Lo de los Pujol ya huele
El contundente golpe judicial del pasado miércoles a la golfería convergente ratifica por enésima vez (no sé si van ya 50, 100, 500 ó 1.000) que estamos ante la mayor estructura de corrupción conocida en la Europa contemporánea, cuantitativamente sólo al nivel de la que profesaban hasta que cayeron los grandes dictadores del norte de África modelo Gadaffi, Ben Ali o el propio Sadam. Los 3.000 kilazos desviados a sus bolsillos por la familia Pujol no están lejos en euros constantes de lo que robaron a sus ciudadanos estos sátrapas a los que Satanás tenga en su gloria. La información desvelada por Miguel Ángel Ruiz Coll acerca del potosí ingresado por Convergència Democràtica de poco más de un lustro a esta parte (es decir, desde que es president Artur Mas) lo dice todo: 25 millones de euros. Una cifra que en términos relativos, estamos hablando de una comunidad autónoma, no de España entera, y seguramente absolutos es infinitamente superior a la que el PP o el PSOE se metieron en la butxaca por el método Bárcenas o por el sistema Filesa.
A pesar de todos los pesares, y por mucho que a veces bramemos, el Estado de Derecho funciona razonablemente bien. España es una democracia de mediana calidad porque normalmente el que la hace, la paga. Pero no están (en el banquillo) todos los que son ni son todos los que están.
Una democracia de alta calidad es aquélla en la que, por muy primer ministro, rey o gerifalte que sea uno, si te pillan en un renuncio vas palante sí o sí. Que se lo digan, si no, al ex ministro de Defensa alemán Karl-Theodor Zu Guttenberg, que tuvo que irse por donde había venido en 2011 por plagiar 15 años antes su tesis doctoral. Tres cuartos de lo mismo le ocurrió a su colega de gobierno Annette Schavan, que tuvo que dejar la cartera de Educación en 2013 tras destaparse que había calcado el trabajo que la convirtió en doctora ¡¡¡33 años antes!!! Angela Merkel no se anduvo con chiquitas… como tampoco se anduvo con “presunciones de inocencias” ni excusas baratas similares David Cameron cuando los tabloides desvelaron que su ministro de Energía (Chris Huhne) le había endosado una multa por exceso de velocidad a su mujer cuando en realidad conducía él. O cuando esa prensa británica que es la mejor del mundo reveló que su viceministro de Hacienda pagaba con dinero público una casa a su novio.
Ni a Merkel ni a Cameron se les ocurrió, siquiera un segundo, apelar a la presunción de inocencia porque les hubieran destrozado pública y privadamente. Allí se entiende que la presunción de inocencia opera única y exclusivamente en el estadio judicial. En el de la opinión pública la única doctrina que cuenta es la de las responsabilidades políticas. Y punto. ¿Una conducta es inapropiada políticamente hablando por muy legal que sea? Pues a la calle. Y aquí paz y después gloria. No tengo que comentarles, pues, cuánto hubiera durado allí un Manolo Chaves de la vida… O una Ana Mato, o un Iñigo Errejón, o un José Antonio Griñán o un José Antonio Monago.
Y que somos una democracia de entre mediana y baja calidad lo demuestra que la Justicia es fuerte con los débiles y débil con los fuertes. ¿Por qué siempre van a la jaula los machacas y nunca los autores intelectuales de los EREs, de las financiaciones ilegales o de ese latrocinio que convierte a CDC en general y a los Pujol en particular en invictos campeones de la Champions de los trincones? Nadie en su sano juicio entiende que los ERE, las barcenadas o la salvaje corrupción de Convergència se pudiera llevar a cabo sin la colaboración por acción u omisión de sus barandas. ¿O es que alguien con dos dedos de frente piensa que Osácar o Viloca, los dos tesoreros convergentes, exigieran y cobraran mordidas a constructores y demás empresarios sin que Pujol y Mas lo supieran?
Tan perogrullesco resulta explicarlo que me da vergüenza hacerlo. Sin el nihil obstat de los de arriba un consejero, un ministro o un director general no regala una concesión o adjudicación a sabiendas de que puede incurrir en un delito de prevaricación, otro de malversación de caudales públicos y uno tercero de falsedad como mínimo.
El caso Pujol es la prueba del nueve de que en España continúa habiendo ciudadanos de primera y ciudadanos de segunda o, lo que es lo mismo, intocables y tocables. La Infanta y los nueve Pujol (padre, madre, hijos y ese espíritu no muy santo que es Jordito) son dos casos de libro del primer y exclusivo elenco. ¿Cómo no se va a proceder por lo civil o por lo criminal contra una familia que controla no menos de 3.000 millones de euros cuando los ingresos del pater familias no superaban los 90.000 euros brutos anuales y cuando los hijos no son ni Einstein ni la reencarnación de Steve Jobs o un clon de Larry Page o Mark Zuckerberg? ¿De dónde ha salido la pasta? Éstos no aguantan ni media investigación patrimonial.
Y lo de Jordito, que es como le llamaban en casa, es de aurora boreal. Cuando en el ecuador de 2012 y 2013 un servidor reventó (con la ayuda de algunos hombres con sentido de Estado) el escándalo desde las páginas de El Mundo, aluciné con dos circunstancias. La primera, que el entonces fiscal jefe de Cataluña, Martín Rodríguez Sol, un mentiroso de tomo y lomo y un hombre sin vergüenza, dijo que al publicar el borrador de la UDEF sobre la famiglia habíamos “injuriado, calumniado y difamado” a la famiglia. Con esta percha, Jordi Pujol padre, Artur Mas, el cobrador Felip Puig y los Mossos se querellaron contra nosotros. Lástima (para ellos, claro) que perdieran todas y cada una de las acciones judiciales que emprendieron con el agravante de que los jueces dijeron sistemáticamente (una, dos, tres y cuatro veces) que el borrador existía y que habíamos dicho la verdad.
La segunda ha permanecido inédita hasta ahora. Resulta que la Policía reclamó al entonces titular del Juzgado de Instrucción 5 de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, autorización para registrar la vivienda y los despachos de Jordi Pujol hijo al tener la certeza de que había material incontrovertible guardado en las cajas fuertes. Lo normal, y más teniendo en cuenta que estamos hablando de más que un presunto delincuente, es que el magistrado hubiera dicho “adelante”. Eso es lo normal. Sí. Lo anormal es que respondiera “no” sin dar mayores explicaciones. Tan anormal y sospechoso como que tardara 20 meses en citar al hijísimo tras relatar en sede judicial su ex novia Victoria Álvarez cómo llevaba a Andorra maletas atestadas de esos billetes de 500 rebautizados como bin ladens porque todo el mundo sabe que existen pero nadie los ha visto. O cómo era la red exterior tejida por la famiglia para evadir los cientos de millones que trincaron en 23 años de Presidencia autonómica.
Pero había y hay más. Mucho más. La Justicia no sólo confirmó que Victoria Álvarez Martín decía la verdad sino que determinó en muy poco tiempo que se había quedado corta. Pronto probó que el primogénito movió al menos 33 millones por todo el mundo, la mayoría en paraísos fiscales, que blanqueó más de 10 millones en el puerto argentino de Rosario, que montó un resort en México y que en los últimos tiempos ha mordido 8 millones a contratistas de administraciones gobernadas por Convergència.
El patriarca admitió que tenía 4 kilos en Andorra. Pero lo hizo después de que más de 500 hubieran pasado por el principal hub que tenía esta banda familiar para desde allí desviarlo a todos los territorios off shore habidos y por haber: Suiza, Luxemburgo, Liechtenstein, Jersey, Guernsey, Panamá, Hong Kong e incluso parece que también Gibraltar. Y, mientras tanto, descubrimos que el benjamín, Oleguer, compró con 35 años 1.152 oficinas del Santander en 2008 por 2.177 millones de euros, 105 oficinas de Caja Madrid por 100 y las tres sedes históricas de Prisa por 315. Por si fuera poco, Okdiario nació contando que había dado 420 millones a un banco irlandés para que se los invirtiera y otros 400 a uno escocés. El pequeño del clan pasó unas horas retenido la pasada primavera por orden de la Audiencia Nacional pero de sus chanchullos nunca más se supo. Parece como si el subcaso Oleguer (en el fondo, no es más que el blanqueador familiar) durmiera el sueño de los justos. Todo ello por no hablar de un Oriol imputado por las ITV o del resto de una prole en la que el que no se había acogido a la amnistía fiscal, había sido pillado con las manos en la masa andorrana.
¿Cuándo detendrán a un Pujol y lo enviarán a su destino natural, que no es otro que el hotel rejas? ¿Cómo es posible que se sigan yendo de rositas, operación tras operación? ¿Me puede alguien explicar cómo con tanto caudal probatorio la Justicia va más lenta aún si cabe? ¿Por qué hay fianzas multimillonarias para todo quisqui y ellos tienen bula? ¿Por qué se exige fianzas a la acción Popular (Manos Limpias, UPyD, Podemos y Guanyem) y a ellos no? ¿O es que acaso el patriarca sabe demasiado? ¿O es que quizá está aplicando la táctica del paciente con el dentista cuando le coge por salve sea la parte y le espeta ese “¿a que no nos vamos a hacer daño” que normalmente se antoja infalible? ¿Por qué una humilde mujer va a la jaula en Canarias porque no cumple la orden de derribo de la única casa que tiene y los Pujol siguen campando a sus anchas más chulos que un ocho? ¿O es que también aquí hay que echar el freno porque hizo negocios con algún mangante de altos vuelos y alta cuna?
Que nos lo expliquen. Porque esto huele que apesta. Si queremos pasar de ser una democracia de baja o mediana calidad a convertirnos en una democracia a la alemana o la inglesa hay que actuar. No queda otra. No actuar contra esta banda familiar nos conduce inexorablemente a Banana Republic…