El Supremo inhabilita a Torra por unanimidad y dejará de ser presidente de la Generalitat
Quim Torra ya es historia de Cataluña. El Tribunal Supremo ha ratificado por unanimidad la sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que le condenaba a una pena de dieciocho meses de inhabilitación por desobedecer a la Junta Electoral Central al negarse a retirar una pancarta de apoyo a los presos golpistas que colgaba del balcón del Palau de la Generalitat en plena campaña electoral. El 131 president de la Generalitat conservará sueldo vitalicio, oficina con personal de libre designación con sueldos de 100.000 euros a su disposición y coche oficial hasta el final de su vida.
Es la primera vez que ocurre un hecho similar en nuestra democracia: un presidente autonómico que pierde el cargo por un delito de desobediencia. Sin precedentes, a partir de aquí, y con una división en el seno del separatismo abismal, los siguientes pasos los marca la Ley.
El vicepresidente Pere Aragonès, encargado a partir de este momento de las funciones de la Presidencia, tendrá que convocar una reunión del Consejo Ejecutivo para cesar oficialmente a Torra, con la firma del decreto y la publicación en el DOGC y el BOE, donde el Rey Felipe VI tendrá que agradecerle los servicios prestados. En ese mismo momento todo el Govern pasa a estar en funciones hasta que se nombre un nuevo presidente, algo que difícilmente ocurrirá, o se convoquen elecciones de forma automática para mediados de febrero. Aragonès, en funciones, no podrá ni cesar ni nombrar consellers, disolver el Parlament o tramitar leyes. La gobernabilidad, en plena pandemia, tendrá que ser a base de decretos.
Solucionado el cese del president y la delegación de sus funciones, la patata pasa al presidente del Parlament, Roger Torrent. El jefe del legislativo dispone de un plazo de diez días para sondear a los grupos parlamentarios si alguno de los 135 diputados tiene intención de presentarse a la investidura y si reúne los apoyos necesarios. Los independentistas no presentarán a nadie. Carlos Carrizosa, de Ciudadanos, se plantea presentar su candidatura tal como avanzó OKDIARIO. Transcurrido este plazo, si hay una propuesta para ser investido, se someterá al debate en el Parlament. Si no, empezará a correr un reloj de dos meses hasta la disolución automática de la cámara y la convocatoria electoral para 54 días más tarde. Podrían ser entre semana.
La duda de qué hara
Una de las principales dudas, a esta hora, es cómo responderá Quim Torra a la confirmación de su sentencia por inhabilitación. El político de JxCAT se ha jactado en varias ocasiones de desobedecer a la Junta Electoral y amenazar de que lo volvería a hacer. Ahora, sin embargo, deja en suspense cuál va a ser su respuesta, aunque cada vez gana más enteros el marcharse a casa sin hacer demasiado ruido y aprovechar el plan de jubilación dorado por haber ocupado el cargo dos años y medio. Se espera que a lo largo del día de hoy comparezca, ya como ex presidente, para cargar contra la justicia española y lamentar la decisión de los tribunales. Los partidos independentistas no han alcanzado un acuerdo sobre cómo deben responder a la sentencia.
Un paso sin huella
Su paso por la política institucional será recordado por la inacción. Torra llegó a la Presidencia de la Generalitat tras ser designado por el dedo de Carles Puigdemont en una reunión en Berlín, con el objetivo de recuperar el autogobierno catalán y hacer de su ejecutivo un gabinete efectivo para dejar atrás el 155. Durante los más de dos años y medio que ha durado su administración, solo ha sido capaz de tramitar una decena de proyectos de Ley en el Parlament. Prometió también implementar la República catalana y no ha avanzado ni un milímetro. Tampoco se sabe nada del nuevo referéndum que prometió en sede parlamentaria.
Un president cansado
Torra hace varios meses que estaba cansado de ocupar el cargo de president. La antipolítica personificada en él, capaz de soltar cualquier burrada en cualquier momento por sorpresa incluso de su propio equipo, Quim Torra se vuelve a casa con fuertes reproches a los partidos que le pusieron en el cargo. En privado, pero también en público, el ya ex presidente de la Generalitat ha criticado que ni JxCAT ni ERC hayan avanzado en nada para la construcción de la República catalana. En varias ocasiones a lo largo de la legislatura ha intentado dimitir pero Puigdemont lo ha parado. Su último intento de convocar elecciones, prerrogativa que tiene solo el president, se vio anulado por la negativa del fugado en Bélgica.