PP-Vox: cada disputa es un regalo a Pedro Sánchez
Las desavenencias surgidas entre PP y Vox en Murcia contrastan con el rápido acuerdo alcanzado entre ambas formaciones en la Comunidad valenciana. Las situaciones son, en efecto, distintas, porque en este último territorio el apoyo del partido de Santiago Abascal era indispensable para desalojar del poder al socialcomunismo -lo mismo que en Extremadura-, mientras que en Murcia los resultados electorales hacen inviable un gobierno de izquierdas y, en consecuencia, los populares sólo necesitarían la abstención de Vox para seguir ostentando el poder. En cualquier caso, más allá de la aritmética parlamentaria, las disputas en el bloque de derechas sólo alimentan a la izquierda, de modo que sería necesario no otorgarle al socialcomunismo ninguna baza gratis. El objetivo no puede ser otro que acabar con el sanchismo, que en su desesperación e impotencia busca a agarrarse a un clavo ardiendo.
En vísperas de unas elecciones generales cruciales para el futuro de España, lo que debería imponerse es el sentido común. El mensaje que PP y Vox tienen que trasladar a sus votantes es ese: que estamos ante una oportunidad de acabar con ese conglomerado fatal que conforman el PSOE, los populismos de izquierda y las formaciones enemigas de España, esa pérfida retroalimentación de intereses que han llevado al país a una situación límite. Eso es lo esencial y lo otro -el ruido generado en torno al Gobierno de Murcia- no debería, en ningún caso, desviar a unos y a otros, al PP y a Vox, del objetivo común de derogar el sanchismo. De modo que, desde sus legítimas diferencias, los de Núñez Feijóo y los de Santiago Abascal tienen que contribuir con naturalidad a que las posibles desavenencias que surjan estos días entre ambas formaciones se canalicen por los cauces del diálogo y el entendimiento para evitar que un exceso de ruido distorsione negativamente el ambiente en vísperas de unos comicios trascendentales. Porque cada disputa es un regalo, inmerecido, a Pedro Sánchez.