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Iceta: siete controvertidos años al frente del PSC de un político con ADN socialista

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Miquel Iceta, en una rueda de prensa.

Miquel Iceta se ha erigido, en los últimos años, como uno de los políticos con mayor voluntad de encontrar una solución al conflicto que viven el Gobierno y la Generalitat. Su liderazgo al frente del PSC, del que anunció su fin esta misma semana, ha generado controversia entre los suyos y los separatistas con una postura poco común en Cataluña, lo que se ha bautizado como la equidistancia. Pese a que ha sido uno de los primeros en defender la excarcelación de los presos independentistas y que con el tiempo ha ido matizando que la solución al problema catalán pasaba por un referéndum, no ha logrado su objetivo de solucionar el problema del todo. Ni su deseo de presidir la Generalitat, plan que se frustró el año pasado por el ascenso de su amigo íntimo Salvador Illa.

Defensor de la vía federalista, Iceta, pondrá fin en los próximos meses a siete años como primer secretario de unos socialistas catalanes que han resurgido entre las cenizas en un momento de gran complejidad política por culpa del procés. Prácticamente una década en primera línea política, aunque el paso para sustituir a Pere Navarro inicialmente iba a ser temporal, en la que ha tenido que defender la actuación del PSOE en la oposición y en el Gobierno en un Parlament cada vez más polarizado. Hasta su salto de nuevo a Madrid, ahora ya con cartera en la mano para ser ministro de Política Territorial y posteriormente de Cultura y Deporte. Meses antes, los separatistas impidieron que fuese presidente del Senado.

Elegido concejal de Cornellà de Llobregat (Barcelona) en 1987 ha dedicado su vida en cuerpo y alma al PSC, su partido. Los que le conocen destacan que «pocas personas representan tan bien el ADN socialista como Miquel Iceta». Hombre de la máxima confianza del ex vicepresidente Narcís Serra se bregó en la cocina del Palacio de La Moncloa, lugar al que ha vuelto treinta años después para sentarse en el Consejo de ministros como director del Departamento de Análisis del Gabinete de la presidencia, entonces en manos de Felipe González. El actual responsable de Cultura y Deportes fue uno de los primeros políticos en salir del armario, con la voluntad de normalizar la homosexualidad en un momento en el que todavía era tabú.

Principal impulsor de la Declaración de Granada como miembro de la Ejecutiva del PSOE, documento que propugna la reforma federal de la Carta Magna para cuando se den «unas circunstancias políticas», su postura sobre la situación catalana ha provocado que otros líderes socialistas como la andaluza Susana Díaz hayan salido al paso para transmitir la seguridad de que esa reforma garantizaría «la igualdad entre todos los territorios».

Para la ex presidenta de la Junta la modificación de la Constitución «no valdría si es únicamente para encajar a Cataluña dentro de España». Iceta siempre ha mantenido su firmeza, convencido de que la solución al conflicto político e institucional era posible y, con ese encargo, asumió la cartera de Política Territorial y Función Pública. Y para ello, trabajó en su breve paso por ese ministerio hasta que con la crisis de Gobierno, Pedro Sánchez le trasladó a Cultura y Deportes. Un departamento del que muchos dudaron sobre su idoneidad y que este amante de los haikus y de la cultura en general está visibilizando con una dedicación total poco habitual en sus antecesores.

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