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NAD+: la molécula que despierta la juventud y frena el envejecimiento protegiendo el cerebro

Con la edad, los niveles de NAD descienden de forma natural

NAD+ molécula envejecimiento
Una mujer y sus cambios físicos con la edad.
Diego Buenosvinos

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El nicotinamida adenina dinucleótido (NAD⁺) se ha convertido en protagonista de una de las líneas de investigación más sugerentes de la biomedicina actual en la lucha contra el deterioro asociado al envejecimiento. Algo que en los últimos años está causando gran interés científico y social.  Según una serie de artículos y revisiones publicados en la familia de revistas Nature —incluida Nature Aging—, restaurar los niveles de NAD en el organismo no sólo revierte fallos celulares característicos de la edad, sino que también muestra señales prometedoras frente a enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.

De esta forma, expertos internacionales han llegado a una conclusión sobre este nuevo paso científico: que esta molécula, bautizada como la molécula de la juventud,  podría ser clave para prolongar la salud y no sólo los años de vida.

Descenso de sus niveles con la edad

Con la edad, los niveles de NAD descienden de forma natural. Este declive está relacionado con pérdida de función mitocondrial, aumento de la inflamación crónica y menor capacidad de reparación del ADN. El NAD actúa como regulador energético de la célula y como cofactor esencial de las sirtuinas, proteínas vinculadas a la longevidad.

Al reponerlo mediante precursores como NMN (nicotinamida mononucleótido) o NR (nicotinamida ribósido), los estudios muestran mejoras en la bioenergética celular, la mitofagia y la capacidad de respuesta frente a daños genéticos. En modelos animales, esto se traduce en mejoras en la memoria, la movilidad y el metabolismo.

Los ensayos clínicos en humanos, aunque todavía limitados en tamaño y duración, han mostrado resultados consistentes en un aspecto: los niveles de NAD en sangre se elevan tras la suplementación. Algunos trabajos incluso han registrado mejoras discretas en parámetros cognitivos y metabólicos. Sin embargo, los investigadores advierten que aún falta evidencia robusta para confirmar efectos clínicos sostenidos, así como ensayos de gran escala que establezcan dosis seguras y efectivas.

El interés en NAD no se limita a la longevidad. En varias publicaciones recientes de Nature se han documentado beneficios en modelos de enfermedades neurodegenerativas. Al restaurar la mitofagia, el proceso de limpieza de mitocondrias defectuosas, la suplementación con NMN o NR logró ralentizar el deterioro neuronal en ratones con patologías similares al Alzheimer. Estos resultados abren la puerta a una posible terapia de amplio alcance, aunque todavía es pronto para hablar de aplicaciones clínicas masivas.

Elevar el NAD

La literatura científica también plantea preguntas sobre la seguridad. Aunque hasta ahora los ensayos no han mostrado efectos adversos significativos, algunos expertos subrayan la necesidad de estudiar con cautela el impacto de elevar de forma sostenida la molécula en pacientes con predisposición a cáncer, ya que esta molécula participa en rutas metabólicas que, en teoría, podrían favorecer la proliferación celular en determinados contextos.

La comunidad científica coincide en que el camino a seguir pasa por ensayos clínicos multicéntricos, prolongados y con muestras amplias que permitan medir resultados clínicamente relevantes, como la incidencia de enfermedades neurodegenerativas o el ritmo de deterioro cognitivo. También es clave estandarizar biomarcadores que cuantifiquen NAD en tejidos específicos y no solo en sangre, para correlacionar de manera precisa los cambios bioquímicos con mejoras clínicas observables.

Por ahora, la investigación  se mueve en un terreno de enorme potencial y, a la vez, de cautela. Las evidencias acumuladas en Nature permiten afirmar que esta molécula es una pieza central en el puzle del envejecimiento celular. Pero traducir esa promesa en terapias seguras y efectivas para millones de personas aún exigirá paciencia, rigor científico y pruebas sólidas. Mientras tanto, la molécula de la juventud sigue alimentando tanto la esperanza como el debate sobre cómo prolongar la salud humana en el siglo XXI.

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