El ‘síndrome post-ébola’ inquieta a los virólogos y afecta ya a los curados
El caso de una enfermera escocesa, Pauline Cafferkey, ha levantado más que sospechas estos últimos días. La profesional había superado el ébola, pero está sufriendo complicaciones que invitan a pensar a los virólogos en unas consecuencias negativas a largo plazo para la salud.
La persistencia del ébola en supervivientes abre con urgencia una vía de investigación. El virus puede esconderse en los ojos o los testículos pese a estar fuera del torrente sanguíneo, haciendo más difícil una derrota definitiva del mal que ya casi se celebraba.
El ‘síndrome post-ébola’, como ya es conocido, reside en fluidos en compartimentos poco accesibles del cuerpo y por tanto no sólo es peligroso para terceros: la inmunidad que se creía en quienes ya han sufrido el virus es total.
En su último brote, declarado en marzo de 2014, el peor conocido, el ébola ha infectado a 28.000 personas y matado a más de 11.300, con Guinea, Sierra Leona y Liberia como grandes afectados.
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