Radiofrecuencia mejora digestión de legumbres y guisantes
La tecnología aplicada a los alimentos nos da importantes avances. Por ejemplo, la radiofrecuencia mejora la digestión de legumbres.
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Las legumbres y los guisantes son una joya de la alimentación: baratos, versátiles, ricos en proteínas y cargados de fibra. Sin embargo, hay un detalle que todos conocemos: no siempre sientan bien. Muchas personas, después de un plato de lentejas, garbanzos o guisantes, sienten pesadez, gases o incluso dolor abdominal. Y claro, aunque sepamos que son súper saludables, esa incomodidad hace que mucha gente los evite.
Lo curioso es que el problema no está en las legumbres en sí, sino en cómo reaccionan nuestro intestino y nuestra microbiota a ciertos compuestos que contienen. La ciencia alimentaria lleva décadas intentando suavizar este efecto, y últimamente ha encontrado un aliado un tanto inesperado: la radiofrecuencia. Sí, esa misma tecnología que usamos en comunicaciones o en tratamientos médicos, hoy se está probando para hacer que legumbres y guisantes sean más fáciles de digerir.
Por qué cuesta digerir las legumbres
Si alguna vez te has preguntado por qué los garbanzos “dan gases”, la explicación está en su química interna. Dentro de estos granos hay oligosacáridos no digeribles como la rafinosa y la estaquiosa. Nuestro estómago y nuestro intestino delgado no tienen las enzimas para romperlos, así que viajan intactos hasta el colon. Allí entran en contacto con las bacterias de la microbiota, que los fermentan y… producen gases.
Pero no es lo único: también encontramos inhibidores de enzimas digestivas, que entorpecen la labor de nuestro sistema al descomponer proteínas. Y para rematar, están los fitatos, que atrapan minerales esenciales como el hierro o el zinc, reduciendo lo que absorbemos realmente.
Los métodos caseros de toda la vida, remojo, cocción larga, germinación, ayudan bastante, pero no siempre eliminan estos compuestos del todo. Y ahí es donde entra la radiofrecuencia.
Qué es exactamente la radiofrecuencia
La radiofrecuencia (RF) es básicamente el uso de ondas electromagnéticas para generar calor dentro de un alimento. A diferencia de hervir agua o usar un horno, donde el calor va de fuera hacia adentro, con la RF el calentamiento ocurre de forma uniforme en todo el grano.
Esto tiene ventajas enormes: se necesita menos tiempo, se preservan nutrientes sensibles al calor y se logra una textura mucho más homogénea. En el caso de las legumbres y los guisantes, la clave está en cómo esta técnica ayuda a neutralizar los compuestos que nos hacen difícil digerirlos.
Cómo mejora la digestión gracias a la RF
Menos gases
El tratamiento con radiofrecuencia rompe parte de esos oligosacáridos problemáticos. Menos “azúcares indigeribles” significa menos fermentación en el colon y, en consecuencia, menos gases.
Proteínas más aprovechables
Los inhibidores de enzimas, como el de la tripsina, se inactivan con el calor de la RF. Así, nuestro cuerpo puede descomponer mejor las proteínas vegetales y absorber los aminoácidos.
Minerales más disponibles
El tratamiento también reduce la presencia de fitatos, que son los que “secuestran” hierro, calcio o zinc. Es como liberar esos nutrientes para que nuestro cuerpo pueda realmente utilizarlos.
Nutrientes intactos
Y lo mejor: como la radiofrecuencia actúa en tiempos cortos, no destruye tantas vitaminas sensibles como sí ocurre en una cocción larga.
¿Y qué pasa con el sabor y la textura?
Uno de los miedos cuando hablamos de tecnologías de procesado es que el alimento pierda su esencia. Con la radiofrecuencia pasa lo contrario: las legumbres quedan más suaves, con una textura uniforme y sin necesidad de tenerlas horas al fuego. Además, se reducen ciertos sabores amargos asociados a compuestos fenólicos.
Imagina abrir un paquete de guisantes ya listos, que se digieren mejor, mantienen sus nutrientes y saben igual o mejor que los de siempre. Ese es el tipo de producto que esta tecnología podría hacer común en poco tiempo.
La parte sostenible
No olvidemos un detalle: el mundo está empujando hacia un mayor consumo de proteínas vegetales por razones ambientales. La ganadería intensiva tiene un peso enorme en las emisiones de gases de efecto invernadero, y sustituir parte de la proteína animal por legumbres es una de las estrategias más claras para reducir esa huella.
El problema es que, si la gente sigue evitando las legumbres por las molestias digestivas, esa transición será más lenta. Aquí la radiofrecuencia cumple un doble rol: mejora la tolerancia de las legumbres y además ahorra recursos.
- Consume menos agua que el clásico remojo.
- Reduce la energía necesaria frente a la cocción tradicional.
- Puede aplicarse a gran escala en la industria alimentaria.
- Es decir, no solo ayuda a nuestro estómago, también ayuda al planeta.
Presente y futuro de esta tecnología
Hoy en día ya hay proyectos que aplican radiofrecuencia a harinas de guisante para que sean más fáciles de usar en panes, pastas o bebidas vegetales. También se están desarrollando legumbres precocinadas que conservan mejor los nutrientes y snacks de garbanzos o lentejas tratados con RF, más crujientes y sin los temidos efectos secundarios.
Si pensamos en el boom de las proteínas vegetales, hamburguesas, bebidas, sopas instantáneas, la radiofrecuencia podría convertirse en un paso clave del proceso. Imagina un batido de proteína de guisante que no solo aporte aminoácidos, sino que además no genere molestias digestivas. Eso marcaría la diferencia en la aceptación del consumidor.
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