sequía no es tan importante, vamos a empezar a ver Cenera ahora. Hay una persona que vive en Aguilar que sólo vivió durante nueve años en Cenera, pero se da un paseo todos los días por los alrededores para ver lo que queda de su antiguo pueblo. Es algo especial», cuenta César del Valle Barreda, coordinador del centro expositivo Rom y Taller Ornamentos Arquitectónicos de la Fundación Santa María la Real del Patrimonio Histórico.
Incremento del turismo en los pueblos aledaños
Como él, decenas de turistas han visitado la localidad palentina. Si el agua baja, se logra ver la iglesia del pueblo y, hace dos años, apareció el pueblo en medio del pantano, cuando el agua bajó hasta menos de un 10%. «Cuando aparecieron estos restos, surgió una oportunidad turística, aunque casi nadie hizo ninguna operación comercial. No hubo campañas de captación de turistas, pero atrajo muchísima gente y era un auténtico desfile», apunta del Valle.
En el embalse de Aguilar, también emergen las ruinas de otros tres pueblos. Uno de los más llamativos es el caso de Villanueva del Río de Pisuerga, donde se puede pasear por un puente medieval que data del siglo XII. «Es el paseo turístico por excelencia. Tiene cinco arcos y era el puente que daba paso y cruzaba el río. Aunque ya ha perdido mucha piedra, es espectacular», indica César.
La iglesia de Villanueva del río Pisuerga sobrevivió y, ahora, se puede ver en un parque de Palencia. La desmontaron piedra por piedra para que los palentinos pudieran revivir lo que un día fue la joya de la corona de aquel pueblo.
Frontada y Quintanilla de la Berzosa son las otras dos localidades que resurgen del agua. «En el caso de Frontada, el pueblo desaparece por completo, pero la iglesia aún es visible porque estaba en un alto. Cualquier día del año que pases por allí se puede ver y hay un camino que te lleva hasta allí. Cuando baja el agua, sí podemos ver el esqueleto del pueblo; y lo mismo ocurre con Quintanilla de la Berzosa, que se sitúa en los bordes del pantano».
Como en Palencia, sucede en casi cada rincón de España. «Casi en todos los pantanos te encuentras fenómenos parecidos. Ocurre en el Pantano del Ebro, al lado de Reinosa que engulló varios pueblos. Aún conserva el elemento emblemático: una torre en mitad del agua. El Ayuntamiento hizo una especie de puente de madera para que podías acceder a la torre y es un mirador en medio del pantano».
O, en el embalse de Riaño (León), que ‘engulló’ el antiguo pueblo de Riaño. Un poco más al norte, en Galicia, vuelve a aparecer en medio del embalse de Belesar el viejo pueblo de Portomarín. «Llama muchísimo la atención porque por ahí pasa el camino de Santiago. Además, la iglesia del pueblo fue desmontada y puede visitarse».
En el sur, Peñarrubia (Málaga) resucita y emerge de las aguas del embalse de Guadalteba. Nunca se sabe lo que puede aparecer debajo del agua, a plena luz del sol. «Hubo un día que apareció una mandíbula humana en el Pantano del Ebro. Fue súper sonado y todo el mundo se hizo eco».
En este marco, algunas poblaciones -incluso algunos ayuntamientos- están «valorando la situación para hacer pequeñas inmersiones submarinas con bombonas para que vean las ruinas del pueblo, algo que daría mucho valor al turismo de estas localidades», comenta Carlos Díez de la Lastra, CEO de Les Roches Marbella.
No sólo aparecen las ruinas, también los fantasmas, y los recuerdos que permanecen debajo del agua.</strong