El mercado negro entre rejas: casi 1.000 móviles incautados en las cárceles andaluzas en el último año
Sólo en El Acebuche (Almería) se requisaron casi 200 teléfonos en 2024, uno cada dos días
Los funcionarios piden sistemas de inhibición "actualizados" para hacer frente a esta "amenaza latente"

Los móviles son el objeto más codiciado en prisión y las cárceles de Andalucía son las que más teléfonos esconden: en 2024 los funcionarios incautaron 942 dispositivos, más que en ninguna otra comunidad autónoma. El sindicato Acaip advierte de esta «amenaza latente» para la seguridad penitenciaria, que desencadena deudas entre presos y conflictos internos. Incluso algunos narcos siguen liderando redes criminales y gestionando alijos desde prisión.
Muchos de estos móviles, advierte Acaip en una nota, son utilizados por «internos especialmente peligrosos», como condenados por delitos de terrorismo, violencia de género o miembros de bandas organizadas, cuyas comunicaciones están «restringidas» por motivos legales o de seguridad. El acceso a estos teléfonos les permite continuar con su «actividad delictiva» y desata «episodios de violencia relacionados con su control y tenencia», remarca el sindicato.
En el quinquenio 2020-2024, en los centros penitenciarios españoles se incautaron un total de 12.882 móviles (casi 2.500 al año), unas «preocupantes» cifras que lidera Andalucía con 3.641 dispositivos confiscados en estos últimos cinco años, una media de 15 a la semana.

Aunque la cárcel con más teléfonos requisados en este periodo fue la de Madrid III-Valdemoro (688), las prisiones andaluzas suman más que nadie: el podio lo ocupan el centro penitenciario de Alhaurín de la Torre (Málaga I), con 675 dispositivos requisados este último lustro, la cárcel de El Acebuche (Almería), con 668, y la de Albolote (Granada), con 652. En 2024, sólo en El Acebuche se incautaron 195 móviles, uno cada dos días, récord nacional. Le siguen Madrid VII-Estremera (180) y Málaga I (161).

Este mercado negro genera «graves consecuencias» para el «orden interno» de las cárceles, y quienes lo sufren, los funcionarios, hacen frente al contrabando con «medios limitados». Por ello, desde Acaip piden a la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, dependiente del Ministerio del Interior, «compromiso institucional, inversión tecnológica y planificación estratégica».
En las últimas fechas, además, ha crecido el decomiso de dispositivos móviles en miniatura, más pequeños que un mechero, que los familiares introducen en los vis a vis por vía vaginal o rectal. De escasos centímetros, algunos cuentan incluso con cámara de vídeo.

A esto se suma la irrupción de los drones, otra «grave amenaza» para la seguridad de las cárceles. Su capacidad para sobrevolar instalaciones y depositar objetos con precisión convierte estos dispositivos en «vectores de riesgo casi indetectables, capaces de burlar las defensas actuales» de los centros penitenciarios, remarca Acaip.
«Previo pago, (las mafias del Estrecho) te ponen lo que estimes. Y el día que metan armas, esto se parecerá a Colombia», explicaba meses atrás a OKDIARIO Andalucía el portavoz del sindicato Acaip en la cárcel de Algeciras-Botafuegos (Cádiz), la prisión más peligrosa del país.

«Frente a este panorama es urgente una inversión decidida en tecnología moderna de seguridad», apunta Acaip. Y es que los inhibidores instalados hace años, basados en redes 3G, han quedado ya «obsoletos». Por ello, es «imprescindible» que los centros penitenciarios dispongan de «sistemas de inhibición actualizados» que impidan el uso de móviles en su interior y eviten que los drones sobrevuelen zonas restringidas.
Los funcionarios de prisiones recalcan que la seguridad en prisión es un «requisito previo» para la aplicación «efectiva» de los programas de reinserción, y la introducción y el uso de los móviles «desestabiliza gravemente la convivencia y socava los objetivos del sistema penitenciario». La solución, concluyen, pasa por adoptar «una respuesta firme, moderna y eficaz» y que la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias se tome en serio este problema poniendo sobre la mesa más «medios técnicos y humanos».