Amargo cumpleaños para la madre de las niñas a las que el Consell permite vivir con un presunto abusador

“Hoy es un cumpleaños horroroso para dos mellizas de siete años, que desde hace seis meses, no ven ni saben nada de su madre”. 

Así comienza la carta remitida a OKBALEARES por Cristina Martín, la madre de las dos niñas a las que el Instituto Mallorquín de Asuntos Sociales (IMAS) le quitó la custodia y que ahora conviven con su padre, denunciado por presuntos abusos sexuales, en un procedimiento penal aún no resuelto. 

Una decisión, además, que vino acompañada de la prohibición expresa a la madre de poder visitarlas, contactar con ellas, realizar llamadas de información a este organismo y de hasta relacionarse con cualquier persona dentro del colegio de las niñas. 

De ahí que, como expone en su carta Martín, “dado lo inhumano del IMAS, hasta es posible, que le hayan inculcado a las niñas o que su madre ha muerto o que las rechaza”.

“Como podéis imaginar sufro al no poder abrazar, ni siquiera hablar con mis hijas desde el 4 de mayo”, lamenta la progenitora que denuncia que “esta es la protección” que el organismo insular de servicios sociales da a los menores que tiene tutelados. 

Martín subraya en la misiva que “las niñas están conviviendo con su padre, presunto abusador de ellas, y en tal ambiente las ha colocado el IMAS”. Una situación, recuerda, que “no conoce, ni ha autorizado” la magistrada del Juzgado de Violencia sobre la Mujer n°1 de Palma.  

Por si fuera poca la carga emocional que debe soportar a diario Martín, ni el propio Defensor del Menor, conocedor de todas las circunstancias que concurren en este gravísimo caso, “ha tenido ni siquiera la delicadeza de mediar como es su obligación por el cargo que ostenta”. Unos hechos que esta madre viene denunciando desde el mes de enero, cuando perdió la custodia de sus dos hijas y por los que ha emprendido una batalla judicial contra el organismo insular.

El pasado mes de septiembre medio centenar de personas se concentraron frente a la sede del IMAS para denunciar el caso, sin que hasta la fecha haya cambiado la actitud de la entidad insular. Ante este desgarrador e inquietante panorama, Cristina asegura que “sólo con la ayuda que me prestan más de 6.000 seguidores en redes sociales puedo sobrevivir a este calvario”, concluye la carta.