Román se consolida en San Isidro, Roca Rey calla bocas y Escribano cae herido de gravedad
El valenciano Román cortó una oreja de peso en la corrida de Adolfo Martín con la que concluía el homenaje al encaste «albaserrada» por San Isidro, una tarde en la que hubo tres cárdenos de nota alta, y en la que Roca Rey rozó el triunfo, mientras que Manuel Escribano cayó herido grave.
Volvía Roca Rey después de reventar Madrid hace menos de una semana. Y como si del nuevo mesías del toreo se tratase, la gente volvió a responder agotando el papel en la taquilla, ansiosa de ver el considerado cartel estrella de la feria, ese en el que el bombo quiso juntar a la gran estrella peruana con una de las ganaderías predilectas del aficionado del Foro.
Algunos tenían dudas de si Roca sería capaz de exhibir sus consabidas facultades con los siempre exigentes «albaserradas», un tipo de toro para el que hay que estar muy preparado y ser gran conocedor. Y la verdad fue que el peruano cerró algunas bocas, y, aunque no logró repetir el triunfo de su primera tarde, demostró nuevamente porqué es todo un número uno.
Lo hizo en el sexto, uno de los tres buenos «adolfos» que se lidiaron, y al que el peruano cuajó una faena vibrante. Aprovechó las inercias en una primera parte de faena de series cortas por el derecho muy compactas y reunidas, y eso a la gente le llegó, y de qué manera.
Pero como se dice que el toreo empieza cuando el toro se para, lo bueno de la faena fueron dos tandas al natural, justo cuando el peruano tuvo que usar los vuelos para enganchar, llevar y soltar lo más atrás posible al de Adolfo. La plaza era un polvorín. El triunfo parecía más que amarrado. Pero la espada y un presidente con el que la afición sigue a la gresca tras lo de Perera, lo imposibilitaron.
El que sí que tocó pelo fue Román en el quinto, otro toro de nota de Adolfo Martín, y cuya muerte brindó al secretario general del PSOE, José Luis Ábalos, que se encontraba en el callejón
El valenciano se mostró tremendamente sincero, firme y decidido. Es verdad que si hubiera jugado mejor con los vuelos, echárselos y no tocar con tanta brusquedad, aquello hubiera adquirido un cariz mucho mayor. Pero estuvo bien Román, fiel a lo que es él: un torero valiente como pocos. La oreja fue premio al arrojo demostrado.
La hiel de la tarde la sufrió Manuel Escribano, traducida ésta en un tremendo cornalón inferido por el cuarto, un toro bravo y exigente, ese que no perdona errores y examina de verdad al que se pone delante, tanto que, al final, llegó la desgracia.
Antes había estado Escribano con intermitencias, alternando momentos estimables por el derecho con otros más deslavazados, sin acabar de hacerse con la situación. Y ya en las postrimerías, en un momento al natural, el animal, que tenía dos percheros por pitones, le cazó de forma certera por debajo de la rodilla izquierda.
Enseguida se vio que el «tabaco» era de los gordos por los gestos de dolor del torero y por la cantidad de sangre que brotaba de la herida mientras le llevaban a la enfermería, justo de donde salía en ese momento Román, herido de muchísima menor consideración por su primero con un puntazo en el glúteo.
La primera parte de la corrida no tuvo demasiada historia fundamentalmente por la falta de raza de esos tres primeros toros. Escribano no pasó de discreto con un primero blando y de poco celo; Román dio la cara con el auténtico «barrabás» que hizo segundo; y Roca Rey quiso hacer las cosas muy de verdad con un tercero de muy mal estilo.
Ficha del festejo
Toros de Adolfo Martín, de desiguales hechuras y caras, y de juego también variado. Los mejores, cuarto, quinto y sexto, tres grandes toros, sobre todo el cuarto, bravo y muy exigente. Sin raza ni fuerzas, el primero; avieso y con peligro, el segundo; y sin raza y complicado, el tercero.
Manuel Escribano, de grana y oro: estocada desprendida (silencio tras aviso); el cuarto lo hirió en las postrimerías de la faena de muleta y tuvo que rematarlo Román de: dos pinchazos y estocada contraria y trasera (ovación tras dos avisos)
Román, de corinto y oro: estocada atravesada y trasera, y descabello (ovación); estocada traserilla (oreja tras aviso).
Roca Rey, de tabaco y oro: pinchazo y estocada desprendida (silencio); pinchazo y estocada desprendida (ovación tras fuerte petición)
En la enfermería fue intervenido Manuel Escribano de «cornada en cara interna, tercio medio del muslo izquierdo, con una trayectoria hacia externo craneal y posterior de 25 centímetros que produce destrozos en musculatura aductora, vasto interno, contusiona vena femoral, lesiona colaterales, rodea cara posterior de fémur y alcanza cara posterior, tercio superior del muslo. Pronóstico grave».
También fue asistido Román de: «herida en glúteo izquierdo de 5 centímetros que lesiona la fascia superficial y glúteo mayor. Pronóstico leve».
El rey Juan Carlos y la infanta Elena presenciaron la corrida, desde la primera fila de los balconcillos de la meseta de toriles.
La plaza registró lleno de «no hay billetes» (23.624 espectadores) en tarde espléndida.
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- Feria de San Isidro