Sucesos

La Policía siguió «pavesas y carbonilla» hasta dar con el detenido del incendio del bar de Carabanchel

Carabanchel
El recorrido del policía detrás de Alberto, que incendió, presuntamente, el bar de Carabanchel.
Luis Miguel Montero

El atestado policial de la fuerte explosión en un bar ubicado en el número 1 de la calle Cuevas del Altamira, en el madrileño barrio de Carabanchel, al que ha tenido acceso OKDIARIO, deja algunas curiosidades del trabajo de calle de los policías que intervienen en la investigación, como haber localizado al segundo autor, presuntamente, del incendio en el bar gracias a un agente de la comisaría de Carabanchel que siguió los rastros de pavesas y cenizas durante 300 metros hasta encontrar el domicilio de Alberto, ‘Tito’, un español de 19 años detenido por el incendio en el hospital de Getafe donde tuvo que ser ingresado. Daniela, hispano colombiana de 23 años, también fue detenida en el hospital Doce de Octubre, aunque falleció a consecuencia de las heridas unos días más tarde.

La madrugada de la explosión sorprendió a dos agentes de un coche patrulla de Policía Nacional junto a otros dos compañeros de la Policía Municipal muy cerca, en concreto en la calle Salvador Allende. Era la 01:30 de la madrugada del día 6 de septiembre cuando escucharon la explosión en directo del bar y se dirigieron a la carrera a la zona, mientras lo hacían «escucharon una segunda explosión y gritos desesperados de una mujer».

Cuando el primer policía llegó a las puertas del bar La Oficina «diferentes vecinos le indican que ha salido un varón completamente en llamas corriendo hacia la avenida de La Peseta (…)». Ese mismo funcionario «sigue los rastros de las pavesas y restos de lo que parece una sudadera quemada (…)». Así llega a una tienda de alimentación abierta llamada «Chuches El Pinar».

Otros dos policías se entrevistan con la dueña y les dice que «instantes antes vino un varón, ha entrado en el establecimiento en llamas pidiendo desesperadamente agua», pero cuando la mujer regresó con un cubo lleno el joven que resultó llamarse Alberto, ‘Tito’, ya no estaba en el local. Un juego de llaves de la casa de Alberto se encontrará después en el interior del local que explotó y las cámaras de seguridad le grabarán a él y a Daniela.

Pero mientras, el primer policía no se entretuvo y «siguiendo el rastro de pavesas hasta llegar a la calle Palmeral de Elche donde se encuentra una camiseta ardiendo en ese momento, dando la impresión de que su dueño se encuentra muy próximo al lugar». El escenario debía de ser dantesco con restos ropa quemada por la calle. El periplo del agente continúa hasta el número 29 de la avenida de La Peseta, donde muchos testigos le dicen que «acaban de ver a un hombre ardiendo escasos segundos antes». El policía está ya en la calle Pinar de San José y aunque pierde de momento el rastro lo volverá a encontrar con ayuda de un vecino.

Mientras tanto, sus compañeros en el bar explotado reciben el testimonio de un vecino de la zona que les avisa de que dentro del cercano parque hay una mujer pidiendo desesperadamente ayuda. Allí encuentra a Daniela G. A., de 23 años, española nacida en Colombia, que fallecerá unos días después con el 90% del cuerpo quemado. Cuando llegan les da tiempo a que la joven explique que «estaba en su coche y la explosión del bar le ha afectado», aunque poco después encontrarán el vehículo estacionado a 30 metros del lugar, lo que les hace sospechar junto a la gravedad de las heridas que la mujer estaba dentro del local cuando explotó.

El primer policía que continúa buscando al otro hombre en llamas sigue intentando dar con su rastro, indaga en las calles Real Alcázar de Sevilla y Parque de Garajonai hasta el cruce con la calle Pinar de San José, donde un vecino le indica el portal donde un joven estaba pulsando un telefonillo «gritando que le abriesen la puerta por favor». El policía, ya junto a otro compañero, se acerca al telefonillo y ve que hay restos de carbonilla en uno de los botones, así que lo pulsa, les abren y entran en el portal. Encuentran sangre en el ascensor «y un fuerte olor a humo en el portal», según refleja el atestado.

Entonces el primer policía se queda solo porque su compañero es requerido para hablar con la madre de Daniela, la mujer encontrada en el parque, pero decide inspeccionar el edificio comenzando desde la sexta planta hacia abajo. Cuando llega al cuarto piso escucha quejidos desde detrás de una puerta y una voz de mujer que dice «venga, tranquilo, cálmate».

El policía espera a su compañero y cuando llega ambos llaman a la puerta y tras insistir les abre un hombre Alberto R.B. y su mujer Lourdes S.V., de nacionalidad ecuatoriana. La pareja dice que tiene dos hijos, una chica y un chico, y que «allí no ha pasado nada (…) que su hijo Alberto acaba de llegar a casa y se encuentra descansando en la habitación». Cuando los policías piden ver al hijo el hombre confiesa «que su hijo presenta graves quemaduras». Encuentran al joven de 19 años, Alberto R.C.,  acostado boca abajo con numerosas quemaduras por todo el cuerpo. Al domicilio llega una UVI móvil que lo traslada a la zona de quemados del hospital de Getafe.

Un día después ambos quemados serán detenidos, cada uno en un  hospital. Daniela fallecería unos días más tarde y Alberto se encuentra todavía grave en la unidad de quemados del Hospital de Getafe. 

La Policía ahora ya sabe que Daniela y ‘Tito’ no mantenían una relación sentimental. Sólo les unía una relación de amistad, pero cobra cada vez más fuerza un móvil sentimental sobre el económico puesto que la arrendataria del bar no era la beneficiaria del seguro en caso de incendio, sólo tenía un seguro concertado por los alimentos y bebidas que hubiese dentro del local en ese momento, lo que supone una cantidad irrisoria e insuficiente para provocar un incendio de esa magnitud.

Daniela y Laura, la dueña del bar, se conocían y eran amigas desde hacía años. Incluso Daniela había ofrecido trabajo a Laura en uno de los restaurantes de su familia si decidía cerrar el bar cuando el negocio fuera mal, algo que al parecer ocurrió durante los meses de julio y agosto.

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