ATP Finals

Un Alcaraz irreductible se sobrepone al resfriado y a Rublev para reengancharse a las ATP Finals

El español, mermado por los problemas víricos, se reencuentra con su tenis

Así hemos vivido la victoria de Alcaraz sobre Rublev

Alcaraz

Lucha Alcaraz contra todo en Turín. Contra su cuerpo, enfriado, que le impide respirar con comodidad, contra la dificultad que genera haber perdido el primer partido sin ganar y no tener margen de error y también contra un rival, Rublev, necesitado de un triunfo -tras caer contra Zverev- que le permita apurar sus opciones de clasificación a semifinales. Se lo niega el español que le supera (6-3, 7-6) y respira en las ATP Finals.

Carlos se presentó en el Inalpi Arena con una tirita nasal como compañera de viaje. La misma que le permitió entrenar con relativa normalidad horas antes del partido. Llegó a existir cierta incertidumbre sobre su presencia en el encuentro después de retirarse de las pista de entrenamiento apenas 24 horas antes del duelo. No obstante, una versión al 80% de Alcaraz es suficiente para plantar batalla y superar Rublev, una de las ocho mejores raquetas de la temporada.

Sobre la pista, rápida, Alcaraz se fue reencontrando con su tenis. Tras unos juegos en los que ambos aseguraron su servicio, comenzó a ser agresivo, a subir a la red, a mover al Rublev… No le rompió el saque, pero el ruso tuvo que escalar un puerto picado para evitarlo. «Vamos», bramaba el murciano después de precintar un juego. Un grito de retorno, del que por fin se siente en armonía con la raqueta tras unos días apagado, por su tenis y el resfriado.

Rublev comenzó a agrietarse, ya lo predijo su entrenador Fernando Vicente. «Está tocado de la cabeza». Al ruso se le vino encima una avalancha en forma de derechas para la que no poseyó red. Una de ellas ahonda y amplifica la fisura. Significa el break para Alcaraz y la pérdida de nervios para Rublev, que grita, maldice y envía la pelota al techo del Inalpi Arena cuando el murciano consolida la rotura a través de su servicio y le arrebata así la primera manga con otra quebradura del saque.

Alcaraz lleva la iniciativa. Se gusta. En ese momento del partido ya ha entrado en unión con la pista y su tenis. Se suceden las dejadas, con algún golpe ganador que comparten denominador común, la solidez al servicio. Eleva en la segunda manga su porcentaje de puntos ganados con el primer saque hasta el 88%. Un parcial de 14 de 16. Todo discurre bajo una fluidez algo sujeta, porque el resfriado se mantiene ahí.

Le obliga a apoyarse en las rodillas entre punto y punto para recuperar lo máximo posible antes de un nuevo envite. Rublev se percató de ello, pero no encontró el camino. Buscó intercambios largos, va con todo, pero, en ocasiones, todo es demasiado para él. Se da de bruces contra Alcaraz y contra sí mismo. No le alcanzó para romperle un juego, aunque tampoco se desconectó tanto como para dejarse ir con su saque.

Ambos se mantuvieron al servicio para llegar hasta un tie break -el primero de esta edición- en el que Alcaraz ofreció más determinación. Miró a su banquillo y asintió, había llegado óptimo a la muerte súbita. Olió sangre y enterró a su rival con una derecha que le mantiene con opciones de acceder a semifinales de un torneo que comenzó torcido, como el año pasado, pero cuyo rumbo lo ha enderezado imponiéndose a Rublev, como el año pasado.

Apenas había iniciado la tarde y el techno atronaba en un Inalpi Arena iluminado por las luces a modo de discoteca. No habia haz de luz natural alguno. El torneo se presenta como una producción de Hollywood y el final del partido también dibujó un escenario hollywoodense. Rublev se revolvió con un coraje que le situó con dos puntos de set negados por un Alcaraz irreductible. Resurge el murciano en Turín.

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