Usted también financia la propaganda golpista
Por mucho que le duela, querido lector, usted también financia la perniciosa propaganda golpista. El dinero público sirve en Cataluña para pagar obras de teatro como las de Tarragona, donde se grita «¡puta Guardia Civil!’», se queman fotos de Felipe VI, acusan a la Policía Nacional de torturadores o relacionan a Ciudadanos con el consumo de droga. Con la excusa de la «sátira», este espectáculo incide en lo peor del separatismo catalán: violencia, discriminación, falacias y persecución contra todo aquello que sea español y constitucional. Esta «crítica contra la gente de poder» no se fija, sin embargo, en la famglia Pujol ni el nefasto 3% que tanto ha carcomido la viabilidad de la región. Es tan sólo una constante diatriba contra España.
Más allá de los graves insultos y acusaciones —que lo son y en grado sumo— lo peor es que estos intolerables espectáculos donde se profieren estos ataques están pagados con el dinero de todos los españoles. Una permisividad alimentada por el Gobierno. Si Pedro Sánchez comenzó su mandato dando prebenda tras prebenda a los independentistas, concediendo gesto tras gesto al xenófobo Quim Torra, este fin de semana tanto su vicepresidenta, Carmen Calvo, como la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera, han hablado de la posibilidad de indultar a los golpistas presos.
Algo que es combustible para los pirómanos de la política que habitan al otro lado del Ebro. El Ejecutivo del PSOE sigue en una «operación diálogo» que no tiene sentido más allá de fortalecer las veleidades sediciosas. Cada gesto o concesión es contestado con actos como el de Tarragona, donde el dinero público alimenta la propaganda violenta y xenófoba contra España. ¿Es eso lo que quiere Pedro Sánchez y su equipo? Si primara el sentido de Estado, aplicarían un 155 ante tanta provocación y ataque gratuito. Un uso de la norma constitucional para controlar el uso del dinero público, a los Mossos conniventes y a los medios de comunicación que, con su cobertura, alimentan ataques como los que hemos podido ver en Tarragona.