Organoides: así son las réplicas de órganos que pueden predecir la respuesta a los tratamientos
Ya se utilizan en investigación y en pacientes
Son una de las herramientas más prometedoras de la medicina contra el cáncer
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Hans Clevers es un científico y profesor de universidad cuyo equipo ha desarrollado la tecnología de organoides, réplicas a pequeña escala de nuestros órganos que se construyen en el laboratorio y pueden usarse tanto en la investigación como en la atención a los pacientes. De ellos ha hablado con OK SALUD a raíz de su reciente visita a España para recoger el Premio Internacional de Ciencias Médicas Juan Abarca.
En esa conversación, además de todo lo que nos ha contado sobre los organoides, Clevers ha compartido dos ideas generales: la necesidad de mantener los ojos y la mente abiertos en la observación científica de la naturaleza y la enorme belleza del hallazgo científico de su equipo. Los organoides son auténticas obras de arte, cuenta.
Casi todos los órganos del cuerpo contienen, entre muchas otras cosas, células madre que permiten la regeneración de tejidos cuando las células se mueren, porque les toca, porque tienen una fecha de caducidad. Son específicas para cada órgano, no pueden crear células de otro. Un grupo de científicos con Clevers a la cabeza consiguió «engañarlas» creando un entorno parecido al del órgano que habitan, la réplica a pequeña escala que es el organoide, en el que fabrican el tejido correspondiente.
El valor del hallazgo tiene, para empezar, dos dimensiones: Por una parte, es un hermano (muy) pequeño de un órgano con el que se puede experimentar, pero además, si se utilizan muestra de tejido de una persona (por ejemplo, el que se obtiene en una biopsia), el organoide es una pequeña representación del cuerpo de ese individuo, con su material genético, explicaba.
Eso puede decirnos si un paciente concreto responderá a un medicamento específico, ha añadido. Y ahí reside gran parte de su atractivo.
Tratamientos más eficaces
La inmunoterapia contra el cáncer, que se utiliza hace ya una década, ha sido uno de los grandes avances terapéuticos de los últimos tiempos, pero no todos los pacientes responden a ese tipo de tratamiento. Los tratamientos basados en inmunoterapia contra el cáncer aprovechan el sistema de defensa de nuestro organismo para eliminar tumores, y son tratamientos con una eficacia muy elevada. Lamentablemente, una de sus limitaciones es que no funcionan para todo el mundo. Empezaron siendo eficaces en el 20% de los casos, y actualmente ya rondan el 30%, según expertos de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO).
Clevers explica que los organoides permiten replicar tejido enfermo de cada órgano concreto y de cada sujeto específico. Saber por qué un medicamento no funciona es extremadamente difícil de averiguar en modelos animales, pero con los organoides se pueden estudiar tumores específicos y pacientes individuales. Partiendo de ese conocimiento, se pueden desarrollar medicamentos más eficaces y planes de tratamiento más adecuados para cada órgano y para cada persona, evitando administrar terapias que no ayudan y que tienen efectos secundarios.
Es lo que ya se hace en Países Bajos en casos de fibrosis quística. Los organoides permiten saber si una terapia (lumacaftor/ivacaftor) será útil para los pacientes. Antes de que esta tecnología estuviera disponible, la única opción era administrarla de todas formas y evaluar si los pacientes habían mejorado al cabo de un año.
Poner los organoides al servicio de todos los pacientes es algo que todavía está lejos, pero en el campo de la investigación su impacto será mayor, previsiblemente, antes.