Los ‘Cazadores de Mentes’ de la Guardia Civil analizan a los sospechosos por la muerte de Esther López
La investigación por la desaparición y muerte de la joven se encuentra en su fase final a falta de un par de pruebas que apuntalen la hipótesis de los investigadores
Expertos en psicología criminal de la Benemérita analizan desde hace dos meses el comportamiento de un número de personas relacionadas con el caso
Los forenses demuestran que alguien movió el cuerpo de Esther López al menos 24 horas después de morir
La Guardia Civil reduce «drásticamente» la lista de sospechosos por el crimen de Esther López
Desentrañar el misterio de qué fue lo que sucedió a Esther López cuando desapareció el 12 de enero en un pueblo de poco más de 1.000 habitantes no será tarea fácil. Informes de telefonía, pruebas forenses, imágenes de cámaras de vigilancia, interrogatorios, coartadas y un largo etcétera de pruebas van llegando a una investigación judicialmente secreta que está a escasos indicios de quedar abrochada. Pero hay algo más a los que los investigadores no le están quitando el ojo: el análisis del comportamiento de la nómina de personas de interés para el caso desde que Esther desapareció. Los especialistas en este tipo de trabajos, los llamados Cazadores de Mentes de la Benemérita, ya tienen constancia de cada uno de los hitos del caso vivido a través de esa lista de sospechosos.
Observar, anotar e informar. Así de sencillo y así de importante es el trabajo de los expertos en psicología de la Guardia Civil. OKDIARIO ha podido saber que los investigadores de la Comandancia de Valladolid, apoyados por la Unidad Central Operativa, decidieron desde el inicio de la investigación solicitar este tipo de apoyo para valorar, como un indicio más, la evolución en el comportamiento de las personas con nombre propio en el caso de la desaparición de Esther López. De hecho, era eso lo que les sobraba al principio del caso, hace ahora dos meses: personas de interés.
El entorno familiar de la joven de 35 años, sus amistades a través de redes sociales, sus relaciones personales en su pueblo y en Valladolid y todas las personas que interactuaron con ella el día que desapareció pasaron a formar parte del censo original de personas sobre las que los agentes pusieron especial interés. Todos, desde el amigo de toda la vida que la recogió en casa aquella tarde para ir a ver el fútbol, hasta los que se marcharon con ella del último bar en el que estuvieron pasadas las dos de la madrugada, fueron revisados e interrogados, pero ahí no acaba la labor de los investigadores.
En un caso que ha alcanzado la dimensión mediática que tiene el de Esther López los investigadores saben que estar con un sospechoso el tiempo que dura un interrogatorio es absolutamente insuficiente, por eso es importante saber qué hace el resto del tiempo y cómo reacciona a determinados hitos del caso. Y ahí entran en juego los Cazadores de Mentes que sin que nadie se dé cuenta se emplean a fondo en esta labor.
Invisibles en todos los lugares
Los primeros días de la desaparición de Esther López los vecinos de su pueblo se lanzaron sin pensárselo a buscarla por los alrededores. De todas esas batidas los agentes especializados en análisis del comportamiento fueron testigos mudos, igual que asistieron a charlas de bar, concentraciones vecinales e incluso al funeral de la joven cuando Esther fue lamentablemente hallada sin vida en una cuneta.
Estos investigadores son los que han estado atentos a qué reacciones han provocado en los sospechosos determinadas informaciones publicadas en los medios de comunicación, o qué han hecho precisamente cuando ha habido periodos de mayor silencio informativo. Su labor ha sido tanto presencial, pero sin ser detectada ni invasiva, como virtual, ya que el comportamiento en las redes sociales de estas personas también es analizado para sacar determinadas conclusiones.
Pero si hay algo que destaca en este tipo de trabajo es la utilidad que de él se puede hacer. Los investigadores especializados en psicología son una de las herramientas más útiles a las que pueden recurrir los investigadores de hechos criminales. Son estos los que los piden como apoyo en sus investigaciones porque son capaces de hacerles un mapa emocional del caso y un retrato psicológico de las personas de interés.
Con estas claves los investigadores no solamente llegan al momento crítico de su trabajo con el glosario de indicios con el que deben cimentar sus conclusiones investigativas, sino que además tienen un retrato muy profundo de los sospechosos, su entorno, su biografía, los estímulos que le hacen reaccionar de una u otra manera. Una suerte de chuleta psicológica para conocer mejor el comportamiento de un sospechoso no sólo durante la investigación de un caso sino incluso antes.
Precedentes como la investigación del asesinato de Diana Quer o del pequeño Gabriel Cruz en Almería han demostrado la utilidad de este tipo de profesionales policiales. El asesino de Diana, José Enrique Abuín, alias El Chicle, o la asesina de Gabriel, Ana Julia Quezada, fueron objeto de una profunda observación por parte de este tipo de investigadores y ahí estuvo gran parte del éxito de poder mandarlos a prisión.
Determinados acontecimientos marcan la diferencia en el trabajo de estos especialistas. Por ejemplo, en el que nos ocupa hubo un hito fundamental. El 5 de febrero el cuerpo de Esther López fue hallado tras pasar 24 días desaparecida. Algo así provocó reacciones entre toda la lista de sospechosos, y fueron estos agentes los encargados en detectarlas, analizarlas y plasmar sus conclusiones.