El ‘despido silencioso’ llega a España y así es como lo puedes detectar
El «despido silencioso» es un fenómeno que está ganando terreno a pasos agigantados. Aunque su nombre podría llevar a pensar en una acción formal, este concepto se refiere a una estrategia encubierta por parte de algunas empresas para empujar a un empleado a renunciar. En lugar de comunicar de manera abierta la decisión de despedir al trabajador, el empleador crea un ambiente hostil o modifica las condiciones de trabajo hasta que el trabajador decide abandonar voluntariamente la organización.
Este tipo de prácticas suelen pasar desapercibidas o normalizarse en ciertos entornos laborales, pero lo cierto es que tienen un gran impacto en la vida del empleado. Desde la pérdida de autoestima hasta problemas de salud mental, las consecuencias de un despido silencioso trascienden el ámbito profesional. Al sentirse ignorados o poco valorados, los empleados pueden cuestionar sus propias capacidades y dudar de su valía.
Qué es el ‘despido silencioso’ y cómo detectarlo
El despido silencioso no es una acción directa ni explícita, sino un conjunto de comportamientos y decisiones que buscan hacer que el trabajador se sienta incómodo o desplazado en su puesto.
Entre las estrategias más comunes se encuentra la reducción de responsabilidades. Esto implica asignar al trabajador tareas irrelevantes o excluirlo de proyectos significativos. También se puede observar la falta de reconocimiento, que consiste en ignorar los logros del empleado o minimizar sus contribuciones, lo que puede afectar su autoestima y motivación.
Otro elemento habitual es el deterioro de las condiciones laborales. Esto se puede manifestar en una carga excesiva de trabajo, en horarios inflexibles que complican la conciliación con la vida personal o en la asignación de tareas que no se corresponden con las competencias o habilidades del trabajador. A estas acciones se suma el aislamiento social, donde el empleado es excluido de reuniones, eventos o comunicaciones clave, dejándolo al margen del equipo.
El despido silencioso puede parecer una práctica poco ética, pero para algunas empresas resulta una buena estrategia desde un punto de vista económico y legal. Cuando un trabajador renuncia por voluntad propia, la compañía evita el pago de indemnizaciones por despido, lo que supone un ahorro considerable. Además, este método reduce el riesgo de enfrentarse a demandas laborales por despidos improcedentes o nulos, que podrían derivar en sanciones.
Sin embargo, esta estrategia no está exenta de riesgos para la organización. A corto plazo, puede parecer una solución eficiente, pero a largo plazo puede afectar negativamente la moral del equipo, generar desconfianza y reducir la productividad. Además, en algunos casos, los empleados pueden identificar el acoso laboral y denunciarlo, lo que podría resultar en conflictos legales para la empresa.
Tipo de despidos en España
En el ámbito laboral en España, la finalización de un contrato puede ocurrir por diversas razones, las cuales determinan el tipo de despido y, en consecuencia, los derechos del trabajador. Mientras que el despido improcedente es el que ofrece mayor protección económica, el despido disciplinario supone la pérdida de cualquier derecho a indemnización.
- Un despido se considera improcedente cuando no se justifican las razones alegadas por la empresa para la terminación del contrato, o bien cuando no se respetan los procedimientos legales establecidos. En estos casos, el trabajador tiene derecho a una indemnización. Para los contratos posteriores a 2012, la compensación es de 33 días de salario por cada año trabajado, con un límite máximo de 24 mensualidades. Si el contrato comenzó antes de esa fecha, los años trabajados previamente se calculan con una indemnización de 45 días por año trabajado, manteniéndose el mismo tope de mensualidades.
- El despido procedente tiene lugar cuando la empresa acredita motivos justificados para rescindir el contrato del empleado. En este caso, el trabajador tiene derecho a una indemnización menor que en el despido improcedente: 20 días de salario por cada año trabajado, con un límite de 12 mensualidades. Este tipo de despido se caracteriza por la existencia de una base legal que sustenta la decisión empresarial y que debe ser claramente comunicada al empleado a través de una carta de despido explicativa.
- El despido disciplinario ocurre cuando un empleado incurre en faltas graves que vulneran sus obligaciones laborales. Entre estas faltas se incluyen el absentismo injustificado, actos de desobediencia, faltas de respeto a compañeros o superiores, y el incumplimiento reiterado de las normas internas de la empresa. En estos casos, la empresa no está obligada a ofrecer ninguna indemnización, siempre y cuando pueda demostrar de manera clara y con pruebas la gravedad de la falta cometida.
- El despido colectivo, también conocido como Expediente de Regulación de Empleo (ERE), afecta a un grupo de trabajadores dentro de una empresa y suele estar motivado por causas económicas, técnicas, organizativas o de fuerza mayor. En este tipo de despido, la indemnización mínima es de 20 días de salario por cada año trabajado, con un tope de 12 mensualidades, aunque en muchos casos se negocian compensaciones mayores como parte de los acuerdos colectivos.