PRIMERA LÍNEA

¿Puede Baleares marcarse unas ‘gallegas’?

¿Puede Baleares marcarse unas ‘gallegas’?

Una de las posibles lecturas del resultado de las elecciones del 18F es que Galicia se ha ratificado como la comunidad histórica que sigue negando su apoyo mayoritario al nacionalismo separatista, como ocurre en Cataluña y País Vasco, territorios cuya área de influencia alcanza a Navarra, Baleares y Comunidad Valenciana. En todos ellos se han producido los últimos ocho años gobiernos de clara inclinación separatista. Unos bollits, con socialistas a modo de guarnición para todas las salsas. ¿Puede Baleares marcarse unas gallegas? La primera lectura relevante se producirá el 9 de junio.

Esa fecha tendrá lugar en España el voto al Parlamento Europeo y a pesar de estar hablando de circunscripción única, lo cierto es que puede leerse el comportamiento del electorado balear, igualmente en clave territorial. 

Desde el 2015, hasta ayer mismo, Baleares ha vivido una etapa dominada por un Pacte de clara inspiración separatista y de extrema izquierda, hasta que les mandaron a casa los resultados de las pasadas elecciones del 28M. Parte fundamental de la debacle se debió a la muerte anunciada de Unidas Podemos. En Galicia ha pasado exactamente lo mismo, viendo cómo los días dulces de las Mareas han acabado por enviar a la nada a sus hijos naturales. Incluso el PSG se ha desplomado, a pesar del juego sucio socialista en la campaña. 

Solamente ha quedado en pie el BNG, amplificado por una base electoral que andaba hasta entonces desperdigada y al voto útil del electorado, más radicalizado, procedente del PSG. Hoy sabido es que el PSOE y todas las sucursales territoriales han dejado de ser constitucionalistas. Me parece de interés recordar la operación de márquetin que ha adornado la candidatura de Ana Pontón (BNG) en estas elecciones, ocultando partes sensibles de su programa electoral al objeto de maquillar su fondo marxista-leninista. Ya lo vivimos aquí el 2013, con la campaña ideada por Jaume Garau, para dar al PSM una imagen más suavizada, travestido en Més. Dos años después, en las elecciones de 2015, un PSM camuflado alcanzaría los 59.000 votos.  

Aquí, Més es el compadre equiparable con el BNG con quien comparte la afinidad con ERC, incluso con Bildu. De manera que los 39.000 votos que consiguió Més en las anteriores elecciones europeas de 2019 no bajarán y puede que  mejoren su marca, aunque muy alejada de esos 175.000 votos del centroderecha en conjunto. Teniendo en cuenta que no cesa la sangría de los socialistas, es probable que los 123.000 votos del PSIB-PSOE en el año 2019 se vean diezmados a medio plazo. O no. Dependerá del PP.

El PP ha transitado por el desierto desde que José Ramón Bauzá dilapidó la mayoría absoluta alcanzada el 2011, seguido por el impasse de un insulso  Biel Company que no consiguió levantar la moral del partido, consecuencia de ello además dejar que alumbrasen días felices en el Pacte de Progrés por el resultado de las elecciones de 2019, donde el PSIB-PSOE, por primera y única vez, superó en votos al PP. Hasta que ha llegado Marga Prohens.

Volviendo a los días felices del Pacte de Progrés, aquel 2019 coincidieron las elecciones al Parlamento Europeo y a la comunidad autónoma, siendo el resultado de ambas, bastante similar, lo que permite tomar en consideración el test que ahora podría constituir el resultado de las elecciones europeas en unos momentos de acusado declive de la extrema izquierda en Baleares.

La líder socialista balear Francina Armengol, ya desacreditada, decidió salir  por piernas camino del Congreso de los Diputados, donde viene ejerciendo un papel de sumisión absoluta a los deseos de Mi Persona, en lugar de ser  ejemplar e independiente como corresponde a la  presidenta del Congreso de los Diputados. Ahora su descrédito ya es absoluto y, aun así, se pavonea de un regreso triunfal a Baleares en las elecciones del año 2027 que solo va a poder frenar el liderazgo indiscutible de Marga Prohens. Tiempo tiene.

El primer test serio del momento en que se encuentran PP y PSIB-PSOE lo darán los resultados en Baleares de la elecciones europeas del 9 de junio y sin llegar a ser determinante, al menos arrojará el estado de ánimo general en el archipiélago. Si el PP de Baleares quiere regresar al estado natural de su hegemonía en un territorio eminentemente de centroderecha, no le va a quedar otra que ejercer un liderazgo comprometido, eficiente. ¿Será capaz?   

El juego sucio de la extrema izquierda en Baleares no cesará de atosigarla, que es palabra que refiere, según la RAE, «emponzoñar con tósigo», o sea «veneno», que de eso va tósigo, algo que domina a la perfección toda esta gentuza acampada en la progresía woke.

Queda mucho recorrido hasta los comicios del 2027. Ahí aguardarán los resultados en la apuesta por el sector  primario, por los autónomos, por las libertades puestas a salvo de ideología tóxica, el desbloqueo de las redes viarias, demostrar que, bilingüismo, es el equivalente a primar la comunicación, no el adoctrinamiento, y consolidar el principio de seguridad jurídica. La fortaleza de su liderazgo dependerá y mucho de su capacidad de poner a la izquierda frente al espejo. Es simple y llanamente dar la batalla cultural, avalada por una gestión que devuelva la condición de ciudadano al hombre corriente o mujer corriente, en lugar de súbditos condenados a las paguitas 2030 que nos harán pobres pero felices. Un engaño mayúsculo, que pretende ponernos orejeras ante la realidad.

El primer indicio de la calidad del liderazgo de Prohens se verá el 9 de junio. Hay tiempo para trabajarlo. Lo que no hay, es espacio para la incertidumbre.

Lo último en Opinión

Últimas noticias