Las manos de Keylor sujetan el liderato en Balaídos

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Keylor Navas realiza una espectacular parada a un tiro a bocajarro de Iago Aspas. (AFP)
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Saltaba el Madrid a Balaídos con más bajas que el ejército romano después de una batalla contra los galos de Asterix. Mermado y agotado tras el estajanovista partido de París, el equipo de Benítez afrontaba con reservas el duelo de invictos. El técnico madridista se la jugaba con Modric de inicio y reservaba a un Isco fundido como el queso de un sandwich mixto. Casemiro de ancla, flanqueado por Kroos y el croata. Arriba, Lucas Vázquez hacía de Bale, Jesé de Benzema y Cristiano de Cristiano.

Diseñó Benítez un 4-1-4-1, con el centro del campo blindado como un banco suizo. Casemiro era el líbero por delante de la defensa, con una línea de cuatro por delante: Lucas y Jesé muy abiertos en las bandas, con Kroos y Modric con libertad para hacer el acordeón. Y el desorden lo aportaba Marcelo, todocampista indetectable, lateral por obligación y genio de profesión.

Poco tardó el Madrid en encarrilar el partido. Una pared entre Lucas Vázquez, cada partido más suelto, y Cristiano sirvió para desordenar a la zaga del Celta. El canterano se la puso a Ronaldo, que le ganó la espalda a Jonny y marcó a un toque, con un disparo seco ante el que nada pudo hacer Sergio. El 7 marcaba en el 7.

El gol espoleó a un Celta que había salido con un punto de respeto o quizá de complejo. Aparecieron Nolito y Orellana para sembrar confusión en una defensa madridista comandada por el infiltrado Ramos. Apretaban los de Berizzo, que se aprendieron el camino de la banda de Danilo, convertido en el túnel del Chapo Guzmán. Un paradón de Navas evitaba el empate en una volea impresionante de Orellana. Keylor dio un paso adelante y voló para sacar su brazo derecho como si fuera el ala de un albatros.

Se apareció San Keylor

Sufría el Madrid, pertrechado atrás, capeando el temporal a la espera de cazar una contra. Y entonces apareció Jesé, que arrastró rivales por el centro mientras aguantaba el balón esperando la llegada de Danilo, cuya silueta se dibujaba en el horizonte. El brasileño llegó, miró y marcó, después de ganarle la espalda a Jonny. Era el minuto 23 y los de Benítez se ponían 0-2. Intentó Nolito acortar distancias con un disparo envenenado, pero Keylor estuvo atento y sacó un tiro que le botó encima.

Las manos de Keylor sostenían el liderato. De nuevo el meta tico voló para sacar una falta peligrosa de Wass en el minuto 32. Son ya muchos los puntos que ha salvado Navas esta temporada, lo que demuestra lo importante que es tener un buen portero para un equipo que aspira a ser campeón. No basta sólo con que el meta tenga la culpa de los goles, hace falta que los evite. Y lo volvió a evitar Navas después del tango de Nolito en el área madridista. El internacional español dio un pase de pecho para Iago Aspas, pero otro vuelo de Keylor salvó el gol que ya cantaba Balaídos.

Keylor volvió a hacer de Spiderman en el 38. Otro remate de cabeza que merecía ser gol y otro vuelo imposible del meta del Madrid que evitaba el gol de Pablo Hérnandez. ¡Qué manera de parar! El Celta se merecía un par de goles antes del descanso, pero se marchó a vestuario perdiendo 0-2, todo porque los blancos tienen este año un portero que gana partidos.

Salió el Celta desatado en busca del gol perdido y merecido, pero dejaba atrás latifundios que podía arar el Madrid. La tuvo Lucas Vázquez en un mano a mano que intentó resolver de forma raulesca, pero su vaselina se quedó cortita y la atrapó sin problemas Sergio. También apareció en plano Cristiano para cabecear alto en el minuto 7.

El pistolero Clos

Volvió a retratar Nolito a Danilo, pero Aspas mandó al cielo de Vigo el pase de la muerte. Y entonces apareció Clos Gómez, pistolero de las tarjetas, que quería su minuto de gloria. El colegiado mostró una amarilla merecida a Pablo Hernández por un agarrón a Sergio Ramos. Cabral corrió hacia el aragonés a protestar con aspavientos y gritos. Pum: segunda amarilla y, a priori, adiós al partido. Clos se hiperventiló y se puso la toga de superjusticiero como si se creyera Garzón.

Al Madrid se le ponía el partido cuesta abajo. Perdonó Cristiano el tercero que hubiera sido la sentencia del Celta, pero el duelo se había convertido en una guerra de guerrillas con el publico de Balaídos cantando el árbol genealógico de Clos. También pudo marcar Isco, que había saltado al campo hacía unos minutos, pero Sergio se disfrazó de Keylor y voló para tocar un disparo que acabó repeliendo el larguero.

El partido era un correcalles, sin centro del campo, hábitat ideal para los velocistas del Madrid y para que Isco y Nolito sacaran conejos de la chistera. Una jugada maradoniana del genio de Sanlúcar la sacó Marcelo bajo palos. Para una vez que el Celta había superado el muro de Keylor aparecía el brasileño para sacar el gol sobre la línea.

Una buena maniobra de Iago Aspas, que desbordó a Ramos, la evitó, ¿adivinan? Sí, Keylor Navas, que estuvo rapidísimo para echarse a los pies del delanteró celeste. Se llevó la pelota y un golpazo. Pero Nolito no estaba dispuesto a rendirse. El delantero que debe ser el titular de España en la Eurocopa agarró la pelota en el pico del área en el 84, sentó a Nacho y se cascó un tirazo, esta vez sí, imposible de parar para Keylor Navas a pesar de su vuelo acrobático. El Celta obtenía el gol merecido durante tanto tiempo.

Y pudo empatar un minuto después si no llega a ser por la falta de puntería de Guidetti, que la echó fuera dentro del área. Benítez no se podía creer que su equipo estuviera a merced de un rival con un jugador menos. Y fue así hasta el final, incluidos los cinco minutos de prolongación en los que se disparó el consumo de lexatines entre la parroquia madridista.

Hasta que apareció Marcelo sobre la bocina para marcar el tercero cuando al Madrid ya no le quedaba una gota más de sangre que sudar. Una victoria sufrida, trabajada, meritoria, agobiante y épica sustentada en las manos de un portero maravilloso que sujetó el liderato: Keylor Navas.

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