Nutrición

¿A qué precio adelgazar? Las dietas restrictivas pueden dañar la salud mental

Las dietas restrictivas pueden conllevar deficiencias nutricionales en proteínas, vitaminas o minerales y generar un estrés fisiológico

Dietas restrictivas salud mental
Personas evalúan dietas saludables.
Diego Buenosvinos

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Seguir una dieta baja en calorías podría estar asociado con un mayor riesgo de experimentar síntomas depresivos, según un estudio realizado por el Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Toronto (Canadá), publicado en la revista BMJ Nutrition, Prevention & Health. Los resultados sugieren que los hombres y las personas con sobrepeso u obesidad podrían ser especialmente vulnerables a los efectos emocionales de una alimentación restrictiva.

En general, los expertos recuerdan que una dieta considerada «saludable» rica en alimentos mínimamente procesados, frutas y verduras frescas, cereales integrales, frutos secos, proteínas magras y pescado, suele vincularse a un menor riesgo de depresión. Por el contrario, una alimentación «poco saludable», basada en ultraprocesados, carbohidratos refinados, grasas saturadas, carnes procesadas y azúcares, tiende a relacionarse con un mayor riesgo.

Sin embargo, muchas personas siguen distintos tipos de dietas restrictivas —ya sea para perder peso o por motivos médicos—, y aún no está claro cómo estos patrones específicos pueden influir en la salud mental. Para explorarlo, los investigadores analizaron los datos de 28.525 adultos (14.329 mujeres y 14.196 hombres) que participaron entre 2007 y 2018 en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición de EE.UU. (NHANES). Todos habían completado el cuestionario PHQ-9, una herramienta validada para evaluar síntomas depresivos.

De la muestra total, casi el 8 % informó síntomas depresivos, mientras que un 29 % tenía un peso saludable, el 33 % sobrepeso y el 38 % obesidad. Los participantes indicaron si seguían alguna dieta específica, clasificándose en cuatro grupos: (1) dietas hipocalóricas; (2) dietas restrictivas en nutrientes (bajas en grasa, azúcar, sal, fibra o carbohidratos); (3) patrones establecidos (como dietas para la diabetes); y (4) sin dieta.

La mayoría (87 %) afirmó no seguir ninguna dieta concreta. Solo un 8 % seguía una dieta baja en calorías, el 3 % una dieta restrictiva en nutrientes, y el 2 % una dieta adaptada a condiciones médicas. La restricción calórica fue más común entre personas con obesidad (12 %) y sobrepeso (8 %).

Personas con sobrepeso

Los datos revelaron que las personas que seguían una dieta baja en calorías obtenían puntuaciones PHQ-9 más altas (+0,29 puntos) que aquellas que no seguían ninguna dieta. En el caso de personas con sobrepeso, esta diferencia era mayor (+0,46 puntos). Además, las dietas bajas en nutrientes se asociaban con un aumento de 0,61 puntos en síntomas depresivos.

También se observaron diferencias según el tipo de síntoma: las dietas hipocalóricas se vinculaban con síntomas cognitivo-afectivos (como tristeza o pérdida de interés), mientras que las dietas restrictivas en nutrientes se asociaban más con síntomas somáticos (dolores físicos o fatiga). Las diferencias fueron más marcadas en hombres.

En personas con obesidad que seguían dietas médicamente establecidas, tanto los síntomas cognitivos como los somáticos fueron más intensos en comparación con quienes tenían un peso saludable y no seguían dieta alguna.

Pese a estos hallazgos, los investigadores advierten que se trata de un estudio observacional, por lo que no se pueden establecer relaciones causales. También apuntan que los participantes podrían no haber informado con precisión sobre sus hábitos alimentarios.

Deficiencias nutricionales

Estos resultados contrastan con investigaciones previas —principalmente ensayos clínicos controlados— que sugerían que las dietas bajas en calorías mejoraban el estado de ánimo. Los autores explican que en esos estudios las dietas estaban cuidadosamente planificadas para mantener un buen equilibrio nutricional, mientras que en la vida real, las dietas restrictivas pueden conllevar deficiencias nutricionales (por ejemplo, en proteínas, vitaminas o minerales) y generar un estrés fisiológico que agrave los síntomas depresivos.

Otro posible factor podría ser la frustración derivada de no lograr perder peso o de experimentar ciclos repetidos de adelgazamiento y recuperación.

Para explicar las diferencias de género, los autores apuntan que nutrientes como la glucosa y los ácidos grasos omega-3 son fundamentales para el cerebro. Por tanto, dietas bajas en carbohidratos o grasas podrían afectar más negativamente a los hombres, debido a sus mayores requerimientos nutricionales.

Aunque los efectos detectados fueron pequeños, los investigadores subrayan la necesidad de realizar más estudios bien diseñados que capten con mayor precisión la ingesta dietética real y controlen los factores de confusión. En su opinión, es fundamental seguir investigando la relación entre dieta y salud mental, sobre todo en contextos de sobrepeso y obesidad.

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