El camino hacia ‘Avengers: Endgame’: ‘Los Vengadores’, la madre de todas las películas
Corría el año 2012 y ya habíamos tenido las primeras películas del Universo Cinematográfico de Marvel. Unas más y otras menos, habían gustado y habían calado en los espectadores. Ya habíamos descubierto a buena parte de los protagonistas de este largo camino y empezábamos a entender hacia dónde iban a llevarnos esas simples películas de superhéroes que resultaron estar todas conectadas entre sí. Llegaba el momento de dar el gran paso. Llegaba el momento de reunir a los superhéroes. Corría el año 2012 cuando ‘Los Vengadores’ vio la luz.
Es probable que objetivamente hablando ‘Los Vengadores’ no sea la mejor película de la franquicia. Suponemos que cuenta con fallos y con elementos que podrían haberse presentado de mejor manera. Incluso nos animamos a decir que puede que no guste a todos los marvelitas. Pero al margen de todos estos “peros”, hay algo indudable: ‘Los Vengadores’ fue la película con la que Marvel dio el golpe sobre la mesa. Y salió muy bien. Si bien no hay unanimidad (¿cuándo la hay?), ‘Los Vengadores’ es esa película que los seguidores del UCM recordarán siempre con un cariño especial, por lo que fue capaz de ofrecernos en su día y por lo que significó.
La fórmula de Marvel ya estaba funcionando cuando ‘Los Vengadores’ llegó a los cines de todo el mundo, pero nunca había funcionado tanto y tan bien. Esta película es el gran ejemplo de que sabían bien qué estaban construyendo y cómo debían construirlo; a nivel narrativo, y a nivel cinematográfico. Es decir, con ‘Los Vengadores’ quedó muy claro que Marvel era consciente del tipo de película que tenía que dar a sus espectadores. Una película, como las anteriores y como las venideras, entretenida, donde el humor tenga cabida, donde se deje espacio para las emociones, las reflexiones y los debates, manteniéndose además la esencia clásica de las historias de superhéroes.
Nunca todos estos elementos habían estado presentes con tanta gracia, porque ya sabían cómo hacerlo y porque contaban, en esta ocasión, con más piezas valiosas que nunca, para un engranaje que ya estaba funcionando. Y no es que el público estuviera completamente entregado a esta franquicia, aunque sí habíamos quedado bastante conformes con lo que habíamos visto hasta ese momento. Creo que fue con esta película con la que nos entregamos. ‘Los Vengadores’ fue un golpe de efecto, el golpe de efecto definitivo. Tomaron eso que ya estaba funcionando, lo unieron y lo hicieron mejor.
Esta franquicia no se hubiera sostenido en ningún momento si no hubiese conseguido dar el carisma correcto y la personalidad acertada a cada uno de sus personajes, que bajo mi humilde opinión son el secreto del éxito de Marvel. En ‘Los Vengadores’ no los tenemos a todos, porque posteriormente llegarían más, pero sí tenemos a todos los que estuvieron desde un principio. Hay muchos, son muy diferentes entre sí, pero tienen en común que a todos ya los habíamos visto antes. Aunque fuera en forma de cameo, como el de Clint Barton en ‘Thor’.
En este sentido, no tuvieron que introducirnos demasiado a ninguno de ellos, lo que sirvió para explorarlos, que no presentarlos, y centrarse desde el primer momento en la relación que se daría entre ellos. Esas relaciones, además de los acontecimientos que fueran viviendo, los harían evolucionar, pero ya estarían evolucionando juntos. De cara a construir un futuro duradero, esto es fantástico, porque en sus historias individuales siempre encontraremos otros rostros conocidos, que a su vez tendrán también sus respectivas historias. Prestamos poca atención a esto, pero Marvel ha tejido una red de personajes perfectamente conectados entre sí, que además sigue creciendo, que no han dejado de evolucionar desde la primera película. En ‘Los Vengadores’, se puso a estos personajes a trabajar juntos por primera vez, como un equipo. Se aplicó entonces otro de los pilares que se han mantenido hasta ahora: la unidad y la continuidad.
Otro aspecto positivo que supieron aplicar con mucho acierto está en la humanización de esos superhéroes, porque en esta película en concreto -y en todas en general- no solo importa la misión a la que se enfrentan: importa cómo se enfrentan a ella y todo lo que pasa entre una batalla y otra. Esos superhéroes son humanos, por tanto crecen y se relacionan entre sí. Y si juntas a dos personalidades tan diferentes como son Tony Stark y Steve Rogers, lo lógico es que lo primero que hagan sean chocar. Marvel, y esto es un acierto, da importancia a estos choques y a sus discusiones; suponemos que ya entonces sabían que serían las primeras de muchas, y que también sus roces infantiles evolucionarían hasta llegar a algo más grande.
Así que tenemos a un conjunto de personajes unidos por primera vez para enfrentarse a un gran villano (Loki, te echaremos eternamente de menos si de verdad nos faltas), cada uno con sus conflictos personales pero involucrados de manera inevitable en los del resto, que se ven obligados a formar un equipo para salvar el mundo. Es la descripción más clásica de una historia de superhéroes, a la que Marvel aporta buenas escenas de acción y grandes dosis de entretenimiento. Su gran fórmula, que explotó por completo en una película inolvidable que elevó todos los elementos que ya estaban funcionando.
Con una primera parte que no carece de acción pero se centra más en el desarrollo emocional y narrativo del conflicto, la segunda mitad de la película puede resultar un sueño para quien viva este mundo de los superhéroes con la pasión que -permitidnos decir- se requiere. Nos ha dejado escenas a las que vamos a querer regresar siempre, porque de alguna manera son el principio de todo y al mismo tiempo resultan una especie de cima alcanzada.
Echando la vista atrás, después de haber disfrutado (o sufrido) de otras grandes reuniones como la dada en ‘Capitán América: Civil War’ o ‘Avengers: Infinity War’, lo más grande visto hasta el momento, ‘Los Vengadores’ puede resultar la hermana pequeña de todas las películas que vinieron después. Por seguir con la alegoría, diré que ‘Los Vengadores’ me parece la madre del resto. De la que han aprendido, a la que quizá han superado, pero a la que todos siempre querremos un poquito más. O un poquito diferente. De una manera especial, como se quiere a una madre.
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