Apagar la calefacción en habitaciones que no se usan: los expertos lo dejan claro de una vez por todas

Ahora que llega el invierno, buscamos formas de mantener la casa caliente sin gastar una fortuna en calefacción. Teniendo en cuenta la subida en el precio tanto de la luz como del gas, esto puede parecer complicado, pero existen ciertos hábitos que pueden ayudarnos a lograr nuestro objetivo: instalar burletes en puertas y ventanas, colocar paneles de aluminio detrás de los radiadores para que reflejen el calor hacia el interior de la habitación… ¿Y qué hay de apagar la calefacción en habitaciones que no se utilizan y cerrar la puerta?
A priori, puede parecer una buena idea, ya que, si no estamos en una habitación, ¿para qué calentarla? Sin embargo, varios expertos coinciden en que esta medida no ayuda a ahorrar en calefacción, sino todo lo contrario. El problema es que las paredes, el suelo e incluso los muebles de este dormitorio se enfrían demasiado, y esa frialdad se transmite poco a poco a través de la estructura y del aire a las estancias contiguas, aunque las puertas estén cerradas. En consecuencia, las habitaciones donde están los radiadores encendidos pierden calor más rápido.
La clave para ahorrar en calefacción
Los expertos son muy claros respecto a esta cuestión: lo ideal es que la temperatura de las habitaciones nunca baje de los 12 °C, aunque la temperatura óptima ronda los 16 °C.
Ahora vamos a imaginar una vivienda en la que se apagan los radiadores de un dormitorio que no se utiliza, y la temperatura baja rápidamente a 10 °C o incluso menos. Puede parecer que no pasa nada, pero en realidad el aire frío se filtra bajo las puertas o a través de paredes, sobre todo si están más aisladas. En consecuencia, se enfría el resto de la casa y los radiadores deben trabajar por partida doble. Varios estudios han demostrado que el consumo energético aumenta entre un 7 % y un 12 % cuando la vivienda tiene grandes contrastes térmicos entre habitaciones.
Ahora bien, si nos ausentamos de casa varios días, sí tiene sentido apagar la calefacción, aunque depende del tiempo que vayamos a estar fuera. Si sólo son dos o tres días, no conviene apagar por completo la calefacción, ya que consumirá más para recuperar la temperatura. En cambio, si nos vamos una semana o más, sí se puede apagar, aunque en climas fríos se recomienda dejarla a 12-14 °C para evitar problemas de humedad.
Cabe señalar que volver a calentar una vivienda que ha descendido a 8-10 °C puede requerir varias horas de funcionamiento continuo a máxima potencia. Ese pico energético suele ser mayor que el consumo acumulado de mantener una temperatura moderada durante los días que estamos fuera.
La humedad: un enemigo silencioso
Otro aspecto que muchas veces pasamos por alto es que las habitaciones frías acumulan humedad. El aire frío retiene menos vapor de agua, por lo que tiende a generar condensación en ventanas, paredes y techos. Esa humedad, aunque se localice en una sola habitación, acaba extendiéndose por el resto de la vivienda.
En consecuencia, aparece moho, proliferan hongos y malos olores, e incluso se pueden producir daños en textiles y muebles. Además, la humedad aumenta la sensación de frío porque el aire húmedo transfiere mejor el calor. Es decir, una habitación húmeda requiere más energía para calentarse, lo que de nuevo se traduce en un aumento de la factura de la luz o del gas.
En definitiva, los expertos coinciden en unos rangos considerados óptimos tanto para la salud como para la eficiencia energética durante los meses más fríos del año: 17 °C en dormitorios durante la noche, 19 °C en salas de estar y estancias de uso habitual, 22 °C en baños mientras se utiliza y 16 °C en habitaciones desocupadas.
Finalmente, «se calcula que aproximadamente el 50 % de las viviendas están mal aisladas, muchas construidas antes de 1980, cuando no se exigía ningún tipo de aislamiento térmico. Una vivienda mal aislada (por ejemplo, con etiqueta energética E) puede requerir casi diez veces más energía que una casa con etiqueta A. Además de mejorar el confort, un buen aislamiento puede reducir hasta un 60 % el consumo energético, lo que se traduce en un ahorro de hasta 1.000 € al año en climatización, según la zona y el tipo de vivienda. Cada hogar español se gasta de media en calefacción aproximadamente 1.000 euros con gas natural y 2.000, si es calefacción eléctrica (cálculo estimado). Hasta el 30% de ese consumo (más de 300€) y de la energía se puede escapar por las paredes, techos y suelos de las viviendas mal aisladas», señala Leroy Merlin.
En resumen, aunque la intuición nos diga que apagar los radiadores de una habitación que no usamos es lo más lógico, la física del calor y el comportamiento de las viviendas demuestran que el consumo puede aumentar si se crea un desequilibrio térmico. La clave del ahorro energético durante los meses de invierno consiste en regular la temperatura de forma inteligente y mejorar el aislamiento.