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Una implosión permite medir el abismo Challenger, el punto más profundo de la Tierra

Abismo, centro de la Tierra
Medir el abismo Challenger
Francisco María
  • Francisco María
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El abismo Challenger, en la Fosa de las Marianas, a casi 11 kilómetros bajo el nivel del mar (2 kilómetros más que la altura del Everest) es el lugar más profundo de la Tierra. Las mediciones anteriores habían determinado una profundidad de entre 10.900 y 10.950 metros, pero la implosión de un instrumento científico permitió realizar una medición más exacta, de 10.983 metros.

Las mediciones del abismo Challenger

El abismo Challenger es el punto más profundo de la hidrósfera de los fondos marinos y se encuentra en el extremo sur de la fosa de las Marianas en el océano Pacífico. Fue nombrada en honor al barco de la Marina Real Británica HMS Challenger que la descubrió en 1875.

En 1960, el oceanógrafo Jacques Piccard, junto con el teniente de Marina Don Walsh descendieron a la fosa a bordo de un batiscafo y permanecieron allí 20 minutos, pese a la rotura de uno de los ojos de buey de la nave. Sin embargo, los investigadores llegaron sanos y salvos a la superficie.

A partir de allí, muchos científicos han enviado vehículos a control remoto para explorar la fosa y medir su profundidad.

El Dr. David Barclay, de la Institución Scripps de Oceanografía de la Universidad de California, en San Diego, EE.UU., construyó el “Deep Sound”, un perfilador oceánico autónomo. El primero, el Deep Sound Mark II, descendería hasta los 9.000 metros, mientras el Deep Sound Mark III, iría hasta el fondo del mar.

El investigador colocó un micrófono bajo el casco para escuchar los sonidos de las profundidades, pero este estalló. Cuando subieron al Deep Sound Mark II a la superficie, solo se escuchaba el ruido de la implosión.Capas de la Tierra

Descubrimiento de pistas en el audio de la implosión

Seis años más tarde, Scott Loranger, un oceanógrafo acústico del Instituto de Oceanografía Woods-Hole, Massachusetts, se sentó en su escritorio a escuchar el audio de la onda expansiva.

La pandemia del Covid impedía que los investigadores realizaran cualquier trabajo de campo, y esperaba aprender algo útil. Mientras escribía en el teclado, olvidó apagar la grabación. Fue cuando escucho algo extraño. En torno a 25 segundos después de la implosión, notó un ruido apenas perceptible: el eco había viajado 40 kilómetros, rebotando entre la superficie y el punto más profundo del océano varias veces.

La medición de ondas sonoras, uno de los métodos comunes para cartografiar el fondo marino, les permitió a los científicos determinar la profundidad del abismo Challenger: 10.983 metros, más o menos seis metros.

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