Este impresionante pueblo esconde la última costa virgen del Mediterráneo español: nada menos que 13 kms de largo
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España es el destino ideal para los amantes de las costas. Desde las playas de las Islas Canarias hasta las aguas cristalinas de Baleares, son una maravilla. Aquí, se puede disfrutar de deportes acuáticos de todo tipo: buceo, pesca en barco… todo hecho para disfrutar de un rato distinto.
Sin embargo, hay un rincón del Mediterráneo que sigue siendo un verdadero secreto para muchos. Esta es una de las últimas costas vírgenes de España, que se resiste a la explotación turística masiva.
Esta es la última costa virgen del Mediterráneo español
A pocos minutos de Peñíscola, está la última costa virgen del Mediterráneo español: la Sierra de Irta. Este Parque Natural y Reserva Marina se extiende a lo largo de 13 kilómetros de costa, combinando acantilados impresionantes, calas solitarias y vegetación mediterránea en su estado más puro. Aquí, no vienen los turistas con toallas ni sombrillas, sólo hay naturaleza.
El senderismo y los paseos en bicicleta son perfectos para disfrutar de esta costa. Se siente la desconexión, tienes vistas panorámicas y el mar Mediterráneo de fondo que sigue transmitiendo lo mismo desde hace siglos: serenidad, tranquilidad y mucha calma.
¿Cómo llegar a esta costa virgen?
Se puede llegar a la Sierra de Irta desde Peñíscola en coche, tomando la carretera CV-135, que te lleva directo a las zonas más cercanas del Parque Natural. Esta es una ruta bastante fácil que tiene un paisaje espectacular.
No obstante, si prefieres usar transporte público, hay autobuses que conectan Peñíscola con los pueblos cercanos. Una vez allí, encontrarás señalización que te guiará hacia las rutas de senderismo y las calas más bonitas, como Cala Blanca o la Playa del Pebret, que son imperdibles.
La historia de Peñíscola y su castillo medieval
Si bien la costa de la Sierra de Irta es un espectáculo por sí misma, Peñíscola también le aporta una atmósfera única a todo el plan. Ubicada en la provincia de Castellón, a unos 73 km de la capital, esta pequeña ciudad de unos 7.800 habitantes es conocida no sólo por sus playas y su castillo medieval, sino también por su rica historia.
Por ejemplo, el Castillo del Papa Luna fue el refugio del Papa Benedicto XIII en el siglo XV. Con sus impresionantes murallas de piedra, te transporta rápidamente a otra época.
Además, el casco antiguo de Peñíscola, con sus calles estrechas y casas encaladas, tiene un encanto propio. Desde allí, puedes perderte en la historia mientras disfrutas de unas vistas espectaculares al Mediterráneo.
Por su parte, el Museo del Mar y la Casa de las Conchas te permiten conocer más sobre la vida marinera de la ciudad, mientras que lugares como el Bufador, donde el agua se cuela entre las rocas, le dan un toque especial a cualquier paseo. Si decides ir, es muy probable que te sorprendas constantemente.
En Peñíscola tampoco te puedes perder la Iglesia Parroquial, un edificio con mucha historia que data del siglo XVIII, ni la Casa de las Petxines, famosa por su fachada decorada con conchas marinas.
Para los amantes de los miradores, el Faro de Peñíscola, ubicado en lo alto del castillo, ofrece unas vistas inmejorables de la costa. Y si te interesa el arte, la Sala de Arte Tiziano es el lugar perfecto para admirar piezas locales y contemporáneas.