‘El Choki’, así es el ‘narcopederasta’ malagueño que ha caído en la ‘Operación Peluche’
'Operación Peluche', la Policía detiene a 32 pederastas extranjeros en España y a tres españoles en el extranjero
'El Choki' sigue en una cárcel colombiana mientras se gestiona su extradición a España

El presunto pederasta malagueño Javier Fernández, alias Choki, pasó más de un lustro fugado de España en un barco de su propiedad con que saltaba de puerto en puerto en el Caribe para despistar a la Policía Nacional que le buscaba por agresión sexual a tres menores de 13 años en España.
Conocido y con varios antecedentes policiales por pederastia, este amigo de narcos figuraba desde el año 2016 en el listado de objetivos prioritarios de la Sección de Fugitivos de la Policía Nacional.
Su responsable, el inspector jefe Fernando González, cuenta cómo fueron reconstruyendo la fuga del Choki desde España hasta el Caribe: «Esta operación, la Operación Peluche, arranca con los pederastas fugados como principales objetivos, nos preocupaban las posibilidades de reincidencia de los fugitivos con este tipo de delitos graves contra las personas, como violadores, homicidas, agresores de menores, siempre son nuestra prioridad, atrapándolos hacemos una tarea preventiva porque evitamos que vuelvan a delinquir con otra víctimas, además de facilitar que se haga Justicia con este tipo de perfiles».
La vida del presunto pederasta ‘Choki’
Javier el Choki contaba con tres reclamaciones judiciales emitidas por la Audiencia Provincial de Málaga por los hechos ocurridos en 2016, cuando abusó sexualmente de una niña de 13 años, amiga de sus hijas, mientras dormía.
En un camping de Marbella abordó a una segunda víctima por la espalda, a la que inmovilizó contra una estructura impidiendo que pudiera defenderse y le realizó tocamientos en sus partes íntimas. Algo parecido a lo que le hizo a una tercera niña, a la que también le practicó tocamientos en sus genitales, y llegó a sentarse encima de ella.

La investigación de la Policía Nacional española comenzó en 2020, cuando se emitió la primera orden judicial contra él.
Así encontraron el rastro del ‘Choki’
Su nombre estaba en el listado de la Sección de Fugitivos de la UDYCO Central sobre personas reclamadas por juzgados españoles. Sin embargo, el perfil del Choki era algo especial. Su entorno lo consideraba un «narcopederasta» por sus relaciones con narcos y así se lo comunicaron a los policías que rastreaban su fuga de España.
«El Choki tenía un perfil mixto por sus relaciones, no es un presunto pederasta cualquiera, tenía más recursos para huir que un pederasta habitual gracias a sus amistades, lo que hicimos fue analizar sus contactos y sus recursos y pronto vimos que era un aficionado a la náutica y tenía un barco en propiedad», explica el inspector jefe Fernando González.
El de la captura del Choki se presentaba como un caso más difícil, ya que podía tener el apoyo de una organización de narcos, debido a sus peligrosas amistades.
De Trinidad y Tobago a Colombia
La reconstrucción de su fuga llevó a los Policías hasta el Caribe, a Trinidad y Tobago, donde consiguieron acreditar que había pasado una temporada. El pederasta vivía en su barco para no hacerse notar, ni relacionarse demasiado. En cuanto se enteró de que la justicia española lo reclamaba, zarpó y puso agua de por medio.
La Policía ya no soltó el rastro del presunto pederasta, consciente de que el tiempo jugaba en su contra: «Cada caso es diferente y depende de los recursos que tenga el fugado y de la gente que tiene alrededor. No hay un patrón igual para pederastas y otro para narcos o asesinos, siempre son patrones diferentes. El tiempo sí influye. Cuanto más tiempo pasa, más difícil es capturar a un fugitivo porque van borrando huellas, y asumen sus nuevas identidades».
«No puede mantener la tensión de la fuga»
Sin embargo, el paso del tiempo también tiene una ventaja para los policías de la Sección de Fugitivos, lo explica su jefe: «Al principio, cuando te fugas es cuestión de supervivencia, tensión continua, cada mirada cuenta, cada paso, es un grado de estrés que no puedes mantener mucho tiempo. Desaparecen, pero cuando se relajan y llaman a un familiar es cuando los fugitivos vuelven a aparecer en escena».
Ése no fue el caso del Choki, su talón de Aquiles fue otro: «Cuanto más tiempo pasa, al final, la gran mayoría de los fugados termina conectando con algún aspecto de su vida pasada; en este caso, eran los barcos… fue la línea de su vida pasada que nos permitió llegar hasta él».
Así, revisando los puertos más cercanos y los rastros de sus compras, los agentes descubrieron al pederasta dentro de su barco fondeado en el puerto deportivo de la ciudad colombiana de Cartagena de Indias. Allí se le detuvo. Había cambiado su aspecto y su forma de vida, pero no su pasión por los barcos. Desde entonces, el pederasta, uno de los fugados más sonados de España, espera en una cárcel colombiana que se resuelva su extradición a España.