El Kashima frustró el sueño de Pablo Escobar: jugar una final contra el Real Madrid

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Pablo Escobar, con los jugadores del Atlético Nacional de Medellín.
Miguel Serrano
  • Miguel Serrano
  • Me confundieron con un joven prodigio pero acabé de periodista. Escribo cosas de deportes y del Real Madrid en OKDIARIO, igual que antes las escribía en Marca. También a veces hablo por la radio y casi siempre sin decir palabrotas. Soy bastante tocapelotas. Perdonen las molestias.

Pablo Emilio Escobar Gaviria (Rionegro, 1949-Medellín, 1993) duerme en la posteridad con el cartel de ser el narcotraficante más popular, más rico y más sanguinario de los que en el mundo han sido. La figura del capo del Cártel de Medellín, más de moda que nunca por la serie Narcos, se eirigió en un semidiós en Colombia, un pulpo mortal cuyos tentáculos abarcaban todas las áreas de la vida del país, incluido el fútbol.

Apasionado de este deporte hasta el punto de construirse un campo de fútbol en su cárcel de La Catedral, Escobar ejerció también de patrón de los dos equipos de Medellín, especialmente del Atlético Nacional, al que convirtió mediados los ochenta en el equipo puntero de Colombia. El sueño futbolístico de Pablo era que algún día su Atlético Nacional de Medellín pudiese ganar la Copa Libertadores –algo que jamás había conseguido un equipo colombiano– y enfrentarse al Real Madrid en la Copa Intercontinental, el título que ahora es el Mundial de Clubes.

Escobar, a golpe de «plata o plomo», consiguió que Atlético Nacional se proclamara campeón de la Libertadores en 1989, en un campeonato que estuvo salpicado de sospechas más que fundadas sobre si el jefe del Cártel de Medellín había comprado a rivales y amenazado de muerte a los árbitros.

Una Libertadores ‘comprada’

Aquel Atlético Nacional estaba liderado por un íntimo amigo de Pablo Escobar, el portero René Higuita. Al estrafalario meta se le sumaban figuras como Luis Perea, Albeiro Usuriaga y un entrenador que después haría carrera en Europa: Pacho Maturana. Nunca tuvo El Patrón tan cerca cumplir su sueño de jugar la Intercontinental contra el Real Madrid, pero el maldito Milan de Sacchi, Gullit, Rijkaard y Van Basten dejó a los blancos sin Copa de Europa y después al Atlético Nacional de Medellín sin Intercontinental.

Veintisiete años después y desde el más allá –posiblemente desde el infierno si existe–, Pablo Escobar ha estado a punto de ver cumplido su sueño. Sólo un partido separaba al Atlético Nacional de la final del Mundial de Clubes frente al Real Madrid, pero el modestísimo equipo japonés del Kashima apeó a los colombianos de la final.

Si El Patrón levantara la cabeza…

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