Análisis

Lo peor para el mercado laboral está por venir: ¿vamos hacia los cuatro millones de parados?

Diego Barceló Larran es director de Barceló y asociados.

parados
Oficina de empleo.

Los datos de afiliación a la Seguridad Social y paro registrado de marzo son muy malos. Aun así, no son tan malos como los que cabe esperar para abril.

El mercado de trabajo ya venía dando muestras de debilidad. La afiliación llevaba dos meses creciendo menos del 2% interanual (era el menor crecimiento desde mediados de 2014). Hasta febrero, el sector agropecuario había destruido empleo en ocho de los nueve meses anteriores. La firma de contratos indefinidos (un buen termómetro de la confianza) había caído en 11 de los 14 meses anteriores a febrero. El paro entre los inmigrantes encadenaba cinco meses al alza.

Sobre esa economía en fase de debilitamiento, en parte por cuestiones estructurales (por caso, gradual pérdida del impulso derivado de la política monetaria súperexpansiva del BCE y de las reformas económicas realizadas por Rajoy) y en parte por malas decisiones de Pedro Sánchez y sus ministras Calviño y Montero (subida exagerada del salario mínimo, subidas de impuestos, pérdida de confianza por la amenaza de revertir la reforma laboral, aumento del gasto público y del déficit fiscal, etc.), es que el mercado laboral recibe el golpe del coronavirus. Algo así como un gancho al mentón propinado por Muhammad Alí.

Desde el 29 de febrero al 31 de marzo se perdieron 834.000 afiliaciones (un 4,3% del total, o 1 de cada 23 empleos que había en España). Sin embargo, como esa pérdida comenzó el 13 de marzo, el dato promedio del mes solo arroja una pérdida de 0,2% con relación a marzo de 2019.

Téngase en cuenta que los afectados por ERTEs (unos 260.000, de momento, porque las oficinas están desbordadas y no se sabe si se han podido contabilizar todos) están incluidos como afiliados (es decir, no cuentan como parados).

El número de parados superó los 3,5 millones (+9% interanual), el mayor número desde abril de 2017. Es la primera subida del número de parados desde septiembre de 2013. Los que más sufren el aumento del paro son los varones de 25 y más años de edad, colectivo que ahora cuenta 14,8% más de parados que hace un año.

Sin saber cuánto más durarán las medidas de confinamiento ni las restricciones a la actividad económica, es imposible hacer una estimación más o menos precisa de lo que pueden ser los datos de abril. Suponiendo unas 200.000 bajas más (lo que completaría una pérdida total de un millón de afiliaciones en dos meses), el mes en curso mostraría una media de unos 18,3 millones de afiliados: 940.000 menos que un año antes.

Es difícil que el número de parados no aumente en otras 200.000 personas, con lo que se llegaría a 3,75 millones (+18,7% interanual; 590.100 parados más que un año antes). Sería el mayor número de parados desde 2016.

Frente a esta situación, tenemos una certeza: Pedro Sánchez no cuenta con los recursos que serían necesarios porque, con sus “viernes sociales”, gastó por adelantado y sin necesidad, el dinero que ahora hace falta. Al llegar al gobierno, encontró un objetivo de déficit fiscal de 1,3% del PIB. Envió a Calviño a negociar con Bruselas una meta más “flexible”. La nueva meta se fijó en 2%. Ni así este gobierno despilfarrador pudo cumplir: el déficit de 2019 fue de 2,6%, el doble de lo que había pactado Montoro y una desviación de 7.500 millones respecto de la meta “flexible” por él mismo acordada.

Por eso Sánchez ruega ahora a Alemania la emisión de “eurobonos”, que escondan detrás del prestigio germano la política temeraria que él mismo puso en marcha. Difícilmente lo consiga. El autoproclamado gobierno “de progreso”, que no quiere “dejar a nadie atrás”, amplificará, en términos de paro, déficit, deuda y quiebras, por sus malas decisiones, el coste de por sí elevado de la crisis del coronavirus.

Otra vez, un presidente socialista tiene más parados que los que había cuando llegó a La Moncloa. Otra vez, un presidente socialista se excusará en una crisis “internacional”, sin admitir sus errores. Otra vez, sufriremos las consecuencias los de siempre: tú y yo.

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