La crisis de los antibióticos: ¿cuál es la solución?

El sobreuso de antibióticos se ha convertido en una práctica común en los países desarrollados y está en aumento en regiones en desarrollo. Este fenómeno ha llevado al desarrollo de bacterias multirresistentes, que son capaces de sobrevivir y proliferar a pesar de la presencia de estos medicamentos.

La resistencia bacteriana no solo complica el tratamiento de infecciones, sino que también puede llevar a infecciones más severas y de mayor duración. Cuando los antibióticos no son efectivos, las infecciones pueden persistir y diseminarse, aumentando el riesgo de complicaciones graves y la necesidad de intervenciones médicas más agresivas.

Clasificación de la resistencia bacteriana

La resistencia bacteriana se clasifica en tres categorías, según los enfoques más aceptados. Estas categorías son las siguientes:

• Multirresistencia (MDR). Se refiere a la falta de sensibilidad a al menos un antibiótico de tres o más familias de antibióticos.
• Resistencia Extendida (XDR). Describe la ausencia de sensibilidad a todos los antibióticos, excepto uno o dos de todas las familias conocidas.
• Panresistencia (PDR). Indica la falta de sensibilidad a todos los antibióticos de todas las familias habitualmente utilizadas en el tratamiento de la bacteria en cuestión.

La resistencia bacteriana constituye uno de los mayores problemas de la salud pública a nivel mundial. Aproximadamente 2.000 personas mueren diariamente a causa de infecciones resistentes. Las proyecciones indican que para el año 2050, las muertes por infecciones resistentes podrían superar a las causadas por el cáncer, con más de diez millones de decesos anuales.

Medidas de contención

Para enfrentar la creciente amenaza de la resistencia bacteriana, es fundamental adoptar diversas medidas de contención. Una de las medidas más eficaces es la prevención de infecciones, lo que reduce la necesidad de utilizar antibióticos.

Así mismo, se recomienda implementar protocolos estrictos. Esto incluye programas de administración de antibióticos, actualización de prácticas diagnósticas y optimización de regímenes terapéuticos.

El uso adecuado de antibióticos es decisivo. Esto implica prescribirlos solo cuando sean realmente necesarios, seleccionar el medicamento adecuado, administrar la dosis correcta durante el tiempo necesario y considerar siempre el perfil de resistencia de los microorganismos involucrados.

Es vital utilizar antibióticos que hayan demostrado ser efectivos contra el patógeno específico. Si no es posible, se debe optar por un antibiótico que sea razonablemente eficaz. Además, es recomendable emplear antibióticos con un espectro antimicrobiano lo más estrecho posible, administrarlos por la vía y en la dosis adecuada, y limitar su uso al tiempo más corto necesario.

Nunca se deben combinar dos antimicrobianos de la misma familia. Cuando se utilicen dos antibióticos diferentes, se debe aprovechar el sinergismo entre ellos. Es el caso de las combinaciones de betalactámicos con inhibidores de betalactamasa, que han mostrado actividad contra cepas resistentes.

Otras estrategias

Frente a la creciente resistencia bacteriana, también es importante adoptar algunas estrategias como las siguientes:

• Implementación de programas de gestión de antimicrobianos. Estos programas se encargan de monitorear y optimizar el uso de antibióticos en los hospitales.
• Fomento de la educación y concienciación. Es fundamental brindar formación continua a los profesionales de la salud sobre las indicaciones apropiadas, la dosificación adecuada y la duración óptima de los tratamientos antibióticos.
• Pautas de prescripción basadas en evidencia. Las pautas de prescripción deben basarse en la evidencia científica más reciente.
• Mejora de la comunicación interdisciplinaria. Una comunicación efectiva entre médicos, enfermeras, farmacéuticos y microbiólogos es esencial para evitar el sobreuso de antibióticos.
• Programas de vigilancia de resistencia bacteriana. La vigilancia activa de la resistencia bacteriana en hospitales es crucial para identificar patrones de resistencia y ajustar las estrategias de tratamiento.
• Compromiso múltiple. La colaboración entre todos los actores del ámbito de la salud y la sociedad es clave para fomentar un uso racional de estos medicamentos.

Sin una acción adecuada y coordinada, la resistencia bacteriana tiene el potencial de convertirse en la pandemia con mayor morbimortalidad de nuestra era. El impacto de esta amenaza global podría ser devastador, superando incluso a las pandemias conocidas hasta la fecha.

El futuro de los antibióticos

Una de las posibles soluciones para combatir la resistencia bacteriana es el desarrollo de nuevos antibióticos. En las últimas décadas, la investigación en este campo ha sido limitada, ya que las farmacéuticas han optado por invertir en medicamentos más rentables a largo plazo. Sin embargo, en los últimos años ha habido un renovado interés en el desarrollo de nuevos antibióticos, gracias a iniciativas gubernamentales y a la conciencia creciente sobre la importancia de este problema.

Otra estrategia para abordar la resistencia bacteriana es el uso prudente de los antibióticos, como hemos visto. Esto implica prescribir estos medicamentos solo cuando son realmente necesarios, seguir las pautas de dosificación correctamente y no interrumpir el tratamiento antes de tiempo.

Además del desarrollo de nuevos antibióticos y el uso prudente de los existentes, también es importante promover la investigación en terapias alternativas para combatir las infecciones bacterianas. Por ejemplo, la terapia con bacteriófagos, virus que infectan y destruyen bacterias, ha demostrado ser efectiva en algunos casos y podría ser una alternativa prometedora a los antibióticos tradicionales.

Lecturas recomendadas

La resistencia bacteriana

Uso adecuado de los antibióticos