Sánchez: el cómplice de un delincuente

opinion-carlos-davila-interior (3)

Por ahora Iglesias es un “presunto” delincuente, el epíteto necesariamente judicial que se utiliza como precautorio mientras no exista confirmación judicial. Pablo Iglesias -estos días vergonzosamente callado como un difunto- tiene todas las trazas, según afirman casi con unanimidad los juristas (los de Podemos no se ponen al teléfono) de sufrir un proceso penal que le puede condenar en el mejor de los casos por estos delitos: descubrimiento y revelación de secretos y falso testimonio, y, en el peor para él, por los seis, también perjuro, de que le acusa ya con toda rudeza Vox. Iglesias, es un provocador insoportable ya es el alguacil alguacilado, pero aún cuenta con la complicidad de su conmilitón político, el todavía presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Este, a juicio de los que tienen alguna información sobre él, no se va a mojar en la defensa de su íntimo colaborador, el jefe de los leninistas del país; es más, “le va a dejar que se cueza en su propia mierda”, en frase de un periodista afecto al socialismo que sin embargo, cada día esta más lejano a todo lo que es, lo que hace y lo que representa, el mencionado sujeto Pedro Sánchez.

Ya a estas alturas del escándalo protagonizado por el caco de los móviles, nadie duda de dos hechos incontrovertibles: el primero, que de ser calificado como “ofendido” ha pasado a ser Iglesias testigo de un proceso que no ha hecho más que comenzar. El segundo, que, gracias a la rigurosa información de este periódico (a la que se han sumado, a coro, casi todos los demás medianamente independientes) se ha descubierto que sus lamentos como “perjudicado” significaban una pura patraña. Porque, nada de eso: el comunista rabioso era y es directo responsable de los hechos investigados por el renacido juez García Castellón. Algunos juristas, los más cautos o incluso los que son favorables al Gobierno del Frente Popular, convierten en solo sospecha la certeza de que este revolucionario de pacotilla, fue quien se apropió de la tarjeta SIM del celular de Dina tres meses antes de que llegara a manos de Villarejo, lo retuvo larguísimo tiempo y lo dejó tras una maniobra propia de un saqueador, para el tinte; inservible. En el fondo, estos juristas mencionados desearían que sus sospechas fueran una mera especulación, pero no: son una realidad.

Ahora, uno de los implicados en esta barahúnda repulsiva, el que fue número dos de la Secretaría de Estadio de Comunicación, y antes director de “Interviú”, Alberto Pozas, va diciendo a quien le quiera escuchar que la tarjeta SIM en cuestión se movió por España entera merced a la raposidad de un descuidero que robó un abrigo y se encontró con el melón. Vamos a suponer que eso sea cierto: ¿qué cambia el resto del proceso? Nada. El contenido lascivo de la SIM recorrió despachos por aquí, por acá y por acullá, mientras Iglesias, el leninista, acudía a los tribunales para presentarse como la víctima propiciatoria de los señuelos, las ferocidades y la manipulación de las oscuras cloacas del Estado. Y la cloaca era él. Pavor da que este este individuo, que tiene presencia e información de lo que apaña el Centro Nacional de Inteligencia, mueva allí, en la carretera de La Coruña, sus sucios tentáculos y, con la ayuda de uno o varios desaprensivos de su calaña, construya una historieta ajena a la veracidad de los hechos. Que nadie descarte este posibilidad; es más, que nadie descarte que ahora mismo se esté realizando ese trabajo, o, ¿es que nadie recuerda el hecho concreto de que durante los años -escribo años- que Iglesias estuvo colaborando con el régimen asesino de Chaves y Maduro, el CNI miró complacientemente a otro lado y cubrió las encorvadas espaldas del leninista?

Es de esperar que la instrucción de García Castellón no se alargue “ad calendas graecas”. Lo que procede en este momento es que el juez se dejé atrás las presiones del Gobierno y desatienda las sugestiones de la enmerdada Fiscalía de Delgado, y deduzca el testimonio de los testigos falsos acreditados en el caso. Debería en consecuencia y cuanto antes incoar un nuevo procedimiento y, dada la condición de aforado como parlamentario, que no como vicepresidente, de Iglesias, remitir todas sus actuaciones a la Sala II de lo Penal del Tribunal Supremo. Esta sería -y deberá ser- la que solicite al Congreso de los Diputados el correspondiente Suplicatorio. ¿Qué trayecto puede tener este Suplicatorio en la Cámara Baja?, ¿se atreverán el Gobierno y sus socios, incluido Ciudadanos, a negarlo y a contradecir al Supremo? Qué quieren que les diga: llegado el caso me temería lo peor porque Sánchez se está mostrando como el conmilitón necesario de un presunto delincuente. Reza un uso jurídico, según me recuerdan, lo siguiente:  el cómplice de un delincuente es un delincuente. El colaborador imprescindible, para qué andarnos con denuestos tiernos

Lo último en Opinión

Últimas noticias