No te vas, te han echado, Pablo Iglesias
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, el visionario que decía que el 70% de los madrileños era de izquierda -qué olfato político el suyo- ha anunciado su retirada de la política, tras la aplastante victoria de Ayuso, porque no quiere ser un «tapón». Es una magnífica noticia para la democracia española que un personaje con un perfil tan totalitario decida irse, si bien habría que decirle que su adiós viene forzado por el rechazo mayoritario que provoca en la opinión pública española. No te vas, te han echado, Pablo Iglesias.
La retirada de Iglesias es consecuencia de las sucesivas bofetadas que los electores le han venido propinando elección tras elección. Madrid ha sido su tumba política, pero el líder podemita ya venía noqueado. Hasta al anunciar su retirada le ha faltado categoría. Su despedida es la propia de un totalitario sin escrúpulos que, en lugar de hacer autocrítica, carga contra el electorado. Su paso por la política española no se ha traducido -como presume- en nada bueno para la democracia española. Todo lo contrario: si la libertad se ha visto amenazada ha sido precisamente porque su concepto de la democracia es incompatible con un Estado de Derecho con separación de poderes. Su retroalimentación de intereses con golpistas y proetarras entregó el poder político a los enemigos de España, en connivencia con un presidente del Gobierno que, con tal de mantenerse en el poder, permitió sin inmutarse que la democracia se fuera degradando a pasos agigantados. Que se vaya Iglesias es la mejor noticia, pero conviene no olvidar que su partido sigue en el Gobierno de España. Iglesias se va, pero el problema es que Pedro Sánchez sigue en La Moncloa gracias el apoyo del populismo de ultraizquierda. Madrid le ha dado a Iglesias la puntilla política porque, al fin y al cabo, nadie como él encarna los valores contrarios a la libertad. Madrid no paga totalitarios. Que se vaya. Y cuanto más lejos, mejor.